ENCARCELADOS

Las ideas principales de las cárceles son reinsertar en la sociedad a aquellas personas que cometieron algún delito en contra de la ley, además sirve para disuadir a quienes pretenden cometer delitos y mantener a salvo a los ciudadanos. Se supondría que los presos deberían ser reeducados para volver a formar parte de la sociedad y ser aceptados por la misma. Pero aquellas ideas de que las cárceles fuesen instituciones para corregir a los presos están muy alejadas de la realidad actual. Ya que en la actualidad las cárceles no solo son instalaciones precarias, sino que también allí los presos no están totalmente seguros. Por lo cual yo me pregunto ¿Son las cárceles las instituciones perfectas para reeducar al criminal o solo son una fachada que oculta la realidad de los presos?

Es muy común que alguien que cometió un delito y fue a la cárcel, una vez que sale, por algún motivo vuelve a entrar. Esto es un círculo vicioso que sucede muy cotidianamente en nuestro país y en otros países de Latinoamérica, ya que en las cárceles no hay un proceso que logre hacer que los criminales puedan cambiar para bien durante su reclusión. Esto sucede por diversos motivos que se dan durante la estadía del recluso, y el principal motivo es que viven situaciones tan traumáticas que llegan a volverse verdaderamente violentos, aun más de lo que eran.

Ya desde el segundo cero, desde que el recluso pone un pie en la cárcel su vida cambia rotundamente. Lo más común es que el recluso nuevo reciba una “bienvenida” por parte de los reclusos antiguos, y dependiendo del carácter del nuevo recluso va a variar lo que le suceda. Los primeros días serán claves ya que si se deja dominar quedara marcado de por vida y no impondrá ningún respeto allí ni en ninguna otra cárcel, si es que vuelve a ser sentenciado. La clave para que logren ganarse un buen lugar y no ser la “putita” de ninguno de los otros recluso es ganar una pelea con alguien de la cárcel, ya que así podrá demostrar su valor y su fuerza. Cuando los antiguos ven a uno nuevo y se dan cuenta de que es débil, estos pasan a ser de alguna manera sus sirvientes. Y esto consistiría no solo en ayudarlos, limpiar sus cosas y todo lo que les pidan sino que también deben saciar sus necesidades sexuales.

Una vez que el recluso se acostumbra, por decirlo de alguna forma, este comienza a vivir cosas muy fuertes, cosas que tal vez afuera de la cárcel nunca hubiera vivido. Comienza a hacerse una persona más fuerte pero al mismo tiempo infeliz. Ya que la cárcel les succiona la vida y hace que se vuelvan personas más frías. Todo esto lleva a la violencia, y hace que continuamente se estén enfrentando con otros reclusos, ya sea por motivos que tienen importancia o por motivos que no la tienen.

Al pasar por todas estas situaciones los reclusos con el tiempo van acumulando una mezcla de sentimientos ya sea odio, dolor o de venganza. Y todos estos sentimientos encontrados hacen que el recluso comience a sentir rechazo hacia la cárcel, hacia los guardias, hacia los propios compañeros de cárcel y todo lo que represente a la misma. Por lo cual al momento de obtener la liberación suelen salir de una forma totalmente diferente a la que entraron. Y no es de una buena forma, como se supondría que deberían salir si se los reeducara como se supone que debería ser, sino que todo lo contrario; salen cambiados, salen con un enojo tan grande que muy posiblemente vuelvan a cometer algún delito y vuelvan a la cárcel, y así sucesivamente como si fuera un circulo vicioso. Esto es algo que se da muy comúnmente en el país, y se puede ver en el libro del autor Luis Beldi “Presas de Amor”, en el cual relata historias de mujeres que llegan a la cárcel y vuelven a caer una y otra y otra vez. Y también se puede notar en otro libro del mismo autor “Los 12 Apostoles” en el cual se ven historias de hombres que pasaron por más de una cárcel,

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