LOS GRANDES ENSAYOS DE LA CIENCIA
EcCadena28 de Septiembre de 2012
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( 1 ) CHARLES DARWIN
Darwin le escribió a un amigo en 1844:”por fin hay un rayo de luz, y estoy casi convencido (muy al contrario de la opinión con que inicié todo esto) de que las especies no son (es casi como confesar un asesinato) inmutables”
Charles Darwin (1809-1882) fue un hombre de extraordinaria paciencia y humildad. Casi convencido escribió, ¡después de diez años de afanosos trabajos de reunión de datos, y catorce antes de sentirse obligado a publicar sus opiniones! La teoría de la evolución ya había sido propuesta, pero no fue hasta que Darwin publico el origen de las especies, en 1859, que tan gigantesca cantidad de evidencia fue reunida en un argumento ordenado e irrefutable. Ciertamente sí se había cometido un asesinato. El libro dio un golpe mortal a las interpretaciones, que prevalecían, de los primeros capítulos del Génesis, y la ortodoxia cristiana no volvió a ser la misma.
El mismo Darwin, joven biólogo a bordo del Beagle, era tan ortodoxo que los oficiales de la nave se reían de su propensión a citar las escrituras. Luego la incredulidad reptó hasta mí con muy lento paso –recordaría–, mas finalmente se completó. Todo fue tan lento que no me sentí perturbado. La frase “por el creador”, de la ultima oración del texto que hemos elegido, no aparecería en la primera edición del origen de las especies fue arreglada en la segunda para conciliar a clérigos iracundos. Después escribió: ”me he arrepentido durante mucho tiempo de haber concedido a la opinión publica y usando el término del Pentateuco creación, cuando en realidad quería decir aparición por un proceso completamente desconocido.”
Nada supo Darwin, por supuesto, de la moderna teoría de la mutación. Él creyó que el medio ambiente podía modificar a un organismo individual. Y que estas modificaciones podían transmitirse en el torrente sanguíneo al plasma del germen y pasar así a la siguiente generación. Este aspecto lamarckiano de su punto de vista hace mucho ha sido descartado, pero la selección natural por la supervivencia del más apto sigue siendo un hito indispensable del proceso de evolución. Escribe Darwin: ”Hay grandeza en esta visión de la vida.” Y la hay también en las afirmaciones nada pretenciosas de este hombre grande y modesto.
( 1 ) Recapitulación y conclusión
CHARLES DARWIN
HE RECAPITULADO LOS HECHOS y las consideraciones que me convencieron por completo de que las especies han cambiado, en su larga descendencia. Esto se ha efectuado sobre todo a través de la selección natural de numerosas, sucesivas y ligeras variaciones favorables, auxiliadas en forma importante por los efectos heredados del uso y desuso de partes y, en forma menos importante, en relación con las estructuras adaptables pasadas o presentes, por la acción directa de las condiciones externas y por condiciones externas y por variaciones que, en nuestra ignorancia, se dirían espontáneas. Se ha dicho que no llegue a considerar que estos últimos modos de variación llevan a modificaciones permanentes indispensablemente de la selección natural. Pero como mis conclusiones han sido tan tergiversadas, y como se ha declarado que atribuyo a la modificación de las especies exclusivamente a la selección natural, se me permitirá señalar que en la primera edición de esta obra, y subsecuentemente, he colocado en mi conspicua posición –al final de la introducción– las siguientes palabras. “estoy convencido de que la selección natural ha sido el medio principal, que no el único, de las modificaciones.” De nada ha servido. Grande es el poder del falseamiento constante, mas, venturosamente, la historia de la ciencia muestra que este poder no perdura.
Difícilmente podría suponerse que una teoría falsa explicara, en forma tan satisfactoria como la teoría de la selección natural, los múltiples tipos de hechos mencionados. Recientemente se ha objetado que esta forma de argumentar es insegura: pero es método que usamos al juzgar los sucesos de la vida diaria, y lo han usado muchas veces los más grandes filósofos naturales: así se ha llegado la teoría ondulatoria de la luz; y en poca o ninguna evidencia directa, hasta hace poco, se basaba la teoría de que la tierra gira sobre su propio eje. No es objeción válida que la ciencia no haya aún dado alguna luz al mucho más grave problema de la esencia o el origen de la vida. ¿Quién puede explicar la esencia de la atracción de la gravedad? hoy nadie se opone a llevar hasta el fin los resultados consecuentes de este desconocido elemento de atracción, sin que importe que Leibniz acusó a Newton de introducir "milagros y ocultas cualidades en la filosofía".
No veo razón por la que los puntos de vista de este volumen deban sacudir los sentimientos religiosos de nadie. Buena muestra de lo transitorias que son tales impresiones es recordar que el descubrimiento más grande del hombre, la ley de la gravedad, también fue atacado por Leibniz, quien dijo que era "subversiva a la religión natural". Un célebre y religioso autor me ha escrito que ha aprendido rendido "a ver qué es tan noble pensar que Dios creó unas cuantas formas originales capaces de desarrollarse hasta ser otras formas necesarias, como pensar que Él tuvo que crear de nuevo para llenar los huecos que causó la acción de sus leyes".
¿Por qué se puede preguntar, hasta hace muy poco todos los biólogos y geólogos vivos descreían de la mutabilidad de las especies? Es imposible decir que los seres orgánicos no cambien por naturaleza; no puede probarse que la cantidad de cambios a través de los evos sea limitada; no se ha podido, ni se puede, trazar una división entre las especies y sus bien marcadas variedades. Imposible sostener que las especies, cuando se entrecruzan, sean invariablemente estériles, ni que las variedades sean siempre fértiles, o que la esterilidad sea un don especial o un signo de creación. La creencia de que las especies eran productos inmutables fue prácticamente inevitable mientras se creyó que era corta la historia del mundo;
hoy que tenemos cierta idea del verdadero lapso, muy bien podemos asumir, sin pruebas, que el historial geológico es tan perfecto que nos habría brindado clara evidencia de la mutación de las especies de haber sufrido mutaciones.
Mas la causa principal de nuestra natural indisposición a aceptar que una especie haya dado origen a otra muy distinta es que solemos rehusarnos a admitir grandes cambios si no vemos sus diferentes pasos. La dificultad es idéntica a la que tuvieron muchos geólogos cuando Lydell insistió en que las serranías y los riscos y los grandes valles de la tierra fueron formados por agentes que aún vemos trabajar. La mente no puede asir ni siquiera el significado del término un millón de años: no puede sumar ni percibir todos los efectos de muchas pequeñas mudanzas, acumuladas en un número casi infinito de generaciones.
Aunque estoy plenamente convencido de la veracidad de las ideas dadas en este libro como resumen, de ningún modo espero convencer a los biólogos experimentados, cuyas mentes están llenas de opiniones que, a través de muchos años, han sido directamente opuestas a las mías. Es muy fácil esconder nuestra ignorancia tras expresiones como ''el plan de la creación'', la "unidad del destino", etcétera, y también lo es creer que estamos ofreciendo explicaciones cuando meramente renunciamos una realidad. Rechazará mi teoría quien dé más peso a dificultades no explicadas que a la explicación de una cierta cantidad de hechos. Algunos biólogos, que poseen el don de la flexibilidad mental y que ya han comenzado a dudar de la inmutabilidad de las especies, acaso se verían influidos por este volumen; mas tengo confianza en el futuro, en los jóvenes biólogos que podrán ver con imparcialidad ambos lados del problema. Aquel que llegue a creer que las especies cambian hará un bien si expresa conscientemente su convicción; tal es el único modo en que desaparecerán los prejuicios que hoy abruman la materia.
Recientemente, muchos eminentes biólogos han publicado su creencia de que numerosas especies en cada género no son especies reales, pero que otras especies son reales, es decir, han sido creadas independientemente. Extraña conclusión me parece ésta. Admiten que una multitud de formas, que hasta hace poco ellos mismos creían creaciones especiales (y que hoy la mayoría de los biólogos coincide en que eso son), y cuyas características externas son, en consecuencia, las de una especie verdadera, admiten, repito, que han sido producidas por variaciones, mas se niegan a extender esa opinión a otras formas ligeramente distintas. Sin embargo, no pueden definir ni aun conjeturar cuáles formas de vida son creadas y cuáles producidas por leyes secundarias. Admiten la mutación como vera causa en un caso, arbitrariamente la rechazan en otro, y eso sin asignar distinción a ninguno de los dos. Llegará el día en que esto sea visto como curioso ejemplo de la ceguera de una opinión preconcebida. Estos autores parecen igualmente asombrados ante un acto de creación milagroso que ante un común nacimiento. ¿pero creen realmente que en los innumerables periodos de la historia de la tierra se le ha ordenado a ciertos átomos elementales que se conviertan de repente en tejido vivo? ¿Creen que en cada supuesto acto de creación uno o varios individuos fueron producidos? ¿La infinita variedad de animales y plantas fue creada en forma de huevo o semilla o como seres desarrollados? Y en el caso de los mamíferos, ¿fueron creados con
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