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GOTTFRIED WILHELM LEIBNIZ (1646-1716).


Enviado por   •  27 de Marzo de 2014  •  5.169 Palabras (21 Páginas)  •  273 Visitas

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GOTTFRIED WILHELM LEIBNIZ (1646-1716).

Nació en Leipzig, 1 de julio de 1646 Hannover y su muerte fue el 14 de noviembre de 1716) fue un filósofo, lógico, matemático, jurista, bibliotecario y político alemán.

Fue uno de los grandes pensadores de los siglos XVII y XVIII, y se le reconoce como "El último genio universal". Realizó profundas e importantes contribuciones en las áreas de metafísica, epistemología, lógica, filosofía de la religión, así como a la matemática, física, geología, jurisprudencia e historia. Incluso Denis Diderot, el filósofo deísta francés del siglo XVIII, cuyas opiniones no podrían estar en mayor oposición a las de Leibniz, no podía evitar sentirse sobrecogido ante sus logros, y escribió en la Enciclopedia: "Quizás nunca haya un hombre leído tanto, estudiado tanto, meditado más y escrito más que Leibniz... Lo que ha elaborado sobre el mundo, sobre Dios, la naturaleza y el alma es de la más sublime elocuencia. Si sus ideas hubiesen sido expresadas con el olfato de Platón, el filósofo de Leipzig no cedería en nada al filósofo de Atenas Ocupa un lugar igualmente importante tanto en la historia de la filosofía como en la de las matemáticas. Inventó el cálculo infinitesimal, independientemente de Newton, pero al que se adelanta en su publicación en 1684. y su notación es la que se emplea desde entonces. También inventó el sistema binario, fundamento de virtualmente todas las arquitecturas de las computadoras actuales. Fue uno de los primeros intelectuales europeos que reconocieron el valor y la importancia del pensamiento chino y de China como potencia desde todos los puntos de vista.

Junto con René Descartes y Baruch Spinoza, es uno de los tres grandes racionalistas del siglo XVII. Su filosofía se enlaza también con la tradición escolástica y anticipa la lógica moderna y la filosofía analítica. Leibniz hizo asimismo contribuciones a la tecnología y anticipó nociones que aparecieron mucho más tarde en biología, medicina, geología, teoría de la probabilidad, psicología, ingeniería y ciencias de la computación. Sus contribuciones a esta vasta lista de temas están desperdigadas en diarios y en decenas de miles de cartas y manuscritos inéditos. Hasta el momento, no se ha realizado una edición completa de sus escritos, y por ello no es posible aún hacer un recuento integral de sus logros.

Finalmente, obtiene Leibniz el cargo de bibliotecario y consejero de la corte de Hannover, en 1676, donde pública y escribe mucho, aunque no suele acabar sus escritos y se mantiene en comunicación científica y diplomática con las principales cortes de Europa y con los pensadores e investigadores de entonces, trama intrigas, traza planes, hasta que cae en desgracia de la corte y muere abandonado de todos en 1716.

1. De los varios modos de ser individuo.

Según Leibniz, la verdad puede ser buscada en dos grandes ámbitos: verdades de razón y verdades de hecho. Las verdades de razón son necesarias. Su negación implica contradicción. Su negación es falsa siempre. Hay dos verdades de razón: el principio de identidad y el principio de no contradicción. Para encaminarnos hacia lo individual hay que considerar las verdades de hecho, el ámbito de las experiencias factuales que conocemos mediante la experiencia.

Ya Platón y Descartes habían realizado una crítica de lo factual. El primero había hablado de la doxa que se asienta únicamente sobre lo sensible, y por lo mismo no se remonta al fundamento de las impresiones o sensaciones que recibimos de los objetos. No es allí donde hay que buscar los existentes auténticos. Descartes ejerció su duda metódica y trituró los contenidos sensibles al ser éstos indignos de confianza. Lo mismo hizo con la hipótesis del genio maligno que proyecta sobre nosotros apariencias de objetos, haciéndonos creer que lo falso existe verdaderamente.

Para Leibniz, el punto de partida no puede ser simplemente el cogito. Si yo pienso, yo pienso algo, en algo. Mi pensar apunta, tiende, se refiere a algo o a alguien. No sólo pienso, sino que otros piensan y diversas cosas son pensadas por mí.

Dice Leibniz en la carta a Arnauld, dic. 1686:

"La unidad sustancial exige un ser constituido como indivisible e indestructible por medios naturales...lo cual (sólo puede encontrarse)...en un alma o forma sustancial al modo de lo que se llama yo".

El Yo es una sustancia y las cosas en las que pienso también son objetos. Existe una multiplicidad de egos, de sustancias indivisibles, por ser irreductiblemente simples y tales que son indescomponibles en cuanto semejantes yoes. Cada yo es irreductible a todos los demás.

El individuo es la sustancia, porque es indivisible. Por otra parte, jamás los individuos coinciden absolutamente entre sí. Principio de los indiscernibles:

"no es posible que haya dos individuos semejantes o diferentes solo numero" Carta a Arnauld, 14 de julio de 1686.

En el mundo de los seres ideales, figuras geométricas puras, cabe imaginar entes absolutamente similares. Pero entre los individuos siempre hay diferencias.

Cada forma sustancial es una mónada, una sustancia simple. Cada ser vivo incluye una forma sustancial.

Ni los seres imaginarios o de ficción, ideales o sueños son sustancias. Están sustentados en la sustancialidad de aquellos que los engendran. No son reales, sino ideales.

Tampoco el cuerpo, la extensión es una sustancia, ni cabe encontrar en lo material forma sustancial que corresponda a la materia.

Los átomos no van a ser materiales, sino puramente formales: mónadas. Veamos el concepto leibniziano de materia:

"Considero que el número de almas, o por lo menos de formas, es completamente infinito y que, al ser la materia infinitamente divisible,no cabe asignar ninguna parte de materia lo suficientemente pequeña como para que no haya dentro cuerpos con almas, o por lo menos con forma sustancial, es decir, sustancias corporales" Carta a Arnauld, 9-X-1687.

2. El proyecto de Leibniz.

Cuando estudiamos a Aristóteles, en particular, su teoría de las categorías, vimos al Estagirita confrontado al problema de las condiciones de posibilidad de la distinción. El Estagirita como vimos, consiguió dar cuenta sin dificultad de la multiplicidad que se inserta en el seno de un género, encontrar razón de la variedad específica. Ciertamente, las categorías o géneros supremos se resistían a ser

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