4 Capitulos De Ensalada De Pollos

Don Jacobo Baca es un padre de familia; ha sido impresor, varillero, ayudante del alcalde de la cárcel, jicarero y artribista, cree que sabe leer y escribir pero no sabe nada. Aburrido de buscar su destino pensó en lanzarse a la revolución…

Don Jacobo tenía un compadre, con el cual compartió su loca idea; lo único que le faltaba era caballo y armas, pero ¿a lado de quien iba a pelear? Pues con el que fuera ganando, los liberales. Su familia se la dejó encargada a su compadre, su hijo se haría un hombre y Concha se casaría.

Los dos compadres se despidieron. Don Jacobo se fue en derechura a casa de un amigo que tuviera caballo, y se lo pidió prestado; después buscó otro amigo que tuviera pistola y le ofreció limpiársela.

Don Jacobo había pernoctado en mesón de Santa Ana; despertó muy de temprano y arregló su cabalgadura. Era ésta un caballito de rancho, malicioso y asustadizo, Tordillito mosqueado, con una oreja gacha, malos cascos y peor boca, y salió a la calle.

Don Jacobo caminó todo el día, y a la oración estaba en el mesón de un pueblo en donde tomó lenguas para orientarse al día siguiente.

2

Al rayar la aurora Don Jacobo se sorprendió al ver su cabalgadura, que por un solo lado seguía siendo blanca, pero por el otro era amarilla; al animalito había dormido sobre un lecho de zacatlaxcale en infusión.

Siguió su camino; a poco andar percibió un polvo, echó pie a tierra por ordenes de una forajido a tiempo que una nube de polvo lo envolvía, porque diez jinetes se acercaban con pistola en mano. Don Jacobo entregó su pistola y quién sabe adónde hubieran llegado los jinetes si el jefe de la fuerza no viene a meter paz, después de tanto enredo se les unió.

La mujer de don Jacobo se llamaba Lola, estaba bien, desde que don Jacobo se había lanzado a la revolución; no le faltaba nada gracias a su compadre.

Lola era una gallina que había incubado patos y éstos se arrojaban al agua del progreso dejándola en tierra.

3

Pedrito se enteró estoicamente de que casi ya no tenía papá y no lo sintió mucho, buscó un personaje al cuál poder seguir y logró verle en un coronel.

Pedrito pidió una colocación, Pedrito hacía lo mismo que su papá; como no sabía hacer nada buscaba su destino.

Concha tenía diez y seis años y dos ojos muy negros, a los cuáles les venían los epítetos de platicones, de pícaros, etc. Concha conoció que tenía un arma en sus ojos. Cada día iba siendo mejor el espejo que el alma de Concha, un grave mal.

Sus ojos iban a prepara frentazos y éstos empezaron por el sastre y por el de la guitarra.

4

Concha cultivaba

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