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Crateres


Enviado por   •  22 de Junio de 2015  •  Tesis  •  2.642 Palabras (11 Páginas)  •  191 Visitas

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UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRES

TECTONICA

CRATERES FORMADOS POR IMPACTOS DE METEORITOS

Los meteoritos que caen sobre los astros pueden tener dimensiones muy diferentes comprendidas entre la de ínfimos granos de polvo y la de asteroides de decenas de kilómetros. La energía cinética de un meteorito es tan grande que su disipación brusca en el suelo provoca su fragmentación violenta, como si explotara.

Ha habido casos, cuando la masa del meteorito ha sido muy grande, en los que la lava procedente del interior irrumpe en la excavación y forma un lago que, al solidificarse, confiere al cráter un fondo llano. En razón de su forma, los cráteres de ese tipo se denominan circos.

La extraordinaria potencia de esos proyectiles caídos del cielo queda fácilmente explicada por su velocidad (de 50.000 a 100.000km/h) y por su masa. La combinación de estos dos parámetros se traduce en una energía cinética colosal: un meteorito de 250 m de diámetro llegado a 75.000 km/h libera tanta energía como el mayor terremoto terrestre o erupción volcánica que la historia de nuestro planeta conozca.

Se ha demostrado experimentalmente que la forma de los cráteres es idéntica a la que resulta de la explosión en el suelo de un proyectil o de una bomba, o sea la de un tazón (la voz cráter viene del griego "vasija"). El cráter de impacto genera una serie de modificaciones sobre el paisaje producido por el violento suceso de colisión provocado, dando lugar a rocas modificadas llamadas brechas, y además arroja gran cantidad de material fundido en las inmediaciones del área.

En los planetas que tienen una envuelta gaseosa los cráteres son menos numerosos. La fricción con la atmósfera frena bruscamente a los meteoritos y éstos sufren un calentamiento muy intenso. Su temperatura llega a millares de grados y puede dar lugar a tres fenómenos diferentes según sean la composición, la masa, la velocidad, la dirección y la forma del meteorito. Se puede producir volatilización a gran altura (cae entonces lentamente al suelo un polvillo meteorítico); desintegración cerca del suelo, debida a la enorme diferencia de temperatura entre el interior y el exterior del meteorito (en cuyo caso los fragmentos mayores proyectados en la dirección del suelo se comportan en el terreno como si fueran otros tantos meteoritos primarios); desgaste considerable durante la travesía de la atmósfera (ablación). En este caso puede llegar al suelo algo así como un bloque homogéneo, que si mide varios metros produce la desintegración explosiva ya señalada. Así, la presencia de atmósfera tiene como consecuencia la reducción del número y las dimensiones de los meteoritos que llegan al suelo.

Además, la atmósfera ejerce otras acciones que con el tiempo borran las huellas dejadas en el suelo por estos impactos. Se trata de la erosión, que puede revestir muchas formas: aguas corrientes, viento, congelación y descongelación del suelo, actividad biológica, etc. Todo ello concurre a colmar las depresiones de los cráteres y a desgastar la muralla de los circos.

Según una revista científica llamada “Meteoritos Canarias”

Los cráteres de impacto, también llamadas Estructuras de Impacto, como su nombre indica, son cráteres producidos por el impacto de grandes cuerpos sobre la superficie de otro. Son estructuras que dominan en superficies como la Luna (donde se contabilizaron más de 10.000 solo en la cara visible), Mercurio y Marte.

El bombardeo al que los planetas son sometidos por meteoritos asteroides y cometas resulta ser un proceso fundamental en el órden del Sistema Solar. En nuestro planeta conocemos unos 30 cráteres de impacto, producidos por cuerpos de una masa considerable cuyo peso se estima que debe ser superior a las 200 Toneladas.

Es preciso que el meteorito tenga tal masa ya que cuando un meteorito choca contra el suelo a velocidades superiores a los 2,5 km/s (unos nueve mil kilómetros por hora) este se comporta como si fuera un material fluído. Por esto a los choques producidos a estas velocidades, se les denominan “impactos a hipervelocidad”.

En la Tierra, debido a la atmósfera, que actúa como freno, es necesario que la masa del cuerpo sea superior a la masa crítica de las 200 tm para que produzca un cráter considerable. A esto hay que sumarle la necesidad de que el cuerpo entre a una velocidad suficiente para producir el impacto a hipervelocidad.

Sin embargo, en planetas o satélites que carecen de atmósfera, el impacto de meteoritos a hipervelocidad producen gigantescos cráteres. La energía cinética del impacto que lleva el meteorito se libera transformándose en calor en el momento mismo del impacto. Cuando la masa del cuerpo, o su velocidad, alcanzan una determinada magnitud, la energía liberada es tal que el material del que se compone éste se funde o volatiliza. Es la excitación de los electrones que componen este material volatilizado lo que produce que el impacto se vea acompañado de una falsa luz.

PROCEDENCIA DE LOS METEORITOS

Los meteoritos que se han hallado en la Tierra, procedentes del espacio exterior, pero formados dentro del Sistema Solar, fueron formados de la misma materia que el resto de cuerpos del mismo. Materia estelar que, durante los últimos miles de millones de años habría sufrido procesos de diferenciación más o menos importantes.

Encontramos la Ley de Bode, que anunciaba la existencia de un planeta que orbitaría el sol entre Marte y Júpiter. Por otra parte, los primeros autores, incluídos Ringwood (1961) y Rittmann (1962) aventuraron a publicar la Hipótesis del cuerpo único, según las cual para ellos, todos los meteoritos proceden de un mismo cuerpo estelar de órbita heliocéntrica entre Marte y Júpiter, y cuyo tamaño sería muy parecido al de la Luna, esto es, poco más de 3.000 kms de diámetro y cuyo origen sería el mismo del resto de planetas del Sistema; acreción de partículas de Materia Solar.

Se aventuró que las acondritas halladas en la Tierra procederían de la Corteza de dicho planeta. Las condritas tendrían origen en el Manto, y del Núcleo los sideritos y siderolitos.

Este planeta único dieron por posible que, sometido a las grandes fuerzas gravitacionales que recibía del Sol y de Júpiter, sufrió una primera fragmentación, y por colisión entre fragmentos, sucederían nuevas fragmentaciones.

Urey (1959) propuso la existencia de varios cuerpos padres, cuyo tamaño oscilaría entre 500 a 3000 km (planetario y asteroidal básicamente), y que no se considerarían fragmentos de un único planeta, sino “planetesimales” cuyas masas nunca llegaron a acrecionar debido a la influencia

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