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Nick Vujicic


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2013  •  1.405 Palabras (6 Páginas)  •  446 Visitas

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El australiano sin brazos ni piernas que se convirtió en testimonio de superación visita a Colombia.

El hombre se asoma por el cristal del ascensor que comunica al primero con el segundo piso en el aeropuerto internacional El Dorado, en Bogotá. Acaba de aterrizar tras un vuelo de casi nueve horas desde Dallas (Texas, Estados Unidos), con escala en la Ciudad de México. Se abre la puerta y Nick Vujicic, un joven sin brazos ni piernas, sale montado en una moderna silla de ruedas de 70 kilos de peso que maneja con destreza, con el muñón –que apenas tiene dos dedos– que nace del lado derecho de su cintura y al que él llama “mi hueso de pollo”. (Vea aquí las fotos de Nick Vujicic, el australiano que se convirtió en testimonio de superación)

Saluda y deja ver unos dientes blancos que contrastan con sus helados ojos azules. Me lo presentan y yo, sin pensarlo, estiro la mano derecha para saludarlo. Sí: le doy la mano a un hombre que no tiene manos. Ni piernas. Por eso, por no tener sus extremidades, se ha convertido en un testimonio de superación admirado en todo el mundo.

Fueron dos segundos, con la mano congelada, en los que me convencí de que sería imposible enmendar semejante imprudencia. Como si no supiera que nació sin brazos ni piernas hace 30 años en Melbourne (Australia) y que ha visitado 59 países, llenando estadios e inspirando a multitudes con su ejemplo de vida; como si no supiera que ha publicado dos libros (Una vida sin límites y Un espíritu invencible) que son best sellers mundiales y que sus conferencias, videos y fotografías arrasan en Internet.

Aún sin asimilar la vergüenza, pensaba en su reacción: un insulto (merecidísimo), un gesto de desaprobación o simplemente su negativa a darme la entrevista. Pero él, con un español que apenas mastica, sonrió y dijo: “Abrazo”. Me agacho, junto mi pecho con el suyo, y él descarga su cabeza sobre la mía, inclinando su hombro izquierdo.

Pudo ser despiste, mi subconsciente que se dejó llevar por la emoción de conocer a un hombre tan lleno de fe y coraje, o el simple reflejo de saludar con la mano. Pero no le importó. Cosas así –y otras peores, como cuando de niño le gritaban “fenómeno”– le han pasado muchas veces.

Es su tercera visita a Colombia, pero esta será la más larga. Irá a Barrancabermeja, Yopal, Ibagué y otras ciudades, para contar cómo un día dejó de preguntarse por qué había nacido con medio cuerpo y, en cambio, se preguntó: ¿para qué? Para salvar vidas, tal vez.

Al nacer, los médicos le dieron pocos meses de vida. Si el pequeño Nick sobrevivía, jamás podría caminar y su único destino sería una cama o una silla de ruedas. Pero él hace mucho más que caminar: nada, cabalga, se monta en una tabla de surf y se desliza entre las olas, juega fútbol y golf; fue a la universidad y se graduó en comercio y finanzas; escribe libros, es predicador cristiano y motivador, viaja por todo el mundo, se casó y tiene un hijo... Vive feliz y agradecido con lo que tiene. Ya no reniega por lo que le hace falta.

No siempre fue así. A los diez años intentó suicidarse. No soportaba más el acoso, las burlas y el rechazo de sus compañeros de colegio. No se mató porque no quiso causarles ese dolor a sus padres, a quienes les agradece el amor y que le hayan enseñado que existe un Dios que lo ama y que tiene un plan para él.

“Dios dice que fui hecho de una manera maravillosa, que soy su hijo, que hay ángeles a mi alrededor, que tengo la fuerza porque Él me ama. No es la fuerza de Nick, es el amor de Dios”, dice.

Un ‘fenómeno’ de circo

A Nick también lo conocen por ser el protagonista del cortometraje El circo de la mariposa, en el que representa a un “fenómeno” que se revela tras abrir unas cortinas y al que presentan como “una perversión de la naturaleza, un hombre al que hasta Dios le dio la espalda”, al lado de una mujer barbuda y unas siamesas.

Este video supera los siete millones de vistas y retrata claramente lo que es hoy: un testimonio de superación humana fuera de todo parámetro.

En el clóset de su cuarto, en Los Ángeles (California) –donde está radicado con su esposa y su hijo–, tiene

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