ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Desperté

345933434Informe10 de Diciembre de 2014

3.858 Palabras (16 Páginas)171 Visitas

Página 1 de 16

Desperté, eran más de las 7 de la mañana, lo sabía porque el cielo comenzaba a rayarse con los colores inconfundibles del sol, tenía frio y el suelo estaba húmedo por la brisa de las madrugadas; siempre me ha intrigado como es que ese ligero soplo de agua llega a cada rama. Cada hoja, cada pétalo está marcado por la noche, con una pequeña gotita que al llegar el amanecer va desapareciendo.

Aún seguía recostado sobre el pasto, debajo del aquel árbol que de pequeño me gustaba subir e imaginar que era una guarida secreta, aunque todo el mundo me viera y sin pared alguna, yo me sentía en otro lugar, me sentía libre y me sentía bien.

El olor a tierra mojada era mi favorito y en ese momento cerré los ojos y aunque me sintiera casi entumido por la humedad y el viento quedo, respiré hondo y disfruté ese segundo, ese peculiar olor me llevaba a conocer una especie de paz interior, era un equilibrio entre naturaleza, libertad y mi ser; no estaba solo, aunque ninguna persona se había quedado conmigo, me acompañaba a cada minuto mi pensamiento y la pachamama, mi linda y hermosa madre, siempre cerca, siempre tan pura y mágica.

Decidí entonces que era hora de que me marchase, tenía unos cuantos días sin haber dormido en una cama, sin almohada y sin los lujos que solemos tener, pero que vemos como algo realmente indispensable. No me iba porque me sintiera incomodo, ni porque extrañase aquella rutina que me agobió, aquella rutina que hizo que me volviera la persona que ahora mismo no quería ser.

Me iba porque me hacía falta ella…

Recogí todas mis cosas, mi mochila, mi cámara y una cajita donde iba recolectando pequeñas cosas que me encontraba por el camino; piedras raras, hongos que parecieran de dulce, algunas plantas que por mi madre sabía que eran medicinales y objetos olvidados (o tal vez intencionalmente perdidos).

Hacia dos días que había encontrado un anillo, pero no cualquiera, era uno de bodas, tenía unas iniciales en ruso (eso suponía yo) y una fecha (casualmente inusual) 30 de febrero de 1931, al principio pensé que era una alucinación o hasta una broma pero era improbable que alguien me hiciera una broma en aquel lugar y una alucinación no era yo lo estaba viendo y tocando, así que decidí guardarlo y ahora lo traigo en mi pequeña cajita, cuando llegue a casa me gustaría investigar a quien pertenece (o perteneció) me pareció muy interesante ya que mi madre siempre me ha contado que ella alguna vez soñó en que un 30 de febrero habría una revolución, siempre ha tenido unas ideas muy locas, mi madre vivió en una época en donde las mujeres no tenían oportunidades ni voz, ni voto, por eso ahora ella está en continua liberación (yo sentía hacer lo mismo).

Me encontraba en el lugar donde hacía mucho tiempo que vivía, mi lugar favorito, pero que tuve que abandonar hace ya más de 12 años, me fascinaba aquel paisaje y el canto de los pájaros, que aunque ya son pocos, aún están ahí, recuerdo que había muchísimos, era una gran parvada de pájaros de ensueño, aves de un color azul metálico y un canto que era como música de fondo.

En realidad no quería irme, quería quedarme siempre lejos de la frustrante y apagada sociedad en donde hace pocos días residía, prefería respirar aire puro, sentir el amor hacia la tierra, abrazar a la soledad, aferrarme a la tranquilidad. Eso era lo que me hacía falta, estaba tan lleno de humo gris, tan enfermo de falsedad, estaba muriendo y todo por querer más… y ¿qué resultó ser “mi más”? Infelicidad, mentiras, avaricia, hipocresía…

Siempre viví con mi madre, sin hermanos, ni padre, ni ninguna otra persona más. Ella cuidó de mí hasta el cansancio, daría la vida misma por mí, trabajó y me dio estudios, me daba todo lo que necesitaba, aun cuando no tenía el mejor empleo ni el mejor sueldo.

Yo ya a mis 8 años soñaba con que algún día me iría a la ciudad y conseguiría un empleo mejor, para así poder ayudar a mi pobre madre que cansada ya estaba, pero siempre tan fresca, tan divertida, yo sabía que no siempre estaba en las mejores condiciones, pero jamás le vi hacer una mala cara, su sonrisa siempre me mostraba y me hacía sentir el niño más afortunado por tener a la mujer perfecta, trabajadora, fuerte, feliz.

Crecí y me di cuenta que ya era hora de marcharme del lugar que me vio jugar y divertirme, veía como algunos de mis compañeros de la secundaria se marchaban a la ciudad pues en donde vivíamos no había muchas oportunidades para tener recursos monetarios mayores. No quería dejar a mi madre ahí sola, así que le prometí que me iría solo unos cuantos meses en lo que lograba conseguir un empleo mientras seguía con mis estudios y volvería por ella.

Cuando por primera vez llegué a la ciudad me impresionó la cantidad de personas que había, las construcciones, las tiendas, todo era realmente nuevo para mí y me pareció un lugar muy bueno para poder conseguir lo que quería. Tener una mejor vida (monetariamente hablando).

Pero en aquel momento mi inocencia y hasta mi ignorancia no me dejó ver más allá de esas casas bonitas y de esos carros de lujo, me deje llevar por todo aquel materialismo y superficialidad, que no supe ni cuando comenzó a impregnarse tanto en mí.

Así fue, me fui por 5 meses y medio y regresé para llevarme a mi madre, le conté todo lo que allá había visto, como vivía la gente y como comencé a vivir de igual manera yo. Estaba emocionado me sentía como alguien que había podido hacer grandes cosas, siempre he considerado que me alabo mucho cada pequeño logro que alcanzo, en aquel entonces el ser parte ya de la ciudad me hacía sentir casi cerca del éxito.

Nos fuimos a vivir juntos en un pequeño departamento que hasta entonces era el único que podía pagar, trabajaba por las tardes después de la escuela en una cafetería, no me iba tan bien en comparación con la demás gente, pero yo aún conservaba la capacidad de siempre estar agradecido con lo que tenía, eso lo había aprendido de mi madre y por eso mismo estaba yo ahí, en un nuevo lugar, porque estaba tan agradecido con ella que quería darle lo que me dio y mucho más, mis intenciones eran puras, eran sinceras y reales.

Yo quería vivir bien, siempre y cuando fuera con la mujer que dio la vida. Ese era mi objetivo principal.

Pasaron 3 años precisamente, cuando terminé la preparatoria, yo ya tenía un mejor empleo, estaba en una empresa donde se vendía y compraba oro y mis ingresos eran mayores, mi madre me veía con gran orgullo y eso me hacía sentir totalmente satisfecho me gustaba tanto ver que estábamos felices y agradecidos el uno con el otro.

En ese mismo mes tuve unas pequeñas vacaciones en mi trabajo y decidí que haría algo nuevo, eso era una característica muy mía, siempre tenía ganas de hacer y probar cosas nuevas, conocer gente y aprender todo lo que pudiera. Cada mañana durante ese verano de asueto, solía ir a la biblioteca que quedaba cerca de mi departamento.

Pero algo extraño sucedió, todos los días una chica de tez morena, con unos ojos inmensos y una cabellera siempre suelta, me miraba. Siempre estaba en la biblioteca, al principio pensé que tal vez trabajaba ahí, pero no era así, iba con el mismo objetivo que yo, buscar y leer un buen libro (o eso imaginaba yo).

Cuando yo llegaba, ella ya estaba ahí, era como si supiera perfectamente a qué hora yo estaría ahí, como si le dieran aviso de que iba en camino y ella presurosa llegara primero que yo, para verme entrar y clavar su mirada en mi persona, aunque casi casi sentía que me veía el alma. Era realmente penetrante, jamás había visto a una persona con tan intrigante mirar.

Nunca se sentó cerca de mí, pero siempre estaba en un lugar donde fácilmente me pudiera ver. Cada que yo volteaba ella tenía sus ojos clavados en mí. En verdad me daba escalofríos, era muy extraño, pero en el fondo tenía algo que me invitaba a querer saber sobre ella.

Me daba miedo, pensé que pudiera ser una loca desquiciada homicida o algo por el estilo, ya que hacía días antes había visto una película con mi madre, de un hombre que hostigaba a una mujer seduciéndola y al final la terminó destazando y metiéndola en bolsas negras para después enterrarla.

Me aterró el hecho de que mi vida corriera peligro tan solo con el hecho de ir a la biblioteca, pero mi hambre de conocer me ganaba, tenía muchas ganas de hablar con ella, de preguntarle unas cuantas cosas y si tenía el valor suficiente hasta de reclamarle por tan inusual e incómodo comportamiento.

Esa mañana cuando entré a la biblioteca, estaba decidido en dirigirle la palabra, al menos un hola, si solo eso me permitiera la situación. Al abrir la puerta ahí se encontraba, como siempre; su pelo castaño, enmarañado, sus ojos negros que parecieran no tener pupila, y un libro en sus manos, pero con la mirada bien puesta en mí.

Caminé por los estrechos pasillos entre los estantes de los libros de literatura universal, hasta que llegué hacia la mesita en donde siempre la veía sentada. El mejor lugar que pudo encontrar para poder verme con facilidad.

Me paré frente a ella recargué mis manos en la mesa y mi cabeza la dirigí hacia ella y le dije –yo no soy tan inusual, tan extraño, ni tan interesante como para que me veas con tanto afán, casi demencia. En cambio, tú, muñeca eres aquí la única persona que tiene todas las características para que todos los presentes clavemos la mirada en ti. Pero no te preocupes, esa mirada tuya, me ha intrigado y es lo que me ha traído hasta aquí, si tu no me hubieses mirado así durante estos días, yo no me hubiese acercado jamás a ti.

Ella no quito su mirada de la mía mientras

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (22 Kb)
Leer 15 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com