Octavio Paz
Jilito15 de Febrero de 2015
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Dice Paz que la fiesta es un acto ritual; dice que el mexicano heredó de las culturas prehispánicas esa predisposición por las grandes ceremonias. Las fiestas hacen del mexicano un “ser” imaginativo y sensible. Las fiestas, las reuniones, las borracheras rompen el tiempo, describe Paz, y acaban con esa incertidumbre del mañana (el futuro inseguro) engañoso y rastrero.
“El mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas” escribe Octavio. Y es tan cierto que no bastan las fiestas que la madre patria y la república del “smog” ofrecen al pueblo, sino que cada comunidad y cada pueblo tienen sus propios “patrones” sus “santos”
No importa que sea entre semana, o que no haya ni para comer, al mexicano lo que verdaderamente le importa es estar dentro de la fiesta. En ella, escribe Paz, el mexicano explota y grita para, después, callarse todo el año.
Escribe Octavio al respecto:
“Recuerdo que hace años pregunté al Presidente municipal de un poblado vecino a Mitla:
“¿A cuánto ascienden los ingresos del Municipio por contribuciones?” “A unos tres mil pesos anuales. Somos muy pobres. Por eso el señor Gobernador y la Federación nos ayudan cada año a completar nuestros gastos”. “¿Y en qué utilizan esos tres mil pesos?” “Pues casi todo en fiestas, señor. Chico como lo ve, el pueblo tiene dos Santos Patrones.”
Esa respuesta no es asombrosa. Nuestra pobreza puede medirse por el número y suntuosidad de las fiestas populares. Los países ricos tienen pocas: no hay tiempo, ni humor.“
¿Será que nuestra tristeza se puede medir por el número de fiestas que hacemos? ¿el mexicano le tiene miedo a la soledad?
En la fiesta el mexicano se desconoce. Se embriaga de todo lo que encuentra a su paso: música, colores, comida, amores, celos, juegos, peleas. Es como si la fiesta mostrara el rostro que permanece oculto durante todo el año, un rostro que se asemeja a una sonrisa bien plantada y alimentada por el frenesí y la euforia de estos días de fiesta.
´´El agua del instantero
recorrerá su cuadrante
todo cabra en un instante…
y será posible acaso
vivir, después de haber muerto.´´
Regresa a la muerte original será volver a la vida de antes de la vid, a la vida de antes de la muerte: al limbo, a la entraña materna.
Muerte sin fin, el poema de José Gorostiza, es quizá el más alto testimonio que poseemos los hispanoamericanos de una conciencia verdaderamente moderna, inclinada sobre si misma, presa de si, de su propia claridad cegadora.
Opinión personal:
Este ensayo fue el principal que me llamo la atención ya que en parte si llega a reflejar lo que en verdad somos y hacemos los Mexicanos.
Tratamos de buscar un nuevo pretexto para festejar y reunirnos para emborracharnos por cualquier motivo, manchando con esto las fechas importantes y tradiciones que se han hecho desde hace ya bastante tiempo.
Aunque ´´los mexicanos´´ deberíamos ahorrar tiempo y dinero, que gastamos en tantas fiestas, tratando de semejar a las grandes ciudades donde por ejemplo:
Los países ricos tienen pocas fiestas, no tienen tiempo ni de humor. Y no son necesarias; la gente tiene otras cosas que hacer y cuando se divierten lo hacen en grupos pequeños.
Y esto dice mucho de la cultura de un pueblo, ya que por conservar sus tradiciones, se gastan el dinero y los recursos que a veces el mismo pueblo les da, en fiestas, en lugar de utilizarlas para la superación del mismo pueblo, y es que a veces tienen al ´´mexicano feliz con una fiesta aunque en su pueblo no haya ni de comer´´
En conclusión el mexicano oculta su tragedia y enojos en fiestas y celebraciones y este libro te
hace reflexionar sobre nosotros como mexicanos y nuestras tradiciones y toda nuestra gran cultura.
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