Carta

Querido Angel:

Comparezco aquí para agradecerte el trabajo desarrollado durante muchos años para convertirme en un ser vivo con personalidad propia. Desde la barriada de la Paz hasta el al actual San Gregorio, desde la tutoría, la secretaría, la jefatura de estudios o la dirección, has ido participando de manera activa para conformarme en lo que soy hoy, un centro con sello propio.

En mis paredes dejas palabras grabadas, palabras que ahora puedo ordenar, con el mismo orden alfabético que enseñaste a aquellos niños y niñas de primero de EGB del curso 1984-85, en el que llegaste a Alcalá del Río, ahí van:

Alma, amistad.

Bagaje, balance.

Corazón, constancia.

Compañerismo, consenso, comunicación

Diálogo, democracia

Equidad, empatía, equipo

Formación, flexibilidad

Gestión, grupo

Humanidad, huella

impulso, ilusión, igualdad,

innovación, inconformismo, ilipa

justicia,

Lucha, libertad

Maestro, motivación

Nervio, nobleza

Orden, origen, oficio

Proceso, profesionalidad,

persona, proyecto

Reflexión respeto, racionalidad

Solidaridad,

Tesón, tarea

Ubicuidad, unión

Vivencias, valores

Zalamería.

Confío que la jubilación recién adquirida, ese merecido descanso después de tantos años en el colegio se convierta en una etapa de sosiego, de mayor libertad para dedicarse a personas o aspectos que el trabajo cotidiano te impidió realizar con la intensidad deseada.

Intuyo que te encontrarás contento, gozoso entre otras razones por ser conscientes del deber cumplido. Imagino que no podrás evitar bucear en el pasado, recordar episodios buenos y menos buenos, pues de todo habrá habido en tu paso por el cole. Afortunadamente aunque la memoria es caprichosa, suele ser muy selectiva y tiende a recordar los acontecimientos más gratificantes y a arrinconar los más desagradables. Considero, no obstante, que no debes ser rehén del pasado, el presente está aquí, vívelo con intensidad y disfruta de esta larga etapa de tranquilidad y apertura de miras que

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