Noción del Aborto y generalidades

INTRODUCCION

En las últimas investigaciones en cuanto a la vida del ser humano dentro del seno materno, se ha encontrado que no hay diferencias entre nosotros, ya que come, duerme, sueña, toma líquidos, se chupa el dedo, igual que un niño recién nacido. La verdad es que es un ser humano que no debe ser destruido o dañado.

Dada la importancia de la vida, es lógico que la bioética cristiana empiece con la defensa de la capacidad procreadora del hombre y de la mujer. De ahí, la condena de la esterilización. Ésta puede ser directa o indirecta, física o química, temporal o perpetua.

Esterilización indirecta:

Es la que sigue de una intervención quirúrgica o de terapias químicas que es preciso llevar a cabo porque peligra la salud. Para la licitud deben concurrir tres condiciones: 1) que el órgano produzca un daño serio o sea una amenaza para el organismo; 2) que dicho daño no se pueda evitar más que mediante la extirpación o anulación de dicho órgano; 3) que la mutilación compense el bien que se espera alcanzar.

Esterilización directa:

Es la que tiene como objetivo eliminar un órgano reproductivo con el fin de evitar la generación de una nueva vida.

La esterilización directa “queda absolutamente prohibida, independientemente de la recta intención subjetiva de los agentes para proveer la salud o para prevenir un mal físico o psíquico que se prevé o se teme derivará en embarazo. Ciertamente está más gravemente prohibida la esterilización de la misma facultad que la de un acto, ya que la primera conlleva un estado de esterilidad, casi siempre irreversible. Y la autoridad pública no puede invocar, de ninguna manera, su necesidad para el bien común, porque sería lesivo para la dignidad e inviolabilidad de la persona humana” (SCDF, Sobre la esterilización (13.03.1975)).

El inicio de una nueva vida es un misterio en el que, junto a los esposos, Dios interviene con la creación individual del alma. Tal grandioso origen empieza a desdibujarse desde el momento en que esa acción creadora se convierte en un

Artificio productor de vida: la vida se crea, no se fabrica; es una persona, no un artilugio.

Donum vitae II, 1: “La tradición de la Iglesia y la reflexión antropológica reconocen en el matrimonio y en su unidad indisoluble el único lugar digno de una procreación verdaderamente responsable”.

1. Vida

1.1 Don divino

“Y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre…Quien vertiere sangre de hombre, por otro hombre será su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo él al hombre “ (Gn 9, 5-6)

Dios hizo una alianza con la humanidad haciendo un llamado a que reconozcamos la vida humana como un don divino.

El plan de Dios para propagar la vida a través de la naturaleza del hombre y de la mujer con sus más íntimas relaciones es perfecto. Querer alterar el proceso en el que se desarrolla la vida es contradecir su plan. Por lo tanto debemos reconocernos no como árbitros de las fuentes de la vida sino más bien administradores de su divino plan.

1.2 Dios dueño de la vida

Toda la vida humana es sagrada, desde el momento de su concepción hasta el último soplo de vida, puesto que toda vida humana ha sido amada y creada a imagen y semejanza del Dios vivo .

El hombre, desde que está en el seno materno pertenece a Dios quien lo forma con sus manos, quien lo ve mientras se va formando ese embrión y va viendo el adulto en el que se convertirá mañana, y cuyos días están contados y ya está escrita su vocación en el libro de la vida. (Sal 139 138, 1. 13-16).

El hombre es término personalísimo de la amorosa y paterna providencia divina.

El Profeta Jeremías dice: “ Me fue dirigida la palabra del Señor en estos términos: Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí”. (1, 4.5)

El Salmista por su parte se dirige de este modo al Señor; “ En ti tengo mi apoyo desde el seno, tú mi porción desde las entrañas de mi madre” (Sal 71,70)

También el evangelista Lucas en el magnifico episodio del encuentro de las dos madres, Isabel y María y de los hijos, Juan el Bautista y Jesús ocultos todavía en el seno materno señala como el niño advierte la venida del Niño y salta de alegría.

1.3 Responsabilidad

En la decisión de la muerte del no nacido, no solo incumbe a la madre, sino también de otras personas, como por ejemplo, el padre del niño, sin olvidar las presiones de familiares y amigos. Pero la responsabilidad también implica en los legisladores promovido por leyes que aprueban el aborto.

Una responsabilidad general no menos grave afecta tanto a los que han favorecido la difusión de una mentalidad de permisivismo sexual y de menosprecio de la maternidad, como a quienes debieron haber asegurado —y no lo han hecho— políticas familiares y sociales válidas en apoyo de las familias, especialmente de las numerosas o con particulares dificultades económicas y educativas.

Gracias al rápido desarrollo demográfico, se han notado cambios muy notables , muchos por temor de que la población mundial aumente las familias y vías de desarrollo, siendo que las autoridades tomen medidas más radicales.

Pero en cambio Dios ha dispuesto con sabiduría leyes y ritmos naturales que fecundan y que distancian por si mismos los nacimientos.

Para que el concepto del “amor conyugal” tenga su significado completo debe considerarse a la fuente suprema, como es decir, al mismo Dios, “El Padre de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra”. Por tanto el matrimonio no es efecto de la casualidad solo de una atracción biológica; es una sabia institución del creador para realizar en la humanidad su designio de amor. Los esposos, mediante su recíproca donación personal tienden a la comunión de sus seres en orden a un mutuo perfeccionamiento personal para colaborar con Dios en la generación y en la educación de nuevas vidas.

El amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de “paternidad responsable” :

- En relación con procesos biológicos paternidad responsable

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