La contaminacion ambiental, percepción global del problema

Una falacia sin demostrar

Existe un debate sobre la finalidad de las empresas y sus objetivos estratégicos. Por un lado la teoría de la supremacía de los accionistas de planteada por Milton Friedman en la cual expone que el único interés de los accionistas es incrementar los beneficios en las empresas  Vs la teoría de los actores planteadas por Edward Freeman, en la cual La única forma de crear valor para los accionistas en el mundo actual es prestar atención a los clientes, proveedores, empleados, comunidades y accionistas al mismo tiempo. (Argandoña, 2022)

En este sentido y desde mi experiencia “La falacia de la separación” no es tan falacia en la práctica, considero que es una realidad en el mundo empresarial.  Dicha situación debe cambiar, pero solo lo hará cuando para las empresas y los accionistas sea rentable implementar estas políticas verdes y sostenibles en el tiempo. Dicha transición la concibo teniendo en cuenta la concepción y proporción mundial del problema de la contaminación y el cambio natural o forzado de las tendencias de consumo.

EL primer aspecto lo llamo la proporcionalidad de la contaminación y quiere decir que esta problemática recae con mas fuerza en algunas naciones que en otras. Lo anterior,  por la proporcionalidad en los niveles de contaminación. En el grafico abajo (Arteaga, 2022) vemos como tres países contaminan  mas de la mitad de las emisiones de CO2 mundiales. En este marco, los principales esfuerzos y las tendencias en el ahorro deberían empezar por estos países y esto fomentaría que todas las demás economías contaminen mucho menos al replicar estas prácticas.

Como lo expone Jean Paul Tirole (premio nobel de economía 2014) en su libro “la economía del bien común”, acerca del problema del parásito (Tirole, 2017) en la cual expone que los beneficios de la atenuación del cambio climático son globales y a largo plazo y sus costes son locales e inmediatos, por lo cual muchos  países no  se atreven a llevar esta bandera por el posible coste en su competitividad y por ende en su economía nacional, y también por el bajo impacto que tendría teniendo en cuenta las estadísticas globales. Igualmente sancionar a las empresas que contaminan puede llevar a que se trasladen a países donde contaminar sea mas barato, lo que genera una fuga de capital en el país manteniéndose el mismo nivel de contaminación mundial.

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En conclusión para que la falacia de la separación sea falacia se deben encontrar nichos de mercado en donde realmente sea rentable producir bajo estándares de sostenibilidad y no sea una iniciativa altruista muy loable pero poco competitiva en el mercado. Para que estos nichos de mercado existan de manera perdurable en el tiempo es indispensable la intervención de coordinada de los estados los cuales deben fomentar   una concientización sobre  los daños de la contaminación y las beneficios de implementar en la sociedad  hábitos y tendencias de consumo verde, sobre todo en los países que mas contaminan por una vía mixta: concientización pedagógica e implementando política publica contundente de sanción y recompensa.  

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