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Respiracion


Enviado por   •  11 de Febrero de 2014  •  1.421 Palabras (6 Páginas)  •  191 Visitas

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El oxígeno es indispensable para respirar, por eso siempre lo hemos considerado como sinónimo de vida, de libertad, de alivio, o incluso de bienestar... cuando en realidad también nos hace enfermar, envejecer y morir. Esto último se debe a la formación de las denominadas especies reactivas del oxígeno.

El 21% del aire que respiramos es oxígeno. Además, éste forma parte del agua, de los óxidos, de casi todos los ácidos y sustancias orgánicas, y es uno de los principales elementos que forman la materia de la que se componen todos los seres vivos. Prácticamente todo el oxígeno atmosférico es de origen biológico. Al principio de la historia de nuestro planeta Tierra, la atmósfera primigenia no contenía oxígeno y tenía, por tanto, carácter reductor. Hace, aproximadamente, unos dos mil quinientos millones de años aparecieron los primeros organismos fotosintéticos capaces de foto-oxidar el agua a oxígeno. Tras varios millones de años, el oxígeno se fue acumulando en la atmósfera hasta alcanzar unos niveles que permitieron la formación de la capa de ozono, gracias a la cual la vida pudo salir del medio acuático y colonizar la superficie terrestre. Además, las condiciones atmosféricas se tornaron oxidantes, lo que permitió la aparición de nuevas funciones biológicas capaces de utilizar el oxígeno para la producción de energía, es decir, apareció la respiración aeróbia.

La elevada concentración del oxígeno en la atmósfera, y su aparente baja reactividad, ha generado la impresión de que es inofensivo. En realidad, el oxígeno reacciona y se combina con casi cualquier otro elemento pero, en la mayoría de los casos, sólo lo hace a altas temperaturas. Es decir, a temperatura ambiente reacciona, pero poco. Esto, junto con el hecho de que lo necesitamos para vivir, nos ha hecho pensar que es inocuo. En cambio hay muchos datos que indican que el oxígeno es tóxico y que lo es a prácticamente cualquier concentración. Por ejemplo, las plantas crecen mejor en su ausencia, en ambientes acuáticos los microorganismos se estratifican según capacidades antioxidantes, altas concentraciones de oxígeno generan toxicidad pulmonar y neurológica... Todo esto se debe a la formación de las denominadas especies reactivas del oxígeno (ROS), más reactivas que éste en su estado basal de triplete (3O2). Las principales son: los productos de la ruptura o de la excitación de la molécula de oxígeno, esto es, oxígeno atómico, ozono (O3) y oxígeno singlete (1O2), y las especies de oxígeno que están parcialmente reducidas. La formación de estas últimas es una consecuencia de que el oxígeno presenta dos electrones desapareados en su capa de valencia, con lo que puede sufrir una serie de reducciones mono-electrónicas que conducen a la formación de radical superóxido (O2•-), de peróxido de hidrógeno (H2O2) y de radical hidroxilo (HO•). De todas las ROS, el radical hidroxilo es el más tóxico y el responsable de la mayor parte de los daños celulares relacionados con el estrés oxidativo. Reacciona rápidamente, justo en el entorno donde se forma, oxidando lípidos, proteínas y provocando importantes lesiones en el DNA. En las células, se forma substancialmente mediante la reacción de Fenton, cuando el agua oxigenada acepta un electrón desapareado, por ejemplo, de un metal de transición como el Fe(II):

H2O2 + Fe(II) → Fe(III) + HO• + HO-

Para hacer frente a los peligros que engendra esta reacción, las células ponen en funcionamiento múltiples sistemas de defensa: sintetizan moléculas antioxidantes capaces de aprehender al radical hidroxilo como ácido ascórbico, α-tocoferol, o β-caroteno, regulan estrictamente las concentraciones intracelulares de hierro y sintetizan las enzimas antioxidantes catalasa y glutatión peroxidasa, cuya función es la de transformar agua oxigenada en agua.

Como complemento a estos sistemas de defensa, las células también han desarrollado una estrategia para mitigar la toxicidad particular del radical superóxido que proviene, en parte, de su capacidad para regenerar el Fe(II) requerido para la reacción de Fenton, según la reacción de Haber-Weiss:

H2O2 + Fe(II) → Fe(III) + HO• + HO-

O2•- +Fe(III)→ Fe (II) + O2

H2O2 + O2•- → HO• + HO- + O2

Además, la evidencia experimental sugiere que el superóxido también es capaz de destruir los centros sulfoférricos [4Fe-4S] de buen número de enzimas, que entrañaría una importante liberación de hierro, que a su vez potenciaría la producción de superóxido. Esto se debe a que el Fe(II) en solución

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