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SIMÓN I. PATIÑO


Enviado por   •  15 de Junio de 2014  •  4.738 Palabras (19 Páginas)  •  417 Visitas

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SIMON I. PATIÑO

INDICE:

1. FISONOMIA

2. BREVE RETROSPECTIVA DE SU VIDA

3. HISTORIA DE LA SALVADORA

4. SU VIDA DESPUES DE LA SALVADORA

5. SU MUERTE

6. PROPOSITO

7. EPILOGO

8. BIBLIOGRAFIA

Simón I. Patiño en 1941

Roberto Querejazu Calvo, en su libro: LLALLAGUA (Historia de una montaña), describe a Simón I. Patiño con las siguientes palabras: de estatura mediana, cuerpo erguido y robusto, dando la impresión de estar firmemente asentado en el suelo. Espaldas anchas y cargadas. Rostro cuadrangular, con frente amplia, ojos pequeños de mirar inquisitivo y desafiante, nariz recta, bigote grueso, boca regular, mentón redondeado pero sólido, cabello corto. Carácter ambicioso, ejecutivo y tenaz. Inteligencia natural e intuitiva. Actitud mental y física en permanente apresto, como de luchador. Temperamento vivaz y burlón del cual emergen, con igual facilidad, manifestaciones de impaciencia y cólera o una sonora carcajada.

¿Quién y cómo era realmente Simón I. Patiño? ¿Cómo amasó una de las mayores fortunas del mundo?

En las siguientes líneas trataré de responder a éstas y muchas interrogantes que seguramente giran alrededor de este personaje, ya que existe la leyenda negra de sus detractores y la leyenda dorada de sus admiradores. Aquellos como del partido político “Movimiento Nacionalista Revolucionario”, lo han acusado de haber succionado una gran riqueza boliviana para disfrutarla con su familia en el exterior. Estos, como el norteamericano De Witt Deringer, lo han considerado un personaje genial del calibre de Carnegie, Ford y Rockefeller. Todo el material expuesto en esta breve biografía no es una investigación científica propiamente, sino más bien una síntesis de la recopilación de libros, revistas y páginas web que menciono en bibliografía.

2. Su Vida en Retrospectiva:

Nació en Santiváñez – Cochabamba (Bolivia) en 1860. Su padre, Eugenio, fue de origen vasco español y su madre, María, una de los siete hijos de una conocida familia de Cochabamba. Recibió el nombre de Simón, por haber nacido el primero de junio, día de San Simón.

Los primeros años de Simón I. Patiño deben de haber sido tan monótonos como los de todos los miembros de otras familias trabajadoras en los aislados pueblecitos de esa vasta región.

Cuando Patiño tenía ocho años de edad su madre se trasladó a Cochabamba y él ingresó al

primer año del seminario, escuela religiosa. Los años iníciales de colegio, durante la adolescencia de Patiño, transcurrieron en una inquietante atmósfera de incertidumbre, ansiedad y casi anarquía. Completó su educación secundaria en el seminario de Cochabamba, donde, además de cumplir el programa oficial, se hacía hincapié en la formación del carácter y el amor a la patria.

Los habitantes de Cochabamba han tenido siempre más fama de andariegos que de gente práctica. Fue, por lo tanto, natural que Patiño, pletórico del vigor y las esperanzas de la juventud, partiera de su tierra natal, rumbo a Oruro, en busca de su destino o tal vez, simplemente, para indagar lo que había al otro lado de las montañas.

Su primer empleo conocido, de 1882 a 1884, fue de vendedor en un pequeño negocio de importaciones que el comerciante cochabambino Cincinato Virreira había establecido en Oruro. Para Patiño, esos fueron años de observación y desarrollo. Allí percibió por primera vez los olores de los minerales: olores agrios y penetrantes que provenían de las cercanas minas del Pie de Gallo, Itos y San José. Eran los años de auge de la minería de la plata; los centros mineros estaban en plena expansión. Patiño, dinámico y emprendedor, se dio cuenta que el presente y el futuro estaban ligados a la actividad minera. Oruro era por entonces una pequeña ciudad.

El joven Patiño se trasladara de Oruro a Huanchaca, centro minero de Pulacayo, manejado por Aniceto Arce, futuro presidente de Bolivia. Ahí se empleó en un modesto puesto en la sección administrativa. Ese resultó ser uno de los pasos más importantes de su vida. De Huanchaca, regresó a Cochabamba por un corto tiempo. A su regreso a Oruro consiguió empleo en la próspera firma comercial de Hermann Fricke y Compañía. Patiño aprendió mucho acerca del complicado mecanismo de compra, manipulado, venta y exportación de minerales, fueron años provechosos.

Se casó el 1° de mayo de 1889 con Albina, hija de Tomás Rodríguez y Epifanía Ocampo. Patiño tenía 29 años y su novia 16. Pocos años después de la boda, Patiño regresó al departamento donde había nacido y pasó varios meses descansando en la idílica región de Vinto, cerca de la ciudad de Cochabamba.

Nuevamente en Oruro, Patiño volvió a su antiguo empleo en la Compañía Fricke, donde en el curso del trabajo conoció a Sergio Oporto, minero de origen potosino. Oporto vendía sus minerales a Hermann Fricke y recibía adelantos de la firma contra futuras entregas de estaño.

Oporto resultó dueño de la concesión, “la Salvadora” en la montaña de Juan del Valle:

3. Historia de la Salvadora:

Juan del Valle (1564), uno de los conquistadores españoles fue el primero que llegó a la montaña de Llallagua y presintió que sus colocaciones exteriores eran señal de que estaba grávida de metal. Con unos pocos soldados y algunos indios conocedores de la región, comenzó a excavar cerca de la cima buscando la plata que daba fortuna a otros de sus compatriotas en otras regiones de los Andes. Quiso atraer la ayuda divina cambiando el nombre indígena Intijaljata de la cumbre más alta por el muy cristiano de Espíritu Santo. No tuvo suerte ni con el truco del bautizo. Abandonó el lugar desilusionado y se perdió para siempre en la oscuridad del tiempo y la distancia. Nadie habría sabido de su existencia y de su paso por Llallagua si los habitantes de la región, en sus sucesivas generaciones, no hubiesen mantenido el nombre de Juan del Valle para la segunda cumbre, aledaña a la Espíritu Santo, en la que estaba la mina abandonada.

Pero la veta descubierta por el español fue la misma que Honorato Blacutt redescubrió en la década de 1870. En 1872 pidió cuatro hectáreas alrededor del agujero empezado por el conquistador ibero tres siglos antes. Puso el nombre de "La Salvadora"

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