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Me La SUda


Enviado por   •  10 de Febrero de 2014  •  9.249 Palabras (37 Páginas)  •  246 Visitas

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Más allá de la “cultura”:

Espacio, identidad, y la política de la diferencia

Akhil Gupta

James Ferguson*

Para un tema cuyo rito central de paso es el trabajo de campo, cuyo romance se ha quedado en la exploración de lo remoto (“lo más otro que lo otro” [Hannerz 1986]), cuya función crítica se ve recaer en la yuxtaposición de maneras de ser radicalmente diferentes (localizadas “en algún otro lugar”) con aquella de los antropólogos1, usualmente en la cultura Occidental, ha existido sorprendentemente poca auto-conciencia sobre el tema del espacio en la teoría antropológica. (Algunas excepciones notables son Appadurai 1986 y 1988b, Hannerz 1987, Rosaldo 1988 y 1989a). Este ensayo apunta hacia una exploración crítica de la manera en que las ideas recibidas sobre el espacio y el lugar han dado forma y han continuado dando forma al sentido común antropológico. En particular, deseamos explorar cómo el renovado interés por la teorización del espacio en la teoría posmodernista y feminista (por ejemplo, en Foucault 1980, Jameson 1984, Baudrillard 1988c, Deleuze y Guattari 1987, Anzaldúa 1987, Kaplan 1987, Martín y Mohatny 1986) – manifestado en nociones como vigilancia, panopticismo, simulacro, desterritorialización, hiperespacio posmoderno, tierras limítrofes, y marginalidad – nos obligan a reevaluar conceptos analíticos tan centrales en antropología como él de “cultura” y, por extensión, la idea de “diferencia cultural”.

Representaciones en el espacio en las ciencias sociales son notablemente dependientes de imágenes de rompimiento, de ruptura, de desunión. La habilidad de las

* Akhil Gupta y James Ferguson, "Beyond "Culture": Space, Identity and the Politics of Difference", en Akhil Gupta y James Ferguson (eds.), Culture, Power, Place. Explorations in Critical Anthropology. Duke University Press, Durham and London, 1997, pp. 33-51. Este documento fue originalmente publicado en Antropología Cultural (Cultural Anthropology) 7 (1): 6-23. Ya que nuestros pensamientos más recientes sobre cuestiones como espacio, lugar, e identidad han sido expuestos en el ensayo previo, no hemos revisado el presente documento sino que lo hemos reimpreso (aparte de unas pocas correcciones y actualizaciones) tal como apareció en 1992. Traducción de Warren Stowe.

1 Esto obviamente no es cierto en la literatura del “nuevo etnicismo”, véase textos como el de Anzaldúa 1987 y Radhakrishnan 1987.

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sociedades, naciones y culturas de distinguirse unas de otras se predica basándose en una división del espacio aparentemente no problemática, en el hecho de que ocupan espacios “naturalmente” discontinuos. La premisa de la discontinuidad forma el punto de partida desde el cual se teoriza el contacto, el conflicto, y la contradicción entre las culturas y sociedades.

Por ejemplo, la representación del mundo como una colección de “países”, como en la mayoría de los mapas del mundo, lo presenta como un espacio inherentemente fragmentado, dividido por diferentes colores en diversas sociedades nacionales, cada una “enraizada” en su propio sitio (compárese con Malkki 1997). Tanto se ha dado por sentado que cada país encarna sus propias cultura y sociedad distintivas, que los términos “sociedad” y “cultura” son anexados de modo rutinario a los nombres de los Estados-naciones, como cuando un turista visita la India para entender la “cultura India” y la “sociedad de india” o visita Tailandia para experimentar la “cultura tai” o los Estados Unidos para tener una idea de la “cultura norteamericana”.

Por supuesto, los territorios geográficos en los que las culturas y sociedades deben encajar no necesariamente deben ser naciones. Por ejemplo, sí tenemos una idea sobre las áreas culturales que yuxtaponen varias naciones-estados, o sobre naciones multiculturales. Tal vez en una escala más pequeña se encuentren nuestras suposiciones disciplinarias sobre la asociación de grupos culturalmente unitarios (tribus o pueblos) con “sus” territorios: por ende, “los Nuer” viven en “Nuerlandia”, y así sucesivamente. La ilustración más clara de este tipo de pensamiento son los clásicos “mapas etnográficos” que profesan desplegar la distribución espacial de los pueblos, tribus y culturas. Pero en todos estos casos, el espacio en sí mismo se convierte en una especie de cuadrícula neutral en la que la diferencia cultural, la memoria histórica, y la organización social se inscriben. Y es de esta manera que el espacio funciona como un principio central de organización en las ciencias sociales al mismo tiempo que desaparece del panorama analítico.

Este isomorfismo asumido del espacio, el lugar y la cultura da lugar a algunos problemas significativos. Primero, está el tema de los que habitan la frontera, aquella “franja estrecha entre filos abruptos” (Anzaldúa 1987:3) de los límites nacionales. La ficción de las culturas como un fenómeno discreto, como un objeto que ocupa espacios discretos, se vuelve intangible para los que habitan las tierras fronterizas. En relación con los habitantes de las fronteras están aquellos que viven de cruzarlas – trabajadores emigrantes, nómadas 2

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y miembros de negocios transnacionales y de la élite profesional. ¿Cuál es la “cultura” de los trabajadores del campo que pasan la mitad de un año en México y la otra mitad en los Estados Unidos? Finalmente, están quienes cruzan las fronteras más o menos permanentemente –migrantes, refugiados, exiliados y expatriados. En su caso, la separación entre lugar y cultura es especialmente clara: los refugiados de Khmer en los Estados Unidos llevan la “cultura Khmer” consigo del mismo modo complicado en que los inmigrantes de la India en Inglaterra transportan la “cultura de India” hacia su nuevo país de residencia.

Un segundo grupo de problemas originado por el mapeo implícito de las culturas en los lugares es que las diferencias culturales son tomadas en cuenta dentro de una localidad. El “Multiculturalismo” es, al mismo tiempo, un débil reconocimiento del hecho de que las culturas han perdido sus amarras en sitios definidos, y un intento de someter esta pluralidad de culturas dentro del marco de una identidad nacional. De manera similar, la idea de “subculturas” trata de preservar la idea

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