1er Cazador

Este personaje, Antonio Van Leeuwenhoek, fue uno de los primeros personajes llenos de ansia por el descubrimiento de un nuevo mundo, mundo no visto por nadie ya que se trataba de seres pequeñísimos. Llevado por el afán de revelar el misterio de ciertos milagros se atrevió a investigar y descubrir, para dar a conocer al mundo lo que hoy llamamos microbios.

Durante dicho periodo nació en él una extraña y rara afición “tallar lentes”, ya que él sabía que estaban hechos de un material de cristal muy transparente donde se podían ver mejor las cosas, los utilizó como lupas, visitó todas las tiendas de óptica y aprendió lo necesario para tallar los lentes.

Fue un hombre muy meticuloso, a tal grado que sus vecinos llegaron a considerarlo como loco, pero él vivía satisfecho, vivía feliz, no tenía otro deseo que examinar con sus lentes cuanto caía en sus manos, pasó horas enteras mirando la lana de oveja y los pelos de castor y liebre, que de finos filamentos se trasformaban, por virtud de su pedacito de cristal, en troncos gruesos; disecó cuidadosamente la cabeza de una mosca, ensarto la masa encefálica en la finísima aguja de su microscopio, miró y quedo asombrado, era Leewenhoek como un cachorro que olfatea todo lo que tiene a su alrededor sin asco, sin tino ni respeto. Cada vez se maravillaba más de lo que descubría por medio de un lente, sin embargo no escribía nada acerca de lo que observaba; ni mucho menos dibujaba; pasando así cerca de 20 años en el aislamiento con su trabajo.

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