De la literatura contemporánea

De la literatura contemporánea: un acercamiento a algunas de sus expresiones

Si desde el siglo XX las artes han tenido un desarrollo experimental e innovador, la literatura no se ha quedado al margen. Es así que podemos entender los movimientos de vanguardia de la primera mitad del pasado siglo, algunos de ellos abordados en el curso de Literatura I: los llamados ismos, como el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo, por mencionar solo tres.

La influencia de la historieta

En ese mismo siglo, el auge de la gráfica tuvo impacto también en la literatura. Los aportes del comic (con sus secuencias icónico-verbales) fueron determinantes para el surgimiento de la novela gráfica en el último cuarto del siglo XX. Esta emplea los recursos de la historieta –como las viñetas, los dibujos, los globos o bocadillos y las deltas; el engarzamiento de los mismos en función de una historia contada–, y los articula con temáticas complejas destinadas a un público adulto.

En 1978, Will Eisner publica Contrato con Dios, y lo denomina novela gráfica. A partir de esa obra, esta expresión literaria ha ido cobrando cada vez mayor relevancia. Aunque todavía hay quienes denuestan la novela gráfica y no la consideran verdadera literatura, lo cierto es que poco a poco ha sumado mayor reconocimiento: es imposible negarla como una expresión artística bien definida. Muestra de ello es Maus, que en 1991 ganó un premio Pulitzer, y que cuenta la historia de supervivencia del padre de Art Spiegelman, su autor, en los campos de exterminio nazis.

Cabe señalar que se consideran novelas gráficas aquellas obras nacidas originalmente bajo este formato (como las mencionadas), así como los textos literarios (tradicionalmente escritos) que se adaptan a él.

La ficción breve, brevísima

Si bien es cierto que la narrativa bajo los subgéneros más representativos, novela y cuento –en ese orden según la demanda de los lectores–, sigue dominando el mercado, también es verdad que han cobrado fuerza otras formas de este género. Una de ellas es la ficción breve, también llamada minificción, microficción o microrrelato, principalmente.

Encontramos sus antecedentes en relatos muy antiguos, casi siempre pertenecientes a la tradición popular; sin embargo, especialistas como Lauro Zavala han establecido que su origen se ubica en la primera mitad del siglo XX, en Hispanoamérica. Este crítico mexicano define la minificción como “escritura experimental cuya extensión no rebasa una página impresa, es decir, que tiene menos de (aproximadamente) 250 palabras”^[1].

Características de la minificción

Como parte de la literatura contemporánea, posmoderna, la narrativa breve suele presentar intertextualidad^[2] –ya sea con textos de géneros literarios o extraliterarios (hibridación de géneros)–, tender a la ironía, a la metaficción, a la polifonía, al humor negro, la crítica social…  Es importante, además, tener presentes otros rasgos de la literatura contemporánea abordadas en Literatura I (ver “De los derroteros de la literatura contemporánea”, correspondiente al bloque III. Acercamiento a las épocas literarias).

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