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Enviado por   •  8 de Agosto de 2018  •  Tutoriales  •  2.805 Palabras (12 Páginas)  •  81 Visitas

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MEMORANDO A LAS EJECUTIVOS DE EMPRESA

Tres distinguidos académicos, Robert Simons, Henry Mitzberg y Kunal Basu, preocupados por la pérdida de valores en el mundo empresario, decidieron formular una advertencia a los presidentes ejecutivos de las compañías: los negocios y el propio capitalismo están en una encrucijada.

Robert Simons es profesor de administración de empresas en la Escuela de Negocios de Harvard. Henry Mintzberg es profesor de estrategia y organización en la Universidad de McGill, de Montreal, y autor de una decena de libros. Kunal Basu es director del Oxford Advanced Management Programme y creador del International Masters Programme in Practising Management, un emprendimiento común de instituciones del Reino Unido, Francia, India, Japón y Canadá.

MEMORANDO

Los negocios están ante una encrucijada. El capitalismo enfrenta una crisis. Todos los que creemos en los negocios –desde los presidentes ejecutivos hasta los profesores de administración de empresas- debemos reconocer que hemos contribuido a esta crisis. El problema es simple, pero profundo: estamos cautivos de cinco “verdades a medias”, que configuran nuestro pensamiento sobre los negocios y la forma en que los llevamos a cabo. Como resultado, es posible que estemos participando de un proceso de destrucción de lo que realmente valoramos.

Enron, Andersen, Global Crossing: estas catástrofes comerciales son simplemente la punta de un iceberg negro. Bajo la superficie yace una cultura cada vez más orientada al interés personal. De algún modo, es natural que ocurra: queremos tener éxito, competir, lograr. Pero, llevada al extremo, la glorificación de la codicia está provocando una desconexión entre los intereses de unos pocos y el bienestar de muchos. En consecuencia, la confianza pública en los negocios y en las grandes instituciones ha sido zarandeada.

La recuperación está en el aire. Pero lo que se ve son preocupados trabajadores que sienten un profundo desasosiego. Coléricos funcionarios electos que claman por controles, y un palpable temor de los inversores, cuyas seguras vidas pueden estar en riesgo. Como académicos y líderes de negocios, debemos desafiar lo que hacemos y lo que enseñamos. Durante años hemos estado atrapados en un cuestionable conjunto de creencias-premisas que son, en el mejor de los casos, verdades a medias. Las siguientes son las cinco verdades a medias de los negocios.

PRIMERA VERDAD A MEDIAS: LO ÚNICO QUE IMPORTA ES NUESTRA CONVENIENCIA

Lo planteamos como si fuera la primera ley de los negocios. En nuestras clases de finanzas estamos enseñando una visión del mundo según la cual cada uno de nosotros está obsesivamente interesado en sí mismo, e intenta maximizar su ganancia personal. El hombre económico, les decimos a nuestros estudiantes, tiene una meta: más. Y para conseguir más, estamos dispuestos a hacer cualquier cosa.

Esta es, por supuesto, una verdad a medias. Hasta cierto punto, todos somos egoístas. Y hoy, quizás más que nunca, hay una cantidad de individuos –líderes de negocios, financistas, consultores, atletas, profesores- deseosos de ponerle precio a su integridad. Hay gente que solo quiere más y está dispuesto a lo que sea para capturarlo, y a obtener todo lo que sea posible.

Pero no todos están interesados en sí mismo todo el tiempo. Todavía hay presidentes ejecutivos que no quieren sacrificar intereses de largo plazo por ganancias inmediatas, financistas que se apartan de acuerdos poco éticos, consultores que siempre son honestos con sus clientes, atletas que no avalan productos inservibles, y profesores que se rehúsan a torcer la verdad como testigos expertos. Para ellos, la integridad y el respeto por uno mismo son valores básicos, que no están sujetos a negociación.

Más allá de los bienes materiales, hay una percepción interior de lo correcto. Más allá de los cálculos está la valoración. De hecho, la esencia del verdadero liderazgo y la gestión responsable es la capacidad de diferenciar entre valores centrales, profundamente arraigados, y la posibilidad de ganancias a corto plazo.

Pero la verdad a medias del hombre económico introduce una cuña de desconfianza en la sociedad. Si creemos que cada uno de nosotros no es otra cosa que un especulador, nos convertimos en una sociedad calculadora. Y si cada uno busca solo su conveniencia, los negocios no funcionan. Si bien necesitamos iniciativa individual, vivimos en un contexto de compromiso social.

SEGUNDA VERDAD A MEDIAS: EL FIN DE LAS CORPORACIONES ES MAXIMIZAR EL VALOR PARA EL ACCIONISTA

Los analistas, los medios y los inversores, evalúan, critican y premian a las empresas y a sus presidentes ejecutivos en función de estándares individuales de desempeño.

Lo cierto es que con la actual adoración del valor para el accionista, estamos trastocando nuestras creencias y conductas previas. Solíamos decir que las corporaciones existían para servir a la sociedad. Después de todo, ésa era la razón por la cual se las autorizaba o se les revocaba el permiso para actuar. Solíamos reconocer a las corporaciones como instituciones económicas y sociales, y como organizaciones diseñadas para servir a un equilibrado conjunto de grupos involucrados, y no sólo a los intereses económicos de los accionistas. De hecho, durante años, los presidentes ejecutivos de las 200 mayores compañías de los Estados Unidos hicieron conocer sus puntos de vista en la forma más elocuente posible. Los que se reunían en una asociación comprometida con la política pública, por lo general exhibían una filosofía equilibrada respecto a la responsabilidad corporativa. Esto es lo que escribieron en 1981, en sus estatutos sobre el tema: “Uno de los problemas fundamentales que se le plantea a la administración de las empresas es balancear las expectativas del accionista, que pretende el máximo retorno, pero también hay que atender los legítimos intereses de otros grupos con derecho a elegir: clientes, trabajadores, comunidades, proveedores y la sociedad en general”.

Pero, en 1997, la asociación proclamó algo que puso en evidencia que estaba dando una notable vuelta en “U”. Su informe sobre el ejercicio del poder en las corporaciones asignó una nueva prioridad a los presidentes ejecutivos: maximizar el valor para los accionistas. “La noción de que la junta directiva debe, de algún modo, balancear los intereses de los accionistas con los de otros grupos involucrados, malinterpreta básicamente, el papel de sus miembros. Además, es un concepto impracticable, porque dejaría a la junta directiva sin un criterio para resolver los conflictos entre los intereses de los accionistas y los de otros grupos, o entre diferentes grupos de involucrados”.

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