La constante macabra
Carlos Monsalve GuiraumInforme26 de Febrero de 2023
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La constante macabra.
La evaluación en nuestro país. Hacia dónde debemos ir.
Muy interesante este concepto del que no había oído hablar como tal pero que sí conozco y he vivido a través de mi carrera académica. Algunos profesores,la comunidad educativa, incluidos los estudiantes, hemos tendido a diferenciar las asignaturas como “marías” o “huesos”. Pensando detenidamente sobre el tema, me doy cuenta que los profesores de esta últimas tienen rasgos en común tales como tratarse de personas prepotentes (o al menos eso le hacen parecer al estudiante), alejados de la realidad del alumno, y orgullosos, orgullosos de que su asignatura sea la asignatura “hueso”, lo que les da una especie de “status” para con ellos mismos y respecto a los demás de supremacía y elitismo.
Pues bien, está claro que lo que se consigue con este tipo de tácticas es la desmotivación, el fracaso escolar (que es el fracaso del sistema educativo) y por ende el aumento del abandono escolar. Y si estamos ante aquellos alumnos elegidos para superar la nota de corte de la asignatura, el resultado no es mejor ya que definitivamente no se ha conseguido un aprendizaje significativo, sino una mera superación de pruebas en un entorno de miedo y ansiedad.
Pensando en los profesores que han pasado por mi vida he recordado a un profesor de instituto: Willy. Willy era una persona bastante extravagante, entrado en los 60, con barba a mitad del pecho y siempre con un puro en la mano. Era profesor de Física y Química y a pesar de su apariencia (que a todos nos asustaba e imponía) y de la crudeza de su asignatura, creo que ha sido el profesor que más me ha marcado a lo largo de mis estudios. Willy abría el Instituto por las tardes únicamente para sus consultorios sentimentales como él les llamaba, y es que dedicaba las tardes de horario extraescolar (lo cual ningún otro profesor hacía) a plantear interminables problemas de Física o ecuaciones de Química (con ejemplos del día a día) a todo aquel que lo necesitara. Probablemente fue uno de los profesores más inteligentes emocionalmente que he tenido a suerte de conocer y más involucrado con sus alumnos y es que, viéndolo con perspectiva, tenía una vocación por la enseñanza como no he conocido a nadie.
Y es que el impartir un contenido y realizar una evaluación a través de un examen en el que haya predefinido un número de aprobados y suspensos, no requiere gran esfuerzo, ahora bien, dedicar tiempo a planificar recursos y a atender a las demandas de todas las velocidades de aprendizaje, procurando que todos tus alumnos puedan llegar a sus cotas individuales más altas de aprendizaje eso sí que implica esfuerzo, esfuerzo y vocación.
EL punto de partida para mí es el supuesto de que un sistema de evaluación de calidad conlleva un mayor esfuerzo por parte de las instituciones y docentes y un cambio de paradigma, la evaluación no es la medición ni la calificación, se trata de acercarnos a una cultura evaluativa que garantice una evaluación para el aprendizaje sin generar miedo, temor ni rechazo.
Ligado al cambio del paradigma y muy relacionado con el cambio en los sistemas de evaluación es el cambio en la percepción del error. Es decir, desterrar la idea de “cero errores” para abrazar la equivocación como proceso natural y necesario para desarrollar planes de mejora y restructurar estrategias, y cómo no, para lograr el aprendizaje.
Desde mi humilde opinión, pues me queda mucho que aprender, hacia ahí debería ir la evaluación en nuestro país , hacia la evaluación para el aprendizaje que permita al estudiante autoevaluarse, coevaluar y autorregular sus propios aprendizajes, con instituciones y docentes como Willy dispuestos a cambiar los paradigmas, a cuestionar todo lo asumido hasta ahora en pro del desarrollo de sus alumnos y a esforzarse en proporcionar un aprendizaje a distintas velocidades encaminado a evaluar satisfactoriamente al mayor número de alumnos posible.
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