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La vuelta al Romanticismo


Enviado por   •  17 de Enero de 2017  •  Trabajos  •  11.709 Palabras (47 Páginas)  •  222 Visitas

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La vuelta al Romanticismo. Los jóvenes creadores también volvieron sus ojos al Romanticismo, tanto a la prosa de Larra (el autor crítico de la sociedad de su momento) como a la poesía de Bécquer (el poeta intimista). Como ellos, contemplan el fracaso de los valores absolutos y de los modos de pensamiento tradicionales sobre los que se suponía asentada la estabilidad de la vida social e individual: es un tiempo de dudas, ansiedad, angustia,… El entronque de los modernistas con los románticos es total.

El acercamiento al Espiritualismo. El Espiritualismo es una corriente estética y filosófica de fin de siglo que supone una contraposición a los valores materialistas vigentes hasta entonces y una progresiva reivindicación y exploración de las potencias anímicas, irracionales y subjetivas del ser humano. El Espiritualismo aboga por los aspectos más intimistas de la interpretación de la realidad, aspecto muy valorado por los modernistas.

Las nuevas tendencias políticas y filosóficas. Pronto los jóvenes creadores, los modernistas, van a  sintonizar con las nuevas tendencias políticas del momento (regeneracionismo, institucionismo, socialismo, anarquismo,…) y con las nuevas corrientes filosóficas (la visión angustiada de la existencia en Kierkegaard, la “voluntad” de Schopenhauer, el vitalismo de Nietzsche). Tanto el positivismo como el racionalismo empiezan a resultar insuficientes a los intelectuales de finales del siglo XIX. Se van imponiendo nuevas formas de pensar que van a marcar el siglo XX:

  • El irracionalismo que duda del poder omnímodo que se le había atribuido a la razón.
  • El vitalismo que entiende que la realidad es algo cambiante que no se puede aprehender con la razón y sí con la intuición.
  • El existencialismo que no se preocupa ya del problema de las esencias, sino que se centra en la existencia del ser humano.
  • El marxismo que cree que la labor de la filosofía no ha de ser únicamente la interpretación del mundo ya que el pensamiento ha de contribuir activamente a la transformación social y política del mundo.

Estas corrientes filosóficas tienen gran repercusión en todas las esferas humanas pues se ocupan del vivir humano concreto.

La conexión de la literatura con las demás artes. Se toman como referentes para la creación literaria los modelos de otras artes (música, pintura,…). Uno de los ideales de los modernistas será esta confluencia de todas las artes en la literatura.

Todos estos procesos de renovación ideológica, filosófica y estética contribuyen a la formación de la gran ruptura protagonizada por el Modernismo en el ámbito hispánico.

Poesía modermista,

Desde 1890 a 1915 son varias las denominaciones que se dan a las promociones de escritores jóvenes que van apareciendo en la escena literaria. Son llamados en la prensa de la época “gente nueva”, “modernos”, “modernistas”,… Esta última denominación, que empezó siendo despectiva, acabó por convertirse en estandarte de los nuevos creadores.

El Modernismo también alude a la escuela o movimiento literario cuyo padre es el poeta nicaragüense Rubén Darío y en el que militarían los más destacados autores españoles (Manuel Machado, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Ramón Mª del Valle-Inclán, Eduardo  Marquina, Francisco Villaespesa,…) e hispanoamericanos de la época (José Martí, José Asunción Silva, Amado Nervo,…). Muchos de los autores españoles, sin embargo, negaron su adscripción al movimiento.

La crítica literaria actual prefiere hablar de Modernismo como una actitud estética ante la obra literaria, presente en la mayoría de los nuevos escritores de finales del XIX y principios del XX. Ya Juan Ramón Jiménez en 1935 había apuntado esta posición:

“El Modernismo no fue solamente una tendencia literaria: el modernismo fue una tendencia general. Alcanzó a todos. […] En España, la gente nos puso ese nombre de modernistas por nuestra actitud. Porque lo que se llama modernismo no es cosa de escuela ni de forma, sino de actitud. Era el encuentro de nuevo con la belleza, sepultada durante el siglo XIX por un tono general de poesía burguesa. Eso es el modernismo: un gran movimiento de entusiasmo y libertad hacia la belleza”.

En el marco de la crisis de la época, estos nuevos creadores presentan unos valores éticos y estéticos semejantes. Esta nueva actitud del creador puede definirse a partir de estas señas de identidad:

  • Rechazo de la estética realista. Actitud idealista: entronque con el Romanticismo.
  • Autoexigencia estética. Búsqueda de un arte exquisito: ansias de armonía, perfección y belleza.
  • Rechazo de los valores burgueses: pragmatismo, utilitarismo, trivialidad,… Desprecio por la mercantilización de la obra bella.
  • Rebeldía e inconformismo del autor que se niega a integrarse en la sociedad: rebeldía política, bohemia, dandismo,…

Desde estos postulados éticos y estéticos es fácil establecer los rasgos generales de la literatura española de principios del siglo XX: la rebeldía frente a todos los valores burgueses y la raíz romántica de sus ideales y preocupaciones.

La negación de los valores burgueses se manifiesta tanto en una rebeldía ideológica (sintonizan con las ideas socialistas, anarquistas o hasta carlistas) como en una rebeldía estética (buscan ante todo la originalidad y la belleza, cultivando el esteticismo). Son partidarios de un estilo de vida bohemio que huye del orden y del buen gusto y que gusta de frecuentar el mundo marginal.

La raíz romántica de esta nueva literatura se advierte tanto en su confrontación con la realidad de la que pretenden evadirse, como en el subjetivismo. Niegan la realidad que les rodea y buscan otras épocas y otros lugares:

  • Revalorizan todo lo antiguo (primitivismo).
  • Buscan la verdadera esencia española y la encuentran en Castilla.
  • Ambientan sus obras en lugares exóticos como Japón o India (exotismo).
  • Huyen de la mediocridad, se aficionan a los viajes, se consideran ciudadanos del mundo (cosmopolitismo).
  • Reivindican y reviven en sus obras las culturas indígenas (indigenismo).

El subjetivismo y la exploración de su intimidad, característicos de los románticos, pasan igualmente a primer plano. Sentimientos (pesimismo, escepticismo, angustia, dolor, hastío vital) y temas decadentes (la muerte, la enfermedad) pueblan sus escritos. Junto a ellos, en otros momentos mostrarán su vena más vitalista y erótica. En otras ocasiones, sin embargo, prevalecerá el ansia de trascendencia y la dimensión espiritualista.

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