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Salud.


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2012  •  Tesis  •  450 Palabras (2 Páginas)  •  273 Visitas

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Esta historia es un hombre llamado Don Alfonso Pereira, caballero de la alta sociedad, se encuentra preocupado por sus problemas. Además de cuantiosas deudas, su mayor problema es ahora que su hija, Doña Lolita, de diecisiete años, ha quedado embarazada. Caminando por las calles de Quito, Don Alfonso se encuentra con su mayor acreedor, el Tío Julio, quien lo invita a tratar asuntos importantes en su despacho, un gabinete con puerta de cristales escarchados y amplios divanes para “degollar cómodamente a las víctimas de los múltiples tratos y contratos de la habilidad latifundista”. Incómodo, Don Alfonso trae a colación su deuda, pero el Tío Julio lo interrumpe proponiéndole un negocio que los hará “millonarios a todos”. El pariente le informa a Don Alfonso que Mr. Chapy, el Gerente de la explotación maderera, también han explorado Cuchitambo, la hacienda de Don Alfonso, y han descubierto que contiene excelentes maderas. Esas maderas podrían utilizarse para abastecer de durmientes los ferrocarriles y también para exportar. El Tío Julio va informando a su sobrino de los pormenores del negocio. Mr. Chapy pondrá la costosa maquinaria necesaria para la tala. Don Alfonso tendrá que hacer mejoras a su hacienda, específicamente varios kilómetros de carretero para automóvil entre su hacienda y el pueblo, comprar bosques lindantes y limpiar de huasipungos las orillas del río. El Tío Julio va a ayudar económicamente a Don Alfonso para que lleve a cabo las obras requeridas.

Don Alfonso se sorprende al oír que su tío espera que él mismo vaya a su hacienda y dirija la obra. Se siente especialmente receloso con la orden de limpiar de huasipungos las orillas del río. Los huasipungos (huasi, casa; pungo, puerta) eran parcelas de tierra que otorgaba el dueño de la hacienda a la familia india en parte de pago por su trabajo diario. Despectivamente, Don Alfonso informa a su tío que “los indios se aferran con amor ciego y morboso a ese pedazo de tierra que se les presta en medio de su ignorancia, lo creen de su propiedad”. Para el Tío Julio todo eso es sentimentalismo, los indios sólo son importantes para la empresa por el trabajo que pueden aportarle. Cuando Don Alfonso argumenta que su hacienda no tiene suficientes indios, su tío le recuerda que los indios se encuentran incluídos en los bosques que tienen pensado adquirir.

Al salir del despacho del Tío Julio, Don Alfonso recuerda el problema de su hija Lolita, a sus ojos, la niña inexperta en el amor, engañada por un cholo. Piensa en la vergüenza, en el qué dirán, y toma la decisión de salir de Quito hacia la hacienda, acompañado por su esposa e hija. Ni los parientes, ni los amigos, ni la sociedad

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