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La Sexualidad


Enviado por   •  2 de Abril de 2013  •  630 Palabras (3 Páginas)  •  295 Visitas

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La sexualidad de la mexicana

Juana Armanda Alegría

Existen en el ambiente ciertos estereotipos de conducta, tanto masculina como femenina, de acuerdo a los cuales se modela el carácter y la manera de ser de la niñez de ambos sexos. (…).

La abnegación. El masoquismo de la mujer con sus innumerables variantes perfectamente bien sintetizadas en el concepto de la abnegación, constituye la trampa más perfecta para su nulificación humana y por ende para el atropello y denigración de sus derechos esenciales.

La abnegación implica una idea de renuncia, un no desear para sí, una perenne limitación. Desde niñas, las mujeres aprenden todas las actitudes “propias” de su sexo y saben que deben asimilarse a ellas, de modo que en la medida en que crecen y conforman los “ideales femeninos” aceptados, el círculo vicioso se cierra.

La mujer abnegada es aquella que sabe soportar con resignación enfermiza las adversidades de la vida, es decir, la que no protesta, la que nunca se rebela ni exige, la que se olvida de sí misma en favor de los demás, de otros, en resumen la que se nulifica.

(Página 273)

La servidumbre. El servilismo atávico de la mujer mexicana es a su vez consecuencia y motivo de la abnegación. El hecho de servir es para las mexicanas más que una actitud una filosofía; ellas no son serviles en cuanto que hacen esto o aquello en favor de otros, sino más bien en la medida en que sirven con todo su ser, es decir, en cuanto a que se someten de manera absoluta a los intereses de quienes las rodean.

La mujer en México es un ente al servicio de los hombres, es alguien con quien ellos cuentan incondicionalmente, en cualquier circunstancia, positiva o negativa, y regularmente sin ninguna remuneración.

La actitud sexual. Sexualmente las mujeres también prestan un servicio no remunerado. No hablemos aquí de la remuneración económica, puesto que en términos estrictos, el placer sexual solamente puede ser compensado con placer, y a la mayoría de las mexicanas les está vedado eso.

(274)

El hombre mexicano, en sus relaciones sexuales, no acostumbra considerar a la mujer, sino que se limita exclusivamente a lo suyo; la frigidez con que las mujeres reaccionan les parece normal. Y no le dan mucha importancia a su propia insensibilidad sexual.

Las mexicanas viven las relaciones sexuales como un tabú que lejos de ser fuente de placer, se les antoja repugnante, lo cual en mucho condiciona su frigidez.

(274)

(…)

El hombre, en cambio, se reserva para sí todas las libertades sexuales con desmesurada exaltación. Ejercer la práctica sexual es una de las funciones predilectas

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