Quimica Y Acdos
jce6924 de Noviembre de 2012
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Los ácidos y las bases no son sustancias extrañas que sólo los químicos emplean en sus laboratorios. En la vida cotidiana también usamos muchas sustancias cuya utilidad precisamente radica en su carácter ácido o básico. Por ejemplo, en la Limpieza doméstica y la limpieza corporal.
Entre los productos comerciales de limpieza doméstica es muy común el uso de sustancias que contienen amoníaco, NH3, una importante base débil. La sosa cáustica, hidróxido de sodio, una base fuerte, se emplea frecuentemente para desatascar las cañerías. El salfumán, una disolución comercial de ácido clorhídrico, es otro de los productos más utilizados en la limpieza doméstica. Todos estos productos, generalmente muy concentrados, deben emplearse con las debidas precauciones dadas su agresividad química. Muchos metales se oxidan en presencia del aire con formación de una capa de óxido.
Los ácidos y bases fuertes han sido utilizados con bastante profusión como agentes de limpieza. Estos compuestos atacan la suciedad y las costras, disolviéndolas y desprendiéndolas, pero también atacan a las rocas y generaran sales solubles al interaccionar con las mismas, por lo que son dañinos. Se aplican en disoluciones acuosas (a brocha o spray), debiendo humedecerse previamente la superficie. A continuación debe cepillarse para dispersar la solución homogéneamente sobre la superficie. Tras un tiempo de reacción que generalmente debe ser escaso (dependiendo de la concentración de la solución), debe aclararse abundantemente y neutralizar.
Los ácidos más comúnmente utilizados son: clorhídrico (ClH), fluorhídrico (FH) (ambos fuertes), fosfórico (PO4H3) y acético (CH3-COOH) (más débiles). El FH puede utilizarse para costras silicatadas.
Las bases son sosa caustica (NaOH) y potasa caustica (KOH). En soluciones concentradas atacan también a los silicatos.
Entre los productos comerciales de limpieza doméstica es muy común el uso de sustancias que contienen amoníaco, NH3, una importante base débil. La sosa cáustica, hidróxido de sodio, una base fuerte, se emplea frecuentemente para desatascar las cañerías. El salfumán, una disolución comercial de ácido clorhídrico, es otro de los productos más utilizados en la limpieza doméstica. Todos estos productos, generalmente muy concentrados, deben emplearse con las debidas precauciones dadas su agresividad química.
En ciertos productos de limpieza corporal, como es el caso del champús y geles de baño, suele constar en el envase el pH del producto que contiene, ya que la acidez de estas sustancias puede influir en la salud del pelo y de la piel. Nuestros cabellos están formados por largas cadenas de proteínas unidas entre sí mediante distintos tipos de enlaces. Los más débiles son los enlaces de hidrógeno, pues se rompen simplemente al mojarlos con agua, aunque se vuelve a formar al secarse. Un champú cuyo pH sea menor que 4 o superior a 8 afecta en mayor o menor grado al resto de las uniones entre las proteínas; en especial, un champú fuertemente alcalino, además de volver quebradizo el cabello, elimina excesivamente la grasa protectora que segregan las glándulas sebáceas del cuero cabelludo para evitar la deshidratación del cabello. Un pH alrededor de 5 es el más adecuado para un champú. En general, los productos de aseo corporal excesivamente alcalinos resecan y agrietan la piel.
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