Análisis El Gigante Egoísta

EL GIGANTE EGOÍSTA

Oscar Wilde

Esta historia puede servirnos como moraleja para nuestra vida, ya que en ella podemos ver plasmado uno de los más grandes errores que como personas llegamos a tener, que es creer que siempre tendremos una nueva oportunidad para cambiar lo que hemos hecho mal, cuando seguramente ya es muy tarde para enmendar esos errores y de alguna manera habremos desperdiciado valioso tiempo.

El gigante egoísta es un claro ejemplo de que tanto la ternura como los errores existen y de cómo pueden llegar a afectar cuando olvidamos, el respeto y el amor que se siente por el prójimo, es un texto que nos invita a la reflexión.

Este texto nos narra la forma de ser de un gigante, dueño de un hermoso jardín, quién por culpa de su egoísmo decide cercar el jardín para que ningún niño pueda entrar a jugar ahí, luego de que descubrió que a ellos les encantaba ese espacio.

Los pequeños lo disfrutaban demasiado, pero, si había algo que era tan grande como el gigante era su egoísmo, lo que no le permitía ver más allá de sus narices, era incapaz de darse cuenta de que si su jardín era hermoso se lo debía a los niños que ahí jugaban que con su alegría e inocencia le imprimían una belleza sin igual a la propiedad del gigante.

La acción tan radical que tomó el dueño del jardín tuvo consecuencias, el jardín que primero era hermoso, se fue tornando gris es decir solo había invierno, granizo, viento y escarcha. La primavera ya estaba en todo el país excepto en el jardín del gigante.

Un buen día el gigante egoísta escuchó el canto de un pajarito, corrió y se asomó por la ventana para ver qué era lo que pasaba afuera y grande fue su sorpresa al observar que su jardín había comenzado a florecer de nuevo, ese color grisáceo iba desapareciendo, pero ahora iba comenzando a surgirle una gran duda al gigante, ¿qué era lo que ocasionaba que el jardín fuera nuevamente hermoso? La respuesta la tuvo cuando se percató que los niños seguían entrando a jugar en su propiedad por un agujero, ahí entendió que si la naturaleza había sido bueno con él, él debía compartir un poco de lo mucho que la vida le había dado con sus semejantes. A partir de ese momento el gigante dejó de ser egoísta y permitió que los pequeños fueran a jugar en el jardín.

En una esquina del jardín había aun invierno y un niño que lloraba porque no se podía subir al árbol, el gigante salió y subió al niño, de esta manera los demás se dieron cuenta que el gigante no era malo, todos los niños jugaron con el gigante excepto aquel chiquillo.

Así pasaron los años y los niños seguían yendo al jardín después de clases a jugar con el gigante, pero aquel niño al que el gigante subió al árbol no volvió una mañana, el gigante lo miró en el árbol y salió corriendo, cuando lo miro el niño

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