El aspecto terapéutico

“El aspecto liberador y terapéutico de una metodología de trabajo escolar y de cultura que

encuentre su fuente en lo más profundo de la vida de los individuos y que restablezca los

circuitos obstruidos por las prácticas dogmáticas y autoritarias. Actuamos desde dentro.”

Freinet, “L’Educateur”. 1957.

Uno de los principales problemas de la enseñanza de la lectoescritura en las primarias de muchos países del mundo es que los alumnos, al ser forzados a escribir sobre temas determinados por el maestro (y que por ende no resultan significativos para los niños en ese momento), generan rechazo a la lectoescritura y, a partir de allí, se produce resistencia a leer y escribir. Eso se previene y corrige con la metodología (creada por Miguel Nadal Palazón) que aquí presento, donde la lectoescritura se desarrolla de manera comunicativa y, sobre todo, expresiva. Esto favorece el desarrollo de una relación afectiva positiva con la lectoescritura, al contrario de lo que ocurre con la escritura obligada de temas predeterminados y enfocada a la corrección ortográfica (Nadal, M., 2002).

Los bloqueos afectivos en contra de la lectoescritura surgen a partir de la influencia de los adultos en los niños. Lo que suele suceder es que los adultos relacionamos, a lo largo de nuestras vidas, la escritura y lectura con cuestiones puramente académicas y casi siempre desagradables. Los adultos solemos considerar a la lectoescritura como algo sólo relacionado con la escuela, el trabajo y deberes académicos. No siendo esto suficiente, leer o escribir es algo necesariamente tedioso y que sólo se hace por encargo; inclusive, es aburrida la forma en que uno tiene que hacer las tareas: debe uno sentarse, estar en silencio, sin ningún distractor, etcétera. Esta visión es compartida tanto en escuela como en la casa, ya que, por un lado, los maestros dejan tareas (obligación de lectura), y, por otro, los padres se dedican a obligar a los hijos a hacer dicha tarea (Pennac, D., 2000). Como bien sabemos, los niños aprenden de lo que ven y es de esa manera que introyectan nuestras actitudes hacia la lectoescritura.

La necesidad de atención y de aceptación son necesidades básicas de cualquier persona (Rogers,C., 1979); además este tipo de necesidades sociales y de seguridad son, según Maslow, segundas en importancia, solo después de las necesidades fisiológicas (Maslow 1991). Estas necesidades son mucho más importantes en los niños. La aceptación implica el ser parecido al otro, en particular al adulto influyente (padres, maestros), y así se adquieren y hacen propias las barreras en contra de la lectoescritura. Es así que los niños lo aprenden y en la medida de lo posible evitarán leer o escribir.

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