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El zorro aventurero

elita-1978Apuntes7 de Noviembre de 2022

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El zorro aventurero

Autor: Fiorella Poblete Blanco.

 Curso: 5° B

Hace varios años, en el desierto florido, vivía un zorro Culpeo que era muy pequeño, él era muy aventurero, amigable y curioso.  Un día quiso salir de su terreno y conocer más lugares de la región de Atacama, donde él vivía.  Cuando comenzó su viaje, se encontró con una pequeña, curiosa y traviesa chinchilla. Ella le dijo al pequeño zorro que no podría salir de viaje a tener aventuras, pero el pequeño zorro no la escuchó y siguió con sus planes de recorrer y conocer toda la región de Atacama, así que se decidió, arregló un bolsito de viaje, le echó comida, agua y comenzó su aventura.

Recorrió un largo camino, subiendo y bajando cerros, llegando al mar y las montañas, encontrando lugares muy hermosos y muchos animalitos muy simpáticos y amistosos que le daban ánimo en su gran aventura.

Al llegar a un terreno con muchos cactus se encontró con una vizcacha, ella le contó que en la cordillera había aves muy hermosas y de lindos colores y lo animó para que fuera a conocerlas. El pequeño zorro que era muy amistoso decidió ir, así que siguió por el desierto y luego subió y bajó unos cerros, ahí se encontró a una culebra de cola larga que era muy bromista, le dijo que había equivocado el camino que debía devolverse, solamente para reírse del pequeño zorro, entonces se puso triste pensando que, si se había equivocado, debía devolverse y perdería mucho tiempo, porque quería conocer todos los lugares. Cuando el Zorro iba a volver al camino, la culebra le dijo que era una broma, que solo quería reírse un rato porque no había conversado con nadie en todo el día, así que el zorrito y la culebra se sentaron un rato a conversar, hablaron de sus familias, las cosas que les gustaba hacer tomaron agua, comieron un poco y al despedirse prometieron que siempre serian amigos.

El zorro volvió a seguir su camino hacia las montañas cuando se encontró con un guanaco que estaba sentado llorando porque su pata se había quedado apretada entre dos rocas. El zorrito que era muy solidario, buscó una rama para sacar la roca que tenía apretada la pata del guanaco. Después de intentarlo por mucho rato, el zorrito pudo ayudar al guanaco y sacó la pata que estaba un poco adolorida, entonces el zorrito abrió un cactus, le sacó las espinas y le puso como una venda en la patita del guanaco, así que caminar un rato el dolor estaba pasando. El guanaco le dijo muchas gracias al zorrito y le prometió que serían siempre amigos.

Siguiendo su camino, el zorro al fin llegó a las montañas, había un poco de nieve y además pudo ver una laguna muy grande, de colores muy lindos y varias aves pequeñas y grandes. Cuando se acercó al agua, un ave grande y de patas largas le dijo que la laguna era solo para las aves, fue un poco pesado, le dijo que era el flamenco de la laguna. El zorrito tuvo mucha pena porque el flamenco no quería que se acercara, entonces le contó que había caminado mucho para conocerlos y que en el camino había conocido a algunos animalitos y que ahora eran amigos. El flamenco supo que el zorrito era bueno, y le dijo que había dicho eso, porque una vez un zorro intentó comerse a otros flamencos y desde ese día él era el encargado de proteger a los otros flamencos y aves de la laguna. Después de mucho conversar y contar sus aventuras, el zorrito se despidió para seguir su camino a un lugar que le había gustado mucho por el brillo que tenía, había pasado una noche cerca del lugar y quería saber que era eso, el flamenco le dijo que era la ciudad de Copiapó.

Caminó y caminó, llegando a un lugar era muy ruidoso que tenía mucho oro y pequeños diamantes, había hombres con máquinas grandes y ruidosas así que el zorro decidió irse, pero antes de irse tomó un diamante chiquitito como recuerdo para llevárselo de regalo a su mamá.

Siguió caminando y llegó a otro lugar igual de ruidoso, pero aquí había mucha gente, quiso ver más cosas de ese lugar, pero se perdió, el intentó buscar el camino de vuelta y no pudo, se quedó en un lugar sucio que tenía mucha basura, salió a caminar y decidió que encontraría a alguien que lo ayudase. Luego de observar el lugar, se encontró con un auto en donde había una familia que pararon para echar gasolina, ya estaba anocheciendo y las luces estaban comenzando a brillar, ahí el zorro aprovecho y se acercó cuidadosamente a una niña, ella lo vio y le dijo muy contenta hola pequeño zorro ¿qué haces aquí en la ciudad de Copiapó?, deberías estar en tu hogar me llamo Gabriela, pero dime Gaby, aunque no puedas hablar, el zorro solo la miraba, entonces la niña le dice, ¡zorrito espera!!! ¡Hay que llevarte a tu hogar ya sé qué haremos, te esconderé en el auto y te llevaré a tu hogar el desierto florido! Con mi familia iremos mañana a recorrer el desierto; mientras los padres de Gaby estaban descuidados, ella subió al zorro al auto y se fueron. Gaby lo escondió y lo tapó con una mantita y aunque el zorro sabía que debía quedarse quieto se movía para poder observar las lindas luces de la ciudad y eso ponía nerviosa a Gaby, no quería que descubrieran que llevaba un zorro dentro del auto.

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