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ANTOLOGIA DE TEXTOS LITERARIOS


Enviado por   •  25 de Enero de 2013  •  7.275 Palabras (30 Páginas)  •  968 Visitas

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LA CALMA DESPUES DE LA TORMENTA

Pasó ya la tormenta;

los pájaros gorjean; la gallina

ha tornado al camino

y vuelve a cacarear. Sereno el cielo

surge a Poniente, sobre la montaña;

despéjanse los campos

y aparece en el valle el claro río.

Todo pecho se alegra; en todas partes

renacen los rumores;

el trabajo prosigue.

A contemplar el cielo, el artesano,

obra en mano, cantando,

asómase a la puerta;

sale la joven a coger el agua

de la reciente lluvia;

repite el verdulero

de camino en camino

el cotidiano grito.

He ahí el sol que retorna y que sonríe

por pueblos y colinas. Los balcones

y las terrazas abre la familia ;

en el sendero escúchase a lo lejos

tintinear de esquilas; cruje el carro

del viajero que sigue su camino.

Todo pecho se alegra.

¿Cuándo tan dulce y grata

es como ahora la vida?

Con tanto amor, el hombre,

¿cuándo se da a su estudio,

torna al trabajo, o nueva cosa emprende?

¿Cuándo se acuerda menos de sus males?

Placer, de afanes hijo;

vano goce, que es fruto

del pasado temor, donde temblaba

de espanto ante la muerte

el que odiaba la vida;

donde, en largo tormento,

fría, callada y pálida,

palpitaba la gente, contemplando

desplomarse sobre ella

viento, rayos y nubes.

Naturaleza afable,

las dádivas son éstas,

son éstos los deleites

que ofreces al mortal. Salir de penas

goce es para nosotros.

Penas derramas largamente; el duelo

espontáneo surge, y los placeres

que por milagro algunas veces nacen

de los afanes, son gran suerte. ¡Humana

prole cara a los dioses! Feliz casi

si descansar te dejan

de algún dolor; dichosa

si la muerte te cura de ellos todos

Giacomo Lepadi

A LA LUNA

Oh tú, graciosa luna, bien recuerdo

que sobre esta colina, ahora hace un año,

angustiado venía a contemplarte:

y tú te alzabas sobre aquel boscaje

como ahora, que todo lo iluminas.

Mas trémulo y nublado por el llanto

que asomaba a mis párpados, tu rostro

se ofrecía a mis ojos, pues doliente

era mi vida: y aún lo es, no cambia,

oh mi luna querida. Y aún me alegra

el recordar y el renovar el tiempo

de mi dolor. ¡Oh, qué dichoso es

en la edad juvenil, cuando aún tan larga

es la esperanza y breve la memoria,

el recordar las cosas ya pasadas,

aun tristes, y aunque duren las fatigas!

Giacomo Lepadi

LA TEMPESTAD DE NIEVE

A finales de 1811, en tiempos de grata memoria, vivía en su propiedad de Nenarádovo el bueno de Gavrila Gavrílovich R**. Era famoso en toda la región por su hospitalidad y carácter afable; los vecinos visitaban constantemente su casa, unos para comer, beber, o jugar al boston a cinco kopeks con su esposa, y otros para ver a su hija, María Gavrílovna, una muchacha esbelta, pálida y de diecisiete años. Se la consideraba una novia rica y muchos la deseaban para sí o para sus hijos.

María Gavrílovna se había educado en las novelas francesas y, por consiguiente, estaba enamorada. El elegido de su amor era un pobre alférez del ejército que se encontraba de permiso en su aldea. Sobra decir que el joven ardía en igual pasión y que los padres de su amada, al descubrir la mutua inclinación, prohibieron a la hija pensar siquiera en él, y en cuanto al propio joven, lo recibían peor que a un asesor retirado.

Nuestros enamorados se carteaban y todos los días se veían a solas en un pinar o junto a una vieja capilla. Allí se juraban amor eterno, se lamentaban de su suerte y hacían todo género de proyectos. En sus cartas y conversaciones llegaron a la siguiente (y muy natural) conclusión: si no podemos ni respirar el uno sin el otro y si la voluntad de los crueles padres entorpece nuestra dicha, ¿no podríamos prescindir de este obstáculo? Por supuesto que la feliz idea se le ocurrió primero al joven y agradó muchísimo a la imaginación romántica de María Gavrílovna.

Llegó el invierno y puso término a sus citas, pero la correspondencia se hizo más viva. En cada carta Vladímir Nikoláyevich suplicaba a su amada que confiara en él, que se casaran en secreto, se escondieran durante

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