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Masacre de los conejillos de indias


Enviado por   •  29 de Agosto de 2017  •  Documentos de Investigación  •  852 Palabras (4 Páginas)  •  835 Visitas

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Masacre de los conejillos de indias

Introducción

El tema el que se va a presentar es sobre la matanza de tantos conejillos de india para la salvación de unos niños, se trata de un científico que se llama Pasteur que hacía investigaciones pero que tiene que abandonarlo; pero él tenía un ayudante que continuo con las investigaciones de su maestro. En poco tiempo descubrió un veneno que era muy fatal, tuvo demasiadas quejas, pero Roberto trabajaba duro, su discípulo descubrió que la sangre de los conejillos de india contra atacaba al veneno que el accidentalmente había hecho.

Ellos dos hicieron tantos experimentos para poder descubrir la antitoxina del veneno, pero ellos lo llevaron muy enserio tanto que mataron demasiados conejillos, con tal de descubrir la antitoxina de la difteria, por cada experimento, pagaban mil fracasos. Pero lograron descubrir la antitoxina diftérica. Sin embargo, no lo habrían conseguido sin el modesto descubrimiento de Federico Loeffler.  

La matanza de tantos y tantos conejillos de Indias, se hizo para salvar la vida de muchos niños. Como podemos leer, en la primera línea se trata de experimento que ayudo a mucha vida joven, pero a cambio se tuvo que sacrificar algo para poder conseguir eso. Emilio Roux, el fanático ayudante de Pasteur, continuó las investigaciones que el maestro había tenido que abandonar. En poco tiempo descubrió que el bacilo de la difteria destila un veneno extraño, este terrible suceso trajo muchos problemas para los animales y a los niños, este terrible suceso trajo mucha muerte por causa de él, Roberto Koch se sentía humillado por las quejas y maldiciones de los infelices desengañados de su pretendida cura de la tuberculosis, Emilio Behring, su romántico discípulo, descubrió en la sangre de los conejillos de Indias un poder extraño un algo desconocido que volvía completamente intensivo el poderoso veneno. Renació la esperanza en los hombres luego del desastre. La gente volvió a confiar en que los microbios se convertirían de asesinos, en inofensivos animalillos.  Cuántos experimentos hicieron para descubrir la antitoxina para el veneno. Hubo muchas muertes de los conejillos de india con tal de descubrir la antitoxina, por cada brillante experimento, salía mil fracasos. Pero lograron descubrirlo gracias a la ayuda de Federico Loeffler.

la difteria, que varias veces cada cien años presenta intensos altibajos en su virulencia, se encontraba, entonces, en uno de los períodos más sanguinarios; las salas de los hospitales infantiles ofrecían un aspecto funesto con tantos lamentos desoladores, los doctores mantenían todo bien con una cara positiva para los jóvenes, los jóvenes sufrían tanto para mantenerse con vida; pero por cada 10, 5 morían, en donde llevaban a los niños muertos se encontraba Loeffler, observaba los cadáveres con microscopio con tal de encontrar algo. Descubrió bacilos, microbios, estos bacilos aparecieron en toda la garganta y fue con sus maestros para mostrárselos. Loeffler examinó, uno tras otro, a los niños muertos; hurgó en todos los rincones de aquellos cuerpecitos; tino centenares de preparaciones de todos los órganos. Intentó, y pronto lo consiguió, desarrollar aquellos bacilos en estado de pureza, encontró aquellos microbios, en las gargantas destruidas por las membranas. Loeffler seguía las ordenes de Koch sin importar que, aunque no estuviera a gusto. Jamás ha existido un investigador más concienzudo que Loeffler, ni con menos imaginación que acelerase o estropease su precisión casi automática. Con todo cuidado se sentó a escribir un informe científico, modesto, frío, poco prometedor, que se limitaba a exponer los pros y los contras sobre la cuestión de si este nuevo bacilo era o no el causante de la difteria. Cuatro años más tarde, fueron confirmadas las palabras de Loeffler, al parecer: por un experimento de lo más fantástico que podemos imaginarnos y que terminó con un conejillo de Indias anegado. Qué desconcierto reinaba en Paris en aquella época, entre los cazadores de microbios Pasteur, en un estado de depresión después del triunfo conseguido con su vacuna antirrábica, dirigía con desgano la construcción de la rué Dutot, edificio valorado en un millón de francos. Pasteur estaba totalmente agitado; pero Roux, ayudado por el intrépido Yersin, que más tarde descubrió brillantemente el bacilo de la peste bubónica, se dispuso a buscar el modo de hacer desaparecer la difteria. Roux disecó tejidos de todos los rincones de aquellos cadáveres; hizo cultivos de los corazones y los bazos; pero no encontró ni un solo bacilo. Roux dejó de moverse entonces en un círculo vicioso, y se puso a investigar, a trabajar materialmente; sus probaturas fueron cosa peor que intentar poner en mar» cha un automóvil averiado sin tener la menor noción de lo que es un motor de explosión. Tomó unos cuantos matraces de gran tamaño, en los que puso caldo esterilizado, y sembró cultivos puros de bacilos diftéricos, colocándolos después en la estufa de cultivo. Así fue cómo Roux hizo que se cumpliera la profecía de Loeffler así fue cómo descubrió el fluido mensajero de las muerte que destila de los insignificantes cuerpos de los bacilos de la difteria; pero de ahí no pasó. Llegó a explicar cómo mata a los niños el microbio diftérico, pero no encontró manera de impedir sus fechorías.

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