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TERAPIA POR CAMPOS MAGNETICOS DE BAJA FRECUENCIA


Enviado por   •  20 de Agosto de 2014  •  8.374 Palabras (34 Páginas)  •  291 Visitas

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Contenido

9.1. Historia 3

Definición. 6

9.2. Bases físicas. 6

9.3. Bases biológicas. 8

Sobre las células 8

Sobre los huesos y el colágeno 10

Los polímeros como receptores y convertidores de energía 10

Sobre el Agua 12

Sobre la fibra muscular 12

9.4. Acción de los campos magnéticos. 13

9.5. Terapia de campos magnéticos de alta frecuencia. 14

9.6. Efectos de la terapia de campos magnéticos de alta frecuencia. 14

Nivel celular 14

Efectos 14

Nivel neurovegetativo 15

Efectos 15

Nivel circulatorio 15

Efectos 15

9.7. Daños en el tejido causados por el calor. 16

9.8. Tipos y normas de aplicación. 16

9.9. Dosimetría: Intensidad, potencia, duración de impulsos, frecuencia de repetición de impulsos. Indicaciones. 20

En relación al hueso 20

En relación de la fibra muscular 20

En relación de la circulación 20

Sobre el SNC 20

Indicaciones 21

Ortopedia y traumatología 22

Medicina deportiva 22

Dermatología y patologías vasculares 23

Cirugías 23

Distonías neurovegetativas y psicosomáticas 23

Otorrinolaringología 23

Neurología 23

Medicina interna 23

9.10. Contraindicaciones. 24

9.11. Terapia de campos magnéticos de baja frecuencia. 25

9.12. Tipos de aplicadores. 26

Equipos de campos magnéticos 26

Intensidad de campo magnetico 31

El aplicador o solenoide 31

La camilla 35

El generador 36

Las terapias 36

Conclusion 37

9.13. Indicaciones. 38

9.14. Contraindicaciones. 39

9.15. Dosificación. 39

WEBGRAFIA 39

9.1. Historia.

Muchas culturas ancestrales, entre las que se encuentran la china, la hindú, la árabe, la hebrea y las antiguas dinastías egipcias, utilizaban imanes por sus propiedades terapeúticas.

La leyenda cuenta que Cleopatra, para retrasar el proceso de envejecimiento, dormía con una piedra imán sobre la frente. En el siglo III A.C., Aristóteles escribió acerca de las propiedades curativas de los imanes naturales, que llamaba "imanes blancos".

En el siglo I d C., Plinio el Viejo, historiador romano, habló sobre la utilización de los imanes para curar los problemas oculares. Durante ese mismo siglo, algunos geománticos chinos empezaron a documentar lo efectos sutiles del campo magnético terrestre en la salud humana y la enfermedad después de utilizar brújulas de gran precisión para la exploración de las condiciones geomagnéticas.

En el siglo II, el célebre médico Galeno recomendaba el empleo de imanes para tratar el estreñimiento y diversos trastornos dolorosos. En el siglo IV, Marcel, el filósofo y médico francés, aconsejaba llevar un imán alrededor del cuello para aliviar los dolores de cabeza. En el siglo VI, Alejandro de Tralles utilizaba imanes para tratar el dolor de las articulaciones.

Después, durante el siglo X, el médico islámico Ibn Sina, también conocido como Avicena, afirmó que era capaz de tratar la depresión mediante la terapia magnética. Alrededor del año 1000, un médico persa documentó la utilización de imanes para aliviar dolencias como la gota y los espasmos musculares.

Un gran número de médicos y sanadores utilizaron los imanes para curar diferentes problemas médicos hasta el siglo XVI, cuando el célebre médico Paracelso no sólo abogó por los imanes para curar trastornos específicos, sino que además describió con detalle los diversos efectos curativos de las polaridades magnéticas en los seres vivos.

Paracelso fue uno de los primeros en postular que la propia Tierra era un gran imán. En sus obras sobre terapia magnética, Paracelso defendía que el "imán es el rey de todos los secretos".

En 1777 la Real Sociedad francesa de medicina examinó los estudios sobre curación magnética realizados por un abad francés llamado Le Noble. Sus informes sobre los efectos de los tratamientos magnéticos fueron tan favorables que concluyeron que el imán parecía destinado a desempeñar un papel tan importante en la práctica y las teorías médicas como el que estaba comenzando a tener en el campo de la física experimental.

Curiosamente, unos pocos años después esa misma entidad condenó la obra sobre "magnetismo animal" de Franz Anton Mesmer, quien utilizaba "pases magnéticos" en sus pacientes al tiempo que aplicaba la energía del "magnetismo humano" por contraposición a las piedras imán magnéticas.

Mesmer entendía la curación magnética según una teoría astrológica según la cual el sol, la luna e incluso la tierra poseen energías magnéticas sutiles que pueden influir en el sistema nervioso humano y proporcionar energía al cuerpo. Las teorías de Mesmer se asemejaban mucho a las de Paracelso. Los dos afirmaban que existen un fluido magnético o una fuerza de la naturaleza invisible y sutil que se intercambia entre el cielo y la Tierra, y que dicha fuerza magnética puede curar y proporcionar energía a los seres vivos.

Mesmer estaba convencido de que el ser humano posee una clase de magnetismo específico,

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