Antonio Machado, paisaje, visual, ensueño, paralelismo psicocósmico

Palabras claves: Antonio Machado, paisaje, visual, ensueño, paralelismo psicocósmico.

Bartolomé M. concibe la poesía (de corte modernista) de Machado como un acorde de tres notas: paisaje, ensueño, y proverbio o copla aforística. Los paisajes son el medio lírico por excelencia en sus poemas. Estos no son pintados, sino evocados propiamente.

En Machado hay una equivalencia entre canto y cuento, pues narra los paisajes usando la versificación. Reflejan una serie de ensueños que tiene el poeta, donde los colores se ven trastocados: “roquedas cárdenas”, “Soria de montes azules”, etc. En los colores usados no suelen haber cromatismos violentos. Las localizaciones y los objetos son poco detallados, y aparecen como difuminados y/o lejanos. En las descripciones paisajísticas se reitera una cantidad escasa de adjetivos (“polvoriento”, “plateado”, “gris”, etc.); predominan los de sentido visual, mientras que esporádicamente hay adjetivos relacionados con imágenes auditivas, olfativas, táctiles y gustativas. Y es que en un sueño predomina la vista, la contemplación, pero los otros sentidos apenas se manifiestan.

Frecuentemente los adjetivos tienen un grado de “negatividad” (como en los elementos de los campos de Castilla) y representan, en determinados poemas, un paralelismo psicocósmico, mediante el poeta se ve a sí mismo, refleja el estado de su alma. Esto no significa que la realidad cambie de naturaleza por la subjetividad del yo lírico, como normalmente pasaba con los románticos, sino que simplemente pasa por el filtro de la añoranza y el ensueño.

Los paisajes se presentan como demasiado armoniosos; pocas veces se expresa algún objeto o hecho que rompa la armonía. Son lugares añorados y soñados por el yo lírico; la añoranza y la difuminación propia de los paisajes de Machado se asemeja a “Sinfonía en gris mayor” del modernista Darío, si bien se trata de dos autores distintos.

Escasean las metáforas y la fauna en la poesía machadiana, salvo con los insectos. Aunque no abundan los elementos florales y florestales, hay dos árboles muy simbólicos, a los que se refiere en varias composiciones: la encina y el olivo.

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