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Leyendas chilenas

diabloproResumen9 de Agosto de 2025

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1.- ASí COMIENZA

En el principio, antes de que existiera el tiempo y el espacio, solo había caos. Sobre él caminaba Ngenechén, Madre Padre del Cielo, quien contemplaba la nada con profunda soledad. En su anhelo de compañía, sopló sobre el desorden y de su aliento nacieron los Ngen, seres espirituales encargados de cantar sus alabanzas y poblar la inmensidad. Estos seres fueron creados con amor y obediencia, pero entre ellos hubo uno que destacaba por su fulgor y hermosura: Wünelve, el más bello de todos.

Ngenechén le otorgó un nombre especial, pues en él veía un espíritu poderoso y singular. Pero Wünelve no se conformó con ser el más hermoso ni con recibir un nombre único. En su corazón creció una duda que se transformó en deseo: ¿Por qué debía alabar a su creador? ¿Por qué no podía ser él quien recibiera los elogios y la veneración de los demás?

Cuando Ngenechén creó la Tierra, Wünelve sintió que su creador les había abandonado, pues ya no se deleitaba tanto en la compañía de los Ngen como antes. Convencido de que Madre Padre del Cielo los había olvidado, comenzó a murmurar entre los suyos, sembrando la semilla de la inconformidad. Con dulces palabras y promesas de grandeza, atrajo a otros Ngen a su causa, formando un ejército que se alzó contra Ngenechén.

Los leales a Madre Padre advirtieron de la revuelta, y Ngenechén reunió un ejército aún más grande. La batalla fue feroz, el caos se extendió por la creación, pero al final, Wünelve y sus seguidores fueron derrotados y desterrados a las tinieblas, donde permanecerían por la eternidad. Sin embargo, el espíritu rebelde no se rindió. Desde su encierro, continuó susurrando a sus guardianes, prometiéndoles poder y gloria si lo liberaban. Y algunos, poco a poco, cedieron a sus palabras.

Los guardianes traicionaron su deber y liberaron a Wünelve, quien, con renovada furia, reunió a sus fieles y desató una nueva guerra. Esta vez, la contienda fue más feroz y prolongada. Durante siglos, los ejércitos chocaron en el firmamento, tiñendo la creación con el fulgor de la destrucción. La luz y la oscuridad luchaban sin cesar, hasta que Ngenechén despertó de su descanso y descendió al campo de batalla para enfrentar personalmente a Wünelve.

El espíritu rebelde, envalentonado por su poder y sus ejércitos, desafió a Madre Padre y proclamó que pronto gobernaría toda la creación. Pero Ngenechén, con una sola palabra, hizo temblar el universo. La batalla final estaba a punto de comenzar, y con ella, el destino del mundo quedaría sellado. La ambición de Wünelve amenazaba con sumir todo en la oscuridad, pero la voluntad de Ngenechén era inquebrantable. La lucha entre la luz y la sombra decidiría el futuro de la existencia.

  1. TEN TEN Y KAI KAI

Emilia se detiene fascinada ante una vitrina del Museo de la Araucanía. Dentro, un antiguo rehue exhibe la imagen de dos enormes serpientes en combate. Su profesora de Historia, Laura, se le acerca y le explica que representan a Ten Ten y Kai Kai, criaturas fundamentales en la mitología mapuche.

Intrigada, Emilia escucha cómo Kai Kai, la serpiente del agua, quiso destruir a la humanidad con inundaciones, mientras Ten Ten, guardiana de la tierra, protegió a los hombres elevando montañas. La batalla entre ambas cambió el mundo, formando los cerros, los ríos y provocando terremotos y maremotos. Al final, Ngen, la divinidad suprema, ordenó la paz, dejando como recuerdo la laguna sagrada en la cima del cerro Adencul, solo visible para los puros de corazón.

Emilia, maravillada, asocia la historia con los relatos de su abuelo y pregunta si las serpientes aún duermen bajo la tierra y el mar. La profesora sonríe y responde que, según los antiguos, los temblores y tsunamis son prueba de que a veces despiertan. Con esa revelación, ambas regresan con el grupo, prometiendo explorar más historias en el futuro.

  1. CRÓNICAS DEL DIABLO CHILENO

Don René era un personaje enigmático de Traiguén, de esos cuya historia se cuenta en voz baja y con un leve escalofrío. Nadie sabía con certeza cómo había amasado su fortuna, pero lo que sí era sabido por todos era que de la noche a la mañana pasó de la ruina a la abundancia. Sus vecinos murmuraban que había hecho un pacto con el diablo, y las extrañas costumbres que tenía no ayudaban a desmentirlo. Cada Noche de San Juan, por ejemplo, dejaba un plato de comida en la mesa, según él, para su “socio”.

El narrador reconstruye esta historia a partir de los relatos de don Patricio Troncoso, un anciano almacenero del pueblo que había visto y oído demasiadas cosas en su vida como para no sospechar de Don René. Entre las botellas de licor y los sacos de harina de su tienda, don Patricio compartía con los parroquianos todo tipo de relatos sobre apariciones demoníacas, pactos de sangre y sucesos inexplicables.

Habló del "Diente de Oro", aquel espectro que recorría los campos ofreciendo riquezas a cambio del alma de los incautos, y también de Manuel Rodríguez, el legendario guerrillero al que la tradición popular le atribuye favores del diablo. Según la leyenda,

Rodríguez poseía habilidades sobrehumanas, y muchos aseguraban que había sellado un pacto para burlar a sus enemigos una y otra vez.

La conversación transcurrió entre sorbos de café y el crepitar de la leña en la estufa, hasta que un detalle heló la sangre de ambos hombres. En la entrada del almacén, en plena penumbra, se dibujaba la silueta de un gallo negro. Ninguno de los dos se atrevió a pronunciar palabra. No había necesidad de hacerlo. Sabían lo que significaba. Sin decir más, se santiguaron en silencio y cambiaron de tema. Algunas historias es mejor no evocarlas demasiado.

  1. TIERRA DE GIGANTES

La señora María recuerda cómo su padre hablaba de los gigantes de la cordillera, hombres mono que vivían en los picos más altos y bajaban a buscar alimento. No eran violentos, aunque su sola presencia infundía miedo. Su abuelo había encontrado uno muerto y conservó un trozo de su piel, blanca y velluda, hasta que su madre la quemó, creyendo que traía mala suerte.

En 1969, recién casada, la señora María vio a estos gigantes con sus propios ojos. Una noche de verano, un estruendo sacudió su casa en Popeta. Al salir con su esposo, descubrieron que un viejo roble había sido arrancado de cuajo. Junto al árbol estaban tres criaturas: un macho enorme, una hembra más baja y una cría de estatura humana. Eran parecidos a gorilas, pero más erguidos, con ojos amarillos y pelaje blanco y largo. Se quedaron mirándolos en silencio antes de dar grandes saltos y perderse en la oscuridad. Su esposo disparó al aire para alejarlos.

La leyenda del Carcancho persiste en la cordillera de O'Higgins, donde algunos aseguran que aún habita. No es el único gigante de los Andes: los mapuche hablan del Ñepul, guardián de las nieves, y en la Patagonia se mencionan los míticos "patagones", descritos por exploradores como Magallanes, Drake y Byron como hombres de estatura colosal. Sin embargo, con el tiempo, estos gigantes parecieron menguar hasta convertirse en figuras casi olvidadas.

Cuando le pregunto a la señora María si otros han visto al Carcancho, sonríe con cautela: "De lejos, casi todos... pero no todos quieren contar. La gente de ciudad no cree en estas cosas, pero de que existen, existen”.

5.- EL HORROR DEL COLO COLO

A mi hermana Loreto no le creímos cuando habló de la cosa peluda y larga que la visitaba por las noches ni del llanto de guagua que escuchaba en la casa de la esquina. Solo la señora Luisa, que nos ayudaba con el aseo, pareció prestarle atención en silencio. Mamá lo atribuía a su imaginación, pero los niños sabemos que los monstruos existen y que habitan en las sombras.

Nuestra vida cambió cuando nos mudamos de Santiago a Molina por el trabajo de mi padre. La casa que nos asignaron era grande, con un torreón y un jardín enorme. Al principio, nos adaptamos bien al pueblo, pero todo se torció la primera noche, cuando Loreto escuchó el llanto de la guagua. No dejó de mencionarlo cada mañana, aunque mis padres insistían en que eran mañas.

Con el tiempo, mi hermana comenzó a enfermar. No comía, vomitaba y se debilitaba cada día más. Los médicos no encontraron nada y sugirieron que era una reacción anímica al cambio de ciudad. Para distraerla, le regalaron un gato, Toby, pero poco después desapareció. Dos días después, Loreto se desmayó en el colegio y dibujó figuras aterradoras: una sombra negra y peluda sobre su pecho.

Luego encontramos a Toby, seco como si le hubieran chupado la vida. Fue entonces cuando la señora Luisa decidió hablar y nos contó sobre el Colo Colo, una criatura oscura que se alimenta de la energía de los niños. Su hermano Elías confirmó la historia: la casa había sido construida por un hombre que hizo un pacto con brujos mapuches para empollar un Colo Colo. Mi hermana no estaba bautizada, lo que la hacía más vulnerable.

Don Elías propuso un ritual para detener a la criatura. Consiguió sangre de vacuno y la mezcló con agua bendita, colocándola en la habitación de Loreto. Cuando el Colo Colo bebiera la mezcla, se paralizaría y al verse en un espejo, el horror de su reflejo lo haría explotar. Esa noche, enfrentamos lo desconocido en un intento desesperado por salvar a mi hermana.

6.- LAS BALLENAS DE ISLA MOCHA

El abuelo Olegario, consciente de su destino, pidió ser llevado a la isla Mocha al morir. La familia, dividida entre la tradición y la vida moderna, debatió su voluntad.

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