Delfines
eduardohvInforme30 de Septiembre de 2014
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El delfín, como los demás cetáceos, respira con menor frecuencia que otros mamíferos pero su respiración es más profunda, renovando mayor cantidad de aire en los pulmones asimilando mejor el oxígeno. Su aparato respiratorio presenta adaptaciones dirigidas a impedir que el agua pueda entrar en las vías respiratorias, los conductos son sinuosos y la laringe se extiende hacia la cavidad nasal en lugar de hacia la garganta.
Los delfines respiran a través de un orificio en la superficie dorsal de la cabeza, llamado espiráculo. Cuando se sumergen, el delfín sostiene la respiración y cierra dicho orificio, lo abren y comienzan a exhalar a pocos centímetros de la superficie. Una vez en la superficie los delfines rápidamente inhalan y cierran el orificio antes de sumergirse otra vez.
La capacidad que tienen de almacenar oxígeno no está relacionada con el tamaño de sus pulmones sino con la modificación de su metabolismo y sistema circulatorio. Mientras que en un humano el 7% de su peso corporal es sangre, en los cetáceos es entre el 10 y el 15% de su peso corporal; además, los glóbulos rojos, responsables del aporte de oxígeno son más numerosos y la concentración de hemoglobina es mayor. Todo esto facilita la cantidad de oxígeno que la sangre puede transportar. En sus músculos se encuentra una proteína parecida a la hemoglobina llamada mioglobina, molécula que tiene gran afinidad por el oxígeno con lo que el aporte de oxígeno a los músculos se realiza con mayor eficacia y rapidez. La mioglobina existente en más concentración en los cetáceos que en los mamíferos terrestres es la que confiere a sus músculos el color oscuro característico.
Si se toma en cuenta el volumen total de oxígeno que puede almacenar un delfín, contando con el contenido incluso en sangre y músculos y dividimos el resultado entre el consumo del animal en reposo, resulta que la cantidad de oxígeno almacenada es insuficiente para inmersiones largas como las registradas. Esto nos lleva a deducir que existen otros mecanismos que intervienen en el proceso. Se sabe por estudios realizados con delfines en aguas confinadas, que la frecuencia cardíaca varía en consonancia con la respiración, en inmersión late entre 30 y 40 pulsaciones por minuto; sin embargo, en superficie al tomar aire se acelera hasta 80-90 pulsaciones por minuto siendo éstas más numerosas en relación al tiempo de inmersión. Cuanto más tiempo ha estado sumergido el animal, más pulsaciones.
Existe también una estructura orgánica en los cetáceos que se cree tiene que ver con el tema que nos ocupa, se trata de las "Retia mirabilia", (Redes maravillosas). Es una compleja red de vasos sanguíneos que forman considerables masas de tejido en la pared interior del tórax y cerca de la columna vertebral. Se manejan diferentes posibilidades en relación a su función, pero dada su ubicación, en la parte superior del cuerpo, cerca del cerebro, pudiera ser que sirva de amortiguador de diferencia de presión, o para absorber burbujas de nitrógeno que pudieran formarse. También pudieran actuar como depósitos de sangre oxigenada principalmente para el cerebro, pero el funcionamiento concreto se desconoce.
El chorro que sale cuando el delfín exhala, se compone de aire húmedo en el que se condensa el vapor de agua al sufrir un enfriamiento, así como una emulsión de gotas de aceite procedentes de las células que recubren los conductos aéreos, mucus de las abundantes glándulas traqueales y surfactantes de los pulmones. Los surfactantes son lipoproteínas que reducen la tensión arterial de los fluidos pulmonares, contribuyendo a una más rápida y efectiva respiración. El soplido deja una película de grasa allí donde se posa y su olor mezcla de pescado pasado y aceite de motor es de lo más desagradable. La frecuencia de los soplidos está relacionada con la actividad del cetáceo en ese momento. En momentos
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