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La Ciudad Dorada.


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2016  •  Ensayos  •  448 Palabras (2 Páginas)  •  95 Visitas

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                                                                           La Ciudad Dorada.

Una carreta, un obscuro bosque y yo, John Dee, yendo hacia Praga, mejor conocida como la ciudad dorada.  El bosque me hablaba, los animales me gritaban y los pájaros no cantaban, me decían que nada de esto es correcto, pero ya era tarde para retroceder. La voz de su majestad me daba vueltas en la cabeza, yo sabía que todo esto de la misión era una locura y era muy claro que algo estaba tramando, no sabía que iba a ser pero lo que si sabía es que no sería nada bueno.

Ya se veían las estrellas cuando  a lo lejos veo cinco personas que se me acercaban. Me detuve, se me acercaron, me dijeron que estaban perdidos y cansados. Fueron directos y me preguntaron si los podía llevar a donde yo estuviese yendo, la verdad estaba apresurado y el peso me enlentecería mucho el andar así que les dije que no. Mi descortesía  no le agrado para nada, me robaron todas mis cosas. Ahora estoy sin nada ni nadie.

El sol gracias a Dios se empezaba a mostrar y la luna se escondía, había sido una noche larga y cansadora, ya que no pude dormir nada. Los ojos se me cerraban pero de repente a lo lejos entre la niebla y mis ojos muertos se veía una torre, lo más alto que había visto en mi vida, debía tener unos cien metros de altura, era la Catedral de San Vito, había escuchado algunos rumores sobre ella pero nunca creí que pudiese ser verdad, sabía que estaba en Praga, ahí fue cuando me di cuenta que al fin había llegado.

Llegar a la ciudad fue como un golpe de energía y en el camino a mi cabaña aproveche para conocer aunque sea un poco la ciudad. Era fantástica,  nunca había visto algo así, pero en realidad, de hecho lo que mas quería ver, era una cama. Al llegar a la cabaña fui derecho a dormir en fin. Al despertar tuve que comenzar con la misión. Al salir en la puerta noto una carta con  el nombre de emisor  de la legitima Isabel I, nada mas ni nada menos que pidiéndome que yo, un alquimista don nadie le robe al mismo Rodolfo II la poción de la vida y juventud. Ahora todo tiene sentido.  Al instante comencé a escribirle una respuesta diciéndole que bajo ningún punto de vista iba a hacer algo semejante.

Era obvio que Isabel iba a querer venganza por lo tanto decidí fugarme  a un lugar donde nunca me encontrarían, Africa. Estuve alli por diez años hasta que la reina al fin murió y pude regresar en paz.

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