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El Maltrato Animal


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2014  •  4.570 Palabras (19 Páginas)  •  252 Visitas

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Introducción

Es probable que en tu vida hayas visto un animal perdido, abandonando o herido cojeando en el camino. Aunque hay mucha gente en el mundo que quiere a los animales, desafortunadamente hay otras personas que los maltratan.

De repente, estos pobres animales tienen que cuidarse solos. Tienen que encontrar comida. Tienen que encontrar un lugar caliente y seco para dormir. En la mayoría de los casos, estos animales se mueren de hambre y de enfermedades. Otros mueren en las carreteras.

¿Tienes una mascota?, ¿Qué haces para que tu mascota esté sana y segura?, ¿Cómo te sientes cuando ves a un animal perdido o abandonado?, ¿Te enojas?, ¿Te sientes triste?, apuesto a que te sientes triste. ¿Vas al circo?, ¿Te divierte ver a todos esos animales salvajes fuera de su medio haciendo trucos en faldas rosadas? ¿Qué puedes hacer tú para ayudar en todo esto?

Piénsalo.

1.- El maltrato animal

El maltrato animal, tal como su nombre lo indica es tratar mal uno de palabra u obra, en este caso aun animal. Este hecho se traduce a uno de los actos más crueles que realiza el hombre, aprovechándose de la inocencia y de lo indefenso que son estos pequeños o grandes seres sin culpa, puesto que al ser agredidos no pueden defenderse en su totalidad y menos pedir ayuda, lo que le da una gran desventaja sobre el ser déspota que ejerce y aprovecha su poder sobre el otro.

Los seres humanos durante el transcurso de nuestras vidas acostumbramos a rodearnos de mascotas o animales afectivos, llegando estos a formar parte de nuestra familia, recibiendo cuidado, protección y nuestros más puros sentimientos. El maltrato de animales es un asunto serio que se ha convertido en un problema social que incrementa cada vez más. La población se hace de la vista larga ante este asunto y no toma cartas en el, mientras se agrava la situación con animales maltratados, enfermos y desamparados en las calles, ni el gobierno ni nadie hace nada al respecto ya que nadie toma conciencia ni responsabilidad en este asunto. En todos lugares podemos ver animales muriendo de hambre, enfermos, sin hogar y sucios. Los más afectados son los perros y los gatos. Tanto los animales en los circos y zoológicos sufren este problema. Lo más alarmante es que en vez de ir en descenso va en aumento sin freno alguno.

Hay lugares que se dedican a ayudar a los animales como los albergues y santuarios. Pero aun eso no es suficiente. Los albergues, aunque refugian a los animales son crueles. Esto debido a que constantemente sacrifican a los animales. En los santuarios la historia es diferente. Los santuarios son lugares en los que cuidan a los animales, les dan comida, techo, los bañan, juegan con ellos, les brindan atención médica y mucho amor y cariño. Lo importante es que en los santuarios no sacrifican a los animales. Es bueno saber que hay lugares en donde ayudan a los animales pero esto no es suficiente.

Los animales no tienen voz, no pueden hacer demandas ni acusaciones judiciales, por maltrato ni abuso. Por eso, resulta tan fácil para algunos descargar tanta crueldad y violencia a quien solo puede emitir un gruñido antes de morir. Esto es uno de los actos más crueles que realiza el hombre. El aprovecharse de la inocencia y de lo indefenso que son estos seres sin culpa, que al ser agredidos no pueden defenderse ni pedir ayuda.

El maltrato animal ha logrado tocar la sensibilidad de muchas personas en las últimas dos décadas. El surgimiento de organizaciones, que luchan por el bien de los animales han hecho todo lo posible por ayudar.

Estos luchan contra la caza de animales, la protección de su habitad, entre otros.

En países desarrollados podemos ver deportes como las peleas de gallos y la caza de focas. Este tipo de actividades las presencian niños en compañía de su padres lo cual vuelve a estos futuros maltratadores.

¿Y qué se puede pensar de los animales que son utilizados para fabricar ropa o cosméticos? Cada año se sacrifican miles de animales para satisfacer nuestros deseos de moda. A estos de les tortura sin piedad y se les sacrifica se formas crueles, sin importar que sean seres que comparten nuestra misma capacidad de sentir.

El maltrato hacia los animales se produce en personas inseguras con el autoestima baja o muy baja. Estas se sienten sin poder y bajo el control de otros. El motivo podría ser para intimidar, amenazar, asustar, ofender o rechazar las reglas de la sociedad en la que viven. Algunas personas que son crueles con los animales están reproduciendo o copiando acciones que han visto y posteriormente aprendido de niños o están siendo obligados por algún familiar. La mayoría de las personas que abusan de los animales son adolescentes o adultos masculinos con un autoestima muy baja, con pocas amistades y con malas notas académicas, aunque niños tan jóvenes como de 4 años también han maltratado animales (conducta aprendida de los padres o visualizado en algún sitio).

3.- Crueldad en el siglo XXI

El ser humano ha avanzado tremendamente en los últimos siglos. Nos maravillamos a nosotros mismos de los adelantos tecnológicos y científicos que hemos logrado. Hemos trazado el mapa del genoma humano, hemos colocado hombres en la luna y no tardaremos mucho en hacerlo en otros planetas, hemos avanzado hasta extremos impensables en medicina, robótica y cualquier área conocida de la ciencia.

Asimismo, aunque aún quede mucho camino por recorrer, se ha avanzado de forma admirable en el reconocimiento de los derechos humanos, logrando la igualdad entre las personas y evitando o tratando de evitar tratos degradantes, torturas, pena de muerte.

No obstante hay un apartado en el que apenas hemos avanzado en toda nuestra historia, y es el maltrato a los animales por pura diversión. Incomprensiblemente aún en pleno siglo XXI existen muchos sitios en los que el hombre sigue necesitando hacer daño a animales para divertirse.

3.1.- Circos

Muchas personas creen que los circos son una gran entretención para nuestra familia, amigos e hijos, enseñándoles a disfrutar de sus trajes coloridos y de sus piruetas mientras que detrás de todo espectáculo se esconde una gran mentira.

Pero claramente se ve desde lejos todo el maltrato psicológico y físico que han aguantado durante años los animales de circos, castigos, cadenas desde pequeños, maltratados sin ninguna piedad, golpeados ya desgastados por su vida miserable tras las jaulas amarrados electrocutados, muertos ya psicológicamente.

Los circos utilizan animales salvajes en cautividad para sus actuaciones, tales como osos, elefantes, tigres, monos o leones. El comportamiento de estos animales en cautividad está lleno de características anormales como idas y venidas, automutilaciones, golpearse la cabeza, balanceos, o morder los barrotes de las jaulas.

Cuando no hay representación los animales del circo pasan la mayor parte de su vida atados o encerrados en jaulas, en las que apenas tienen movimientos y en las que han de comer y hacer sus necesidades, además de viajar en camiones por todo el país, con condiciones climatológicas en muchos casos adversas a sus características fisiológicas. La forma de estancia y confinamiento de los animales en los circos es totalmente opuesto a lo que necesita el animal, lo que constituye en sí un maltrato desde un punto de vista fisiológico y etológico.

Existen denuncias sobre el maltrato que sufren los animales en el entrenamiento, como la extirpación de garras en los felinos para evitar accidentes, o la extirpación de dientes incisivos en los chimpancés, así como la utilización de varas, palos y látigos. Asimismo muchos de los animales que están en los circos, han sido capturados del medio natural, sustituyendo su forma de vida en libertad y de acuerdo a su especie, con la cautividad y una forma antinatural de vida.

Algunos de los circos más importantes viajan durante aproximadamente 48 semanas al año, cubriendo enormes distancias. La programación de los circos está hecha para maximizar la cantidad de espectáculos, no para alivianar el sufrimiento de los animales. En verano, algunos circos viajan a zonas de altas temperaturas en busca de público, obligando a los animales a padecer calores extremos dentro de los vehículos de transporte. Lo mismo ocurre en invierno con las zonas de bajas temperaturas.

Los animales son transportados en camiones o trenes. Los tigres viajan en jaulas, tan pequeñas, que no pueden siquiera voltearse. En estas jaulas deben comer, dormir y defecar hasta llegar a destino. Por lo general, los animales no bajan de los transportes apenas llegan al lugar del espectáculo, esto es debido al tráfico vehicular, o porque han llegado más tarde o temprano de la hora señalada. En este caso, los animales son forzados a esperar dentro de los vehículos durante horas bajo condiciones extremas de temperatura.

Los circos obligan a los animales a realizar actos que no tienen ninguna semejanza con lo que estos animales están acostumbrados a hacer en estado salvaje. Estas actividades antinaturales van desde un tigre saltando a través de un aro en llamas a osos montando bicicletas. Los animales salen muchas veces lastimados mientras practican estos trucos, por ejemplo tigres que sufren quemaduras. Para entrenar a estos animales, con el objeto de que realicen actividades antinaturales, se necesita látigos, collares de ahorque, instrumentos para picar eléctricos, ganchos de metal y otras herramientas. Cuando vea elefantes, podrá apreciar que los empleados del circo portan una herramienta llamada ankus (vara de madera con un filoso gancho en la punta) la cual se utiliza para evitar comportamientos no deseados. El ankus, se aplica en las zonas más sensibles del elefante, como los pies, atrás de las orejas, bajo el mentón, dentro de la boca y otras zonas de la cara, además de que muchas veces se utiliza directamente para golpear al animal.

La vida de constante confinamiento y frustración que llevan estos animales, los conduce a estados neuróticos. Se puede ver en los comportamientos estereotipados, como el balanceo de la cabeza en los elefantes y el movimiento constante de los tigres dentro de las jaulas. Estas actitudes son síntomas claros de un stress psicológico muy profundo. En estado salvaje, los elefantes viajan grandes distancias y en grupo. En los circos, salvo cuando deben actuar, pasan el día encadenados por las dos patas, lo que les imposibilita caminar. Es sabido que los elefantes forman fuertes lazos familiares, sin embargo, en los circos estas familias no existen o están separadas.

Los animales de circo no proveen una verdadera herramienta educativa para el público, ya que son forzados a realizar trucos que no harían en forma natural si estuvieran libres. Lo único que los niños ven es animales desesperanzados que realizan lo que el medio hostil y antinatural les pide.

Muchos circos no tienen mucho dinero y como resultado, los animales que usan sufren de un cuidado inadecuado. Muchos de los animales que son grandes y naturalmente activos, son forzados a pasar la mayor parte de su vida en pequeñas jaulas y únicamente son sacados por periodos de tiempo cortos, para entrenar o actuar. Un defensor de animales, que trabajo clandestinamente para el un circo que estaba de gira, estaba sorprendido al ver que ni siquiera eran capaces de dar a los animales la suficiente agua. Este tipo de circos “rodantes” visitan aproximadamente 150 ciudades al año y una provisión de agua limpia no siempre se encuentra en cada localidad. Como resultado se les limita el agua y la limpieza de las jaulas y de los animales no es una prioridad, causándoles mucha penalidad a animales como los elefantes a quienes les gusta bañarse constantemente. La comida al igual que el agua, también es limitada. Climáticamente, el medio ambiente de un circo es muy distinto al de los hábitats de los animales. El caliente verano puede ser especialmente duro en animales como osos, mientras que los leones por ejemplo sufren mucho en el frío. George Lewis, quien viajó con el famoso circo Ringling Bros comentó: “Cuando fuimos a descargar las jaulas de los elefantes, vimos que el largo viaje había causado estragos en un uno de ellos, el elefante se encontraba tirado y muerto en la jaula”. Veterinarios calificados para tratar a este tipo de animales no siempre están presentes y los animales tienen que sufrir y morir por la falta de atención médica, como siempre los animales siempre son los únicos en pagar las consecuencias. Durante el invierno, cuando los circos están fuera de temporada, los animales son mantenidos en las jaulas en las que son transportados o muchas veces en los camiones. Muchos circos no tienen los recursos ni los deseos de poner mucho dinero en refugios confortables para los animales en invierno cuando no están en temporada. Este encierro, provoca un gran daño físico y psicológico en los animales.

Si bien el niño se siente atraído por poder observar en vivo a estos animales, el adulto ha de ser consciente del sufrimiento que estos espectáculos implican. Al tiempo que se está dando al niño una educación contraria al respeto y disfrute de poder observar a los animales en libertad y no a explotarles y observar comportamientos antinaturales.

Sería conveniente que la sociedad se planteará si es necesario el sufrimiento de estos animales para su propia diversión. Ecologistas en Acción considera que este tipo de espectáculos no están en consonancia con una sociedad que avanza hacía el respeto y la convivencia. De hecho los circos más progresistas buscan la audiencia mediante la destreza de sus artistas y no mediante la explotación animal.

Cada vez son más los países que prohíben los circos con espectáculos animales: como Canadá, Finlandia, Suiza, Suecia, Dinamarca, o el caso más reciente de Río de Janeiro (Brasil).

3.2.- Laboratorios de experimentación

La experimentación con animales o "experimentación in vivo" es el uso de animales en experimentos científicos. Se calcula que cada año se utilizan entre 50 y 100 millones de animales vertebrados (desde peces cebra hasta primates). Invertebrados, ratones, ratas, pájaros, ranas, y otros animales no destetados no están incluidos en estos números, aunque una estimación realizada sobre el número de ratas y ratones usados en los Estados Unidos en el año 2001 lo situaba en 80 millones. La mayoría de animales son sacrificados después de usarlos en un experimento. El origen de los animales de laboratorio varía entre países y especies; mientras que la mayoría de animales son criados expresamente, otros pueden ser capturados en la naturaleza o suministrados por vendedores que los obtienen de subastas en refugios.

Cada año mueren más de 200 millones de animales en el mundo a consecuencia de los experimentos realizados por compañías farmacéuticas, cosméticas o con unos fines sanitarios. La industria armamentista también usa criaturas para aprender como matar en experimentos con fines bélicos, que como podrán imaginarse tienen un alto grado de crueldad, agonía, violencia, tortura, etc.

Los experimentos pueden resultar inútiles y con muy poco sentido, ya que las diferencias entre especies son abismales. Por ejemplo, a los gatos las aspirinas les resultan tóxicas, ya que la asimilan muy lentamente, en cambio eso no sucede en nuestro caso. Si la penicilina hubiera sido probada en animales, nunca habría salvado la vida de una persona.

●Test de piel: Ponen al descubierto la piel del animal, quizás arrancándole el pelaje con cinta adhesiva, se le aplica en la piel sustancias irritantes, el animal no se puede mover ni siquiera para lamerse o intentar reconfortar el dolor, después es observada la reacción, y se puede repetir el proceso en la misma zona del cuerpo durante un año.

●Test drize: En esta prueba se utilizan conejos, se acomodan de tal forma que no se puedan mover y solo que se su cabeza a la vista. Les vierten el producto en los ojos, teniendo sostenidos los parpados con pinzas. Los animales llegan a perder la visión pues las cantidades y los procedimientos son atroces e increíblemente dolorosos.

●Vivisección: La vivisección es seccionar o cortar a un animal vivo. En algunos casos se les inyecta por vía intravenosa, intramuscular o subcutánea productos químicos elaborados por el hombre para así ver su reacción.

Parece obvio que la experimentación dolorosa con animales debería estar prohibida, en vez de requerida por la ley como ocurre con algunos países, por ejemplo Estados Unidos. Sin embargo, esto no es así, de tal manera que lo único que queda por hacer es boicotear los productos de empresas que experimenten con animales.

En otras pruebas (las de dosis letal) se obliga a los animales a ingerir detergentes y otros productos nocivos y se observan sus reacciones (convulsiones, erupciones cutáneas, diarreas, etc.).

Se suele argumentar que estos sacrificios son en nombre de la ciencia, pero la verdad es que la mayoría se producen en la industria bélica, cosmética y en colegios y universidades. Aun en los laboratorios farmacéuticos, los experimentos con animales producen más daños que beneficios. Existen medicamentos que salieron a la venta después de haber sido probados en animales y que han causado enfermedades y malformaciones en los seres humanos. Somos muy diferentes, sólo idénticos en una cosa: la capacidad de sufrir.

Millones de conejos, cobayos, ratones y pequeños mamíferos son utilizados para probar los artículos del hogar y los productos cosméticos. Procter & Gamble, Colgate-Palmolive y Unilever están entre las empresas más crueles que experimentan en animales. Existen alternativas científicas válidas, respaldadas por el avance tecnológico y que no utilizan animales, por lo que son más seguras, precisas, baratas, éticas y sin ningún efecto colateral.

3.3.- Tauromaquia

Las corridas de toros son un espectáculo bochornoso en tres actos, de unos veinte minutos de duración, que escenifica la falsa superioridad y la fascinación enfermiza con la sangre y la carne de la que se alimentan, contra toda lógica ética y dietética, quienes creen tener un derecho divino a disponer a su antojo de la vida de otros seres sensibles, llegando incluso a justificar y trivializar la muerte del toro como arte y diversión; un comportamiento patológico que nace de una incapacidad para afrontar el dolor de las víctimas y una morbosidad irrefrenable ante la posibilidad de ser testigo directo de alguna cornada, o de la muerte del matador; un riesgo fortuito, infrecuente (un torero por cada 40.000 toros sacrificados), y sobre todo evitable que, sin embargo, incrementa el carácter macabro de la corrida.

Igual que los carniceros y las guerras, las corridas de toros tienen mala imagen, y no es fácil presentar la muerte como arte, comida o libertad. Pero si el requisito para un festín es la matanza de un animal, y los tiros son los precursores de la libertad, quienes se lucran fomentando la diversión a costa de la vida animal también necesitan justificar y enfocar la atención de los consumidores y usuarios en la supuesta utilidad de sus productos y servicios apoyando obras de interés social; por ejemplo, a través de una corrida de beneficencia, un acto aberrante e insolidario que, sin embargo, puede servir de reclamo al tranquilizar algunas conciencias, sobre todo si el baño de sangre beneficia supuestamente a un asilo de ancianos, las hermanitas de los pobres, una asociación que defiende a los discapacitados como la Fundación Padre Arrupe, o instituciones como la Asociación Española Contra el Cáncer o la Cruz Roja, que también entró a formar parte del negocio taurino con la explotación del servicio de alquiler de almohadillas en la plaza de Sevilla.

Las administraciones públicas, propietarias del 65% de las más de trescientas plazas de toros españolas, a pesar de las quejas de la inmensa mayoría de los contribuyentes que no desean apoyar con sus impuestos esta barbarie nacional que los intereses taurinos tratan desesperadamente de mantener e incentivar, siguen exigiendo un mayor número de corridas en los pliegos de adjudicación de los concursos taurinos; una carnicería anual, estéticamente impresentable que, con más de mil representaciones escenificando la masacre de un pacífico animal herbívoro que acaba en el desolladero, amenaza con ahogar con sangre, incluso, el interés de sus más fieles e incondicionales cómplices, ética y físicamente discapacitados, de una cobardía que a todos envilece.

Detrás de la barrera que les aísla de la sangre, los aficionados y curiosos, adictos a la muerte y al dolor ajeno, se jactan de alimentar un biocidio aberrante y estéril con la compra de abonos que les permiten ver hasta la saciedad un espectáculo nauseabundo en el que se torturan, uno tras otro, miles de veces, seis magníficos animales, condicionados desde el nacimiento para representar, junto con el caballo, el papel más funesto de un fatídico guion, dividido en tres “suertes”, en las que unos siniestros mercenarios muestran su desprecio a la vida, acosando y “castigando” a un noble toro, manipulado y traicionado, con arpones y picas afiladas, hasta que muere, asfixiado o ahogado en su propia sangre con los pulmones destrozados por la espada del matador, o apuntillado con un puñal con el que intentan seccionarle la médula espinal. Pudiendo haber sido sometido, según estudios veterinarios, a toda clase de mortificaciones fraudulentas, incluyendo, además del afeitado (del cual, según el artículo 47.2 del reglamento de 1996, son supuestamente responsables los ganaderos), el suministro de fármacos y purgantes, que actúan como hipnotizantes y tranquilizantes, pudiendo producir falta de coordinación del aparato locomotor y defectos de la visión antes de comenzar la farsa taurina y ser descuartizado por los picadores, que le clavan el hierro de la puya en el morrillo, abriendo, a modo de palanca, un tremendo agujero con la cruceta, cortando y destrozando los tendones, ligamentos y músculos de la nuca para obligarle a bajar la cabeza y poderle matar más fácilmente. Continuando con el suplicio de las banderillas; tres pares de arpones de acero cortante y punzante (llamadas también “alegradores”), que le rompen la cerviz, quitándole fuerza y vitalidad, antes de ser estoqueado por los sicarios de la espada y el puñal; una labor premiada con las orejas, rabos y patas arrancadas de sus víctimas, incluso antes de su muerte, como trofeos que testifican el grado de deshumanización de sus cobardes verdugos y quienes les alientan con el griterío inconsciente o un silencio cómplice.

Las corridas de toros, además de carecer de sentido ético y apoyo social, fomentan el desprecio hacia los animales y la insolidaridad entre los ciudadanos, acostumbrados a permanecer impasibles ante el linchamiento de un ser vivo. No siendo tampoco un espectáculo que cuente con el apoyo incondicional de sus más fervientes aficionados que protestan contra “la invalidez de los pseudotoros” y el incumplimiento reiterado de las normas que regulan la tortura del animal, cada vez más debilitado y “falto de casta”, que sufre la dolorosa indignidad del afeitado, una práctica que implica el corte de un trozo de pitón, dentro del mueco donde se le inmoviliza, sufriendo el llamado lumbago traumático, y destrozándose los músculos y tendones al luchar desesperadamente por librarse del yugo que sujeta su cabeza, saliendo desvencijado en el cajón hacia los corrales de la plaza, a donde llega tullido y sin fuerzas para afrontar los desgarradores puyazos que le inflige el picador. Un vergonzoso fraude, tolerado y muy extendido, según los propios taurinos, que debería bastar para condenar y aislar públicamente a los matones que han impuesto, con el beneplácito institucional de sus vasallos políticos, este sucio negocio como emblema de la España negra y “fiesta nacional”.

Aunque haya disminuido el apoyo popular a las corridas de toros, el fin de las fiestas crueles dependerá del grado de respaldo de los medios de comunicación, de los intereses económicos y de las instituciones públicas y religiosas que tradicionalmente las han justificado y mantenido, política y materialmente, a cambio de vender su alma al diablo o al mejor postor, permitiendo la implantación del “status quo” taurino y la pérdida de valores éticos y religiosos del modelo egoísta de sociedad actual, intolerante y cruel, que se manifiesta a través de las retransmisiones taurinas, la violencia deportiva y doméstica y la telebasura en general, con el silencio cómplice, egoísta o ignorante de los votantes que legitiman activa o pasivamente la violencia institucionalizada sin comprender el origen de los conflictos sociales y las guerras locales y transnacionales que condicionan e hipotecan el presente y el futuro de la humanidad.

El fomento de la crueldad y el desprecio a la vida llega incluso a redefinir y condicionar el comportamiento y la identidad cultural de los aficionados a la sangre, a través de nuevos videojuegos como “Torero, arte y pasión en la arena”, con una opción, presentada por un conocido torero, que enseña a dos jugadores las técnicas más refinadas para torturar y matar a sus víctimas virtuales o potenciales. Al igual que los esfuerzos, claramente tendenciosos para presentar una corrida de toros simbólicamente, con descaro o sutileza, como una expresión artística fascinante y respetable, a través del cine o del teatro, en obras como “Carmen” y “Don Juan en los ruedos”, de Salvador Távora, que llenan los escenarios de sangre real, vertida para satisfacer el morbo de los espectadores, o la película “Hable con ella”, del director Pedro Almodóvar, quien organizó corridas de muerte en Madrid y Guadalajara, que costaron la vida a varios toros, destruyendo la magia incruenta del cine para manchar de sangre a los espectadores y hacerles cómplices involuntarios de una atrocidad éticamente incomprensible e injustificable.

Uno de los factores que contribuyen a mantener y fomentar las corridas de toros es el aporte de dinero público de las instituciones locales y regionales a las escuelas taurinas, que surgieron junto a los antiguos mataderos municipales, donde se entrena a niños de doce y catorce años en “el arte de matar”, mediante competiciones y prácticas con terneros y vacas, que sufren atroces heridas e incluso, como en la escuela taurina de Madrid, mutilaciones de las orejas y el rabo antes de morir. Barbaridades que forman parte del ritual tauricida de las corridas, apoyadas y justificadas por representantes taurinos de la cultura, como el escritor y catedrático de ética de la Universidad Complutense de Madrid, defensor de las corridas de toros y de las víctimas del terrorismo, Fernando Savater, quien se jacta de que “las barbaridades a veces también tienen su mérito, su estética y su ética”, justificando demagógicamente la crueldad por no ser, según él, “el objetivo de la diversión”, sino “un ingrediente necesario”.

El gobierno de Andalucía, que también apoya las corridas de toros, justifica las escuelas taurinas que subvenciona haciendo una lectura parcial de los artículos 35 y 46 de la Constitución Española, que tratan del derecho al trabajo y la libre elección de un empleo o una profesión, así como el fomento y conservación del patrimonio cultural español, sin tener en cuenta el artículo 15, que trata del derecho a la vida, sin miedo a la tortura y a un trato inhumano y degradante, que convenientemente no se aplica a los toros y caballos víctimas de las corridas.

Otros factores económicos que contribuyen a mantener las corridas son la asistencia, nada grata, del turista ocasional que apoya, a menudo involuntariamente, el morboso espectáculo y la diversificación económica de los ruedos. Asimismo, mientras algunos ganaderos se benefician de la ayuda económica de la Unión Europea, destinada a la producción de carne, otras subvenciones públicas permiten la celebración de corridas de toros en pueblos y ciudades que carecen de medios económicos para organizarlas por su cuenta. La venta de carne de los animales sacrificados a los gourmets taurinos, que ignoran o desean ignorar la importante liberación de toxinas producida por el estrés de las víctimas y las enfermedades habituales relacionadas con su consumo, como tuberculosis, nefritis y parasitosis hepática, también contribuye a hacer más rentable la masacre taurina.

"No hay nada tan patético como una multitud de espectadores inmóviles presenciando con indiferencia o entusiasmo el enfrentamiento desigual entre un noble toro y una cuadrilla de matones desequilibrados destrozando a un animal inocente que no entiende la razón de su dolor”

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