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El Jarama


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2013  •  4.928 Palabras (20 Páginas)  •  289 Visitas

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La poética narrativa de El Jarama

Es bien conocido el profundo desafecto con que Rafael Sánchez Ferlosio contempla, hoy, El Jarama, y lo que él mismo ha denominado el "grotesco papelón" del literato de éxito que, sobrevenido tras la concesión del Premio Nadal 1955, y rubricado con la concesión, al año siguiente, del Premio de la Crítica, no tardaría en declinar, desde entonces, y durante cuarenta largos años, su tenaz voluntad de olvidar esta novela se ha venido sosteniendo en nombre de un convencimiento que en 1986 expresaría de forma singularmente tajante, al afirmar que El Jarama, como "novela social", "fue un invento de José María Castellet", añadiendo: "me equivoque yo al escribirla y se equivocó Castellet al inventársela" (La Vanguardia, 7-XII-198).

Y es que José Mª Castellet, atento observador, desde los inicios de la década, del panorama de la novela española contemporánea, y puntual notador de su paulatina incorporación a lo que el mismo denomina la "novelística moderna" a través de la renovación y actualización de su mejor tradición a la luz de las técnicas narrativas aprendidas en el discurso del neorrealismo y de la novela norteamericana de la generación perdida, contribuiría decisivamente en efecto a trazar el cauce por el que habría de discurrir la práctica de aquello que conocemos como novela social de los anos 50: fenómeno polifacético y dinámico, no reducible fácilmente a esquemas genéricos, y que en la diversidad de posturas estéticas y aun políticas que sustenta, permite sin embargo reconocer, en la primera mitad de la década, el surgimiento de una incipiente novela comprometida, de corte realista y testimonial, que da cuenta de una voluntad de oposición ideológica en su toma de postura ética y moral ante la realidad, dibujando los perfiles de una poética que se compendia y alcanza su mas alto grado de expresión, en 1956, con El Jarama.

Con una mirada crítica probadamente influida por los principios del compromiso satreano que recorre las páginas del entonces recién traducido ¿Qué es la literatura? (1948; la traducción en la editorial Losada es de 1950), así como por el impacto de las agudas consideraciones de Claude-Edmonde Magny en La era de la novela norteamericama (1948) -texto de influencia decisiva en la conformación de la poética del "realismo objetivo", en su análisis de la psicología conductista y su influencia en la novela y el cine americanos-, José Mª Castellet había sabido reconocer, tempranamente y de forma explícita, la emergencia de un grupo de jóvenes escritores que, a finales de: 1954, se le aparecían como un autentico núcleo generacional de perfiles nítidos, al que mas tarde aplicaría el rótulo de generación del medio siglo. Insistiendo en el rasgo distintivo de su juventud -y enfatizando así, al soslayo, su ineludible condición de "niños de la guerra", de testigos infantiles de un acontecimiento cuyas consecuencias sociales, morales y políticas decidieron las condiciones de su formación personal e intelectual-, Castellet proclamaba para esta que denomina "generación de los jóvenes", una tarea: la del "escritor exigente consigo mismo", capaz de emprender la construcción de un mundo novelesco propio que fuera revelador de la situación de su sociedad, ofreciéndose como tarea común de investigación y critica al lector. Es decir, lo que dos anos antes, en 1952, y en un importante articulo publicado en las paginas de la revista Laye bajo el título de "Notas sobre la situación actual del escritor en España" (nº 20, agosto-octubre 1952) había definido como el gran reto, urgente y necesario, de la novela española contemporánea:

Revelar la totalidad de la vida del hombre español actual para proponérsela como tarea al lector español...Escribir ahora en España. debería ser hacerlo sobre la vida del hombre español actual, sobre su esencia viva de hombre que lucha como todos los del mundo- por su libertad personal, y lucha porque está oprimido por sus propias negatividades, más las que le aporta su sociedad. Además, escribir debería ser hacerlo siguiendo la propia tradición literaria -que en nuestro país no es precisamente pobre- incorporándola a las exigencias técnicas actuales. 1

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Tarea pues de revelación y propuesta que apela al compromiso moral del escritor en tanto que debelador ideológico y revelador de la verdadera realidad y, por lo tanto, como participante activo en un necesario proceso de cambio social. Tarea para la que, a la altura de 1954, la "generación de los jóvenes" se le aparece firmemente dotada, pues "parece en principio más preparada, y con mayor empuje que su inmediata antecesora, y especialmente más compacta, más unida en su ideología e intenciones". Unidad bajo la que intuye sin embargo en ese momento dos tendencias que adscribe a lo que considera genéricamente el núcleo catalán -representado por Ana María Matute o Juan Goytisolo, y en el que domina "la inquietud técnica y una preocupación poética"-, y el núcleo de escritores castellanos que, en la figura de lgnacio Aldecoa, Jesus Fernandez Santos y Rafael Sánchez Ferlosio -que había sorprendido, en 1951, con Alfanhuí-, pone de manifiesto, en una novelística que contempla "más enraizada en la tradición española", unas preocupaciones "más estilísticas y sociales".2

Y es que para entonces, en efecto, Aldecoa, Fernández Santos y Ferlosio venían a configurar, junto con Alfonso Sastre, Carmen Martín Gaite y Josefina Rodriguez, un grupo solidario de jóvenes universitarios que, vinculados entre si por lazos personales, habían aglutinado sus inquietudes comunes alrededor de la muy efímera Revista Española, que tras apenas un año de existencia se despediría oficialmente en el número correspondiente a la primavera de 1954, dejando atrás un indispensable punto de referencia para la comprensión de las coordenadas éticas y estéticas en que empieza a labrar sus señas de identidad el que hacer narrativo de aquellos que la critica coincide en señalar como el núcleo de la tendencia Neorrealista que otorga su particular fisonomía a la novela social de la primera mitad de la década de los 50, en tanto que tabla de experimentación y aprendizaje para este grupo de jóvenes escritores ansiosos por explorar toda una variedad de modos y técnicas que posteriormente reconoceremos en sus novelas, a la búsqueda de un instrumento narrativo plenamente adecuado a la finalidad que ellos mismos evocan en la confesión con que despiden el ultimo numero de la revista:

Sabemos muy bien que en estos tiempos agobiados de retóricas, no se entiende

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