El castillo

                                                                                                                                                                                                        El castillo    Había una vez una pequeña aldea en medio de un bosque oscuro y tenebroso. Era un lugar tranquilo y apacible, donde todos se conocían y se ayudaban entre sí. Sin embargo, todo cambió cuando llegó el nuevo señor del castillo cercano. Era un hombre desconocido, solitario y misterioso, que se había instalado en el castillo y no permitía que nadie se acercara.

Los aldeanos comenzaron a notar cosas extrañas en el bosque. Los animales desaparecían misteriosamente, y se escuchaban ruidos extraños en la noche. Los niños no podían jugar al aire libre sin temor a ser atrapados por algo desconocido. Los adultos empezaron a tener pesadillas y a sentir una sensación de inquietud constante.

Un día, un grupo de valientes aldeanos decidieron investigar el castillo y descubrir la verdad detrás de las extrañas desapariciones y sucesos. Sin embargo, cuando llegaron al castillo, se encontraron con una puerta cerrada y un letrero que decía: "Entrar aquí es a tu propio riesgo".

Ignorando la advertencia, los aldeanos abrieron la puerta y se encontraron con un pasillo oscuro y tenebroso. Caminaron con cuidado, escuchando los ruidos extraños que se acercaban cada vez más. Finalmente, llegaron a una habitación iluminada por una luz tenue. Allí encontraron al señor del castillo, sentado en una silla con una mirada extraña en su rostro.

¿Qué está pasando aquí? -preguntó uno de los aldeanos con voz temblorosa.

Lo que está pasando es que yo soy un ser inmortal que se alimenta de la vida de los demás -respondió el señor del castillo con una sonrisa macabra.

Los aldeanos se quedaron paralizados, sin saber cómo reaccionar. El señor del castillo se levantó de la silla y comenzó a caminar hacia ellos. Los aldeanos trataron de huir, pero el castillo estaba lleno de laberintos y pasillos oscuros que los mantenían atrapados.

Finalmente, lograron escapar del castillo y regresar a la aldea. Sin embargo, nunca volvieron a ser los mismos. Sus rostros estaban marcados por el miedo y la angustia, y sus sueños eran aterradores. A partir de ese día, la aldea quedó maldita y abandonada, y nadie se atrevió a volver al castillo.

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