ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Asesinatos En Juarez

toniloko1315 de Mayo de 2014

3.391 Palabras (14 Páginas)289 Visitas

Página 1 de 14

En su libro Harvest of women, la autora Diana Washington deja entrever que en los asesinatos de mujeres hay un asunto más delicado que el narco

Diana Washington

Ciudad Juárez. La saña con que las mataban fue lo que me llamó la atención al principio. Fue una noche de invierno, en febrero de 1999, cuando leía hasta la madrugada una serie de relatos que narraban detalles de muerte tras muerte desde 1993. Así empezó todo. A pesar de lo que decían las autoridades, estos casos no eran normales y eran muchos. Meras niñas de entre 13 y 18 años fueron violadas, estranguladas y mutiladas.

Entre ellas estuvo Gladys Janeth Fierro, de 12 años, quien fue raptada en mayo de 1993 antes de ser encontrada sin vida. Fue violada y estrangulada. En septiembre de 1995 fue localizada otra estudiante, Silvia Rivera Morales, 17, esta vez en Lote Bravo, al sur del aeropuerto. Aparte de ser violada y estrangulada, el seno derecho le fue cercenado y el izquierdo arrancado a mordidas, al igual que ocurrió con otras de las víctimas que se hallaron en 1995 en el Lote Bravo, uno de los terrenos disputados de Ciudad Juárez, que pertenecía a diferentes familias poderosas.

Sagrario González, 17, obrera de una maquiladora, también desapareció después de salir del trabajo en abril de 1998. Días después se localizó su cuerpo en un lote baldío y se determinó que fue violada, estrangulada y acuchillada. En 1996 fueron seis las víctimas acuchilladas, mutiladas y violadas que se encontraron en una zona desértica conocida como Lomas de Poleo.

Los cadáveres de Lote Bravo y Lomas de Poleo estaban entre los 24 expedientes que estudiaron los especialistas de la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés) cuando visitaron Ciudad Juárez en marzo de 1999, después que el presidente Ernesto Zedillo solicitó apoyo al mandatario estadounidense Bill Clinton durante una reunión en Mérida, Yucatán, en febrero de 1999. Los cuerpos de algunas de las víctimas tenían un triángulo en la espalda, marcado con alguna arma punzo cortante. En el Oriente, el triángulo es un símbolo de la ultraderecha.

Los relatos que leía esa noche invernal eran desconcertantes. Aún los asesinatos de las mujeres no habían sido relacionados, pero casi todos se caracterizaban por una violencia extrema. También era evidente que seleccionaban a las víctimas y que existía algún sistema organizado para raptarlas. Se desaparecían en la zona del centro, a plena luz de día, sin que nadie viera nada. Al principio pensaba que se trataba de algunos delincuentes depravados que gozaban de protección por sus nexos con el bajo mundo. Había indicios de algo semejante. No me imaginaba, entonces, que detrás de las muertes había algo mucho más complejo y turbio....

La muerte de un abogado

Fue la noche del 5 de febrero de 2002 cuando Mario Escobedo Anaya salió del despacho que compartía con su papá, también abogado, en la calle Constitución. Subió a su camioneta para dirigirse a una tienda en el bulevar Zaragoza, donde tenía una cita para acordar la fianza de una cliente. El asunto tenía que ver con la mamá de un reo apodado El Venado. Este se había escapado de una cárcel de la ciudad de Chihuahua y había matado a un policía. El joven abogado defendía a uno de los dos choferes acusados de asesinar y violar a ocho mujeres que se hallaron en un predio de Ciudad Juárez en noviembre de 2001. Se dio cuenta desde la tienda de que alguien lo seguía.

Mario, su papá y Sergio Dante Almaraz, el defensor del otro chofer acusado, habían hecho garras ante los medios informativos el caso de las autoridades. Por eso habían sido amenazados de muerte. Poco antes, los tres abogados se habían entrevistado con el equipo de Downtown 20/20, de la red televisora ABC en Nueva York. Otros periodistas y yo estuvimos presentes en el despacho de los Escobedo cuando llegó la ABC. También llegaron las esposas de los choferes acusados. Se difundió el programa el 31 de enero, y menos de una semana después Mario sería asesinado por policías.

Mario sentía que la gente que lo perseguía quería acorralarlo y su salida del estacionamiento se convirtió en una persecución a toda velocidad sobre las calles de Juárez, principalmente por Municipio Libre. Desesperado, Mario le habló a su papá con el celular que traía y con la otra mano navegaba su camioneta.

"Ayúdame!", le dijo a su papá.

Su padre trató de calmarlo. Ya había subido a su auto para encontrarse con su hijo. En unos momentos, después de varias comunicaciones cortas y frenéticas, el papá escuchó un ruido fuerte por su celular, y perdió el contacto con Mario. Cuando llegó, tres minutos después, se dio cuenta de que había chocado la camioneta de su hijo. Pero Mario no murió del impacto, murió de un balazo. El lugar estaba rodeado de policías.

La primera versión oficial fue que los policías estatales mataron al abogado porque lo confundieron con El Venado. Después dijeron que Mario les había disparado y que tuvieron que defenderse. Posteriormente un testigo relató lo que pasó esa noche. El dijo que después de que chocó la camioneta del abogado, los policías que lo perseguían bajaron de sus camionetas, y uno de ellos, el primer comandante Alejandro Castro Valles, brincó a la parte trasera de la camioneta, rompió el vidrio con su arma y le disparó al abogado -que había resultado lastimado- en la cabeza.

La juez nunca aceptó la declaración del testigo, alegando que ya había terminado el tiempo para agregarlo al expediente. Fueron exonerados los policías. El diario Norte de Ciudad Juárez publicó fotografías comprobando que los balazos que tenía la camioneta de los policías no existían la noche que mataron al abogado. Aparecieron después, indicando que se habían sembrado las balas para sostener la defensa de los policías.

Pero había más detrás de la muerte del abogado. Fuentes de inteligencia de Estados Unidos y México dijeron que El Venado fue enviado por el capo Vicente Carrillo Fuentes para asesinar al gobernador de Chihuahua, Patricio Martínez.

El cártel de los policías

La muerte de Javier Felipe El Negro Lardizábal figura como símbolo importante en la historia de las asesinadas en Juárez. Según el expediente de la denuncia que llevó a cabo su hermana, el ex agente municipal desapareció en mayo de 1993 cuando andaba investigando de manera encubierta la corrupción dentro de la policía estatal de Chihuahua. Ya había juntado información sobre agentes y comandantes supuestamente involucrados en el narco y en el robo de autos.

Una de las personas a las que investigaba era Sergio Rodríguez Gavaldón, quien tuvo la culpa de que sicarios conocidos como Los García hubieran matado en 2001 a la hija joven y al concubino de la doctora forense Irma Rodríguez Galarza, quien hacía las reconstrucciones de restos para poder identificar a hombres y mujeres que fueron víctimas de homicidio.

El ex policía Lardizábal fue visto por última vez cuando estuvo hospedado en el hotel Montecarlo, el mismo lugar que ocupaba como oficina Javier Benavides, el entonces subdirector de la Policía Judicial del estado. Benavides después fungió como jefe de la policía municipal en Juárez. Según familiares del extinto, la administración de Francisco Barrio contrató a Lardizábal para la investigación encubierta, cosa que no quiso reconocer la oficina del gobernador. El cadáver de Lardizábal fue localizado en noviembre de 1993 en Lote Bravo, el mismo lugar que se convirtió en un cementerio clandestino de mujeres jóvenes que fueron violadas y mutiladas en 1995.

En un video de la autopsia de Lardizábal aparecen las esposas con las que fue sujetado. No eran las esposas de él, y por el número seriado que se puede ver en el video, eran esposas de policías. Su hermana, Rosa Lardizábal, regidora para el gobierno municipal actual de Juárez, acusó formalmente a Jesús Buil Issa, comandante de la Policía Judicial del estado de Chihuahua, de tener que ver con la desaparición de su hermano. Buil Issa negó los señalamientos. Después de esto, jamás se volvió a saber de otra investigación de la corrupción policíaca hecha por las autoridades estatales o municipales.

Con la muerte de Lardizábal, nació el llamado cártel de los policías de Juárez. Rafael Aguilar, el primer gran capo de la ciudad, fue policía federal antes de entrar al narco, pero él representó la vieja guardia. Como referencia, 1993 fue el año en que Amado Carrillo Fuentes se apoderó de la plaza fronteriza, y desde mayo se desató un infierno que llegaría a incluir centenares de desapariciones y muertes de hombres y mujeres, cientos de narcoejecuciones, y más de 120 de las muertes sistemáticas de mujeres.

Phil Jordan, ex funcionario de la agencia antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) en El Paso, Texas, comentó que el trabajo principal de los policías en Juárez era proteger los cargamentos de drogas de los narcotraficantes, y algunos se convirtieron en narcos de tiempo completo. Uno de ellos, el ex comandante municipal Roberto Corral, fue ejecutado en un ajuste de cuentas en 2002. Corral protegió a un narcotraficante que había violado a una niña de 11 años. Un policía municipal estuvo a punto de arrestar al sujeto en un rancho al sur de la ciudad, cuando llegó la orden de Corral de que se retirara de allí porque no tenía nada que ver la policía municipal en esos asuntos.

El cártel de Juárez

La corrupción de la policía a todos sus niveles en Juárez es clave para explicar por qué siguen los levantones misteriosos, las ejecuciones relacionadas con los ajustes de cuenta y los asesinatos sistemáticos

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (20 Kb)
Leer 13 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com