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Los Pollitos


Enviado por   •  12 de Enero de 2013  •  720 Palabras (3 Páginas)  •  423 Visitas

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http://www.jornada.unam.mx/2012/04/19/opinion/a06a1cul

asi se puede decir que Boris Schoemann ha hecho del dramaturgo quebequense Michel Marc Bouchard un autor emblemático de su actividad como director en México, al grado de que el a raíz del montaje de Los endebles de este autor formó un colectivo que se llama como esta obra. Excepto Las musas huérfanas –publicada por la editorial el Milagro junto a Los endebles y El camino de los pasos peligrosos– escenificada por Mauricio Jiménez, todos los otros textos que conocemos del autor, y ya son bastantes, han sido propuestos y dirigidos por el creador escénico que se naturalizó mexicano desde hace mucho tiempo. Ahora escenifica Tom en la granja, la más reciente obra del dramaturgo, bajo los auspicios de la dirección de Teatro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), casi al mismo tiempo de su estreno en Quebec y en otras partes del mundo.

Son dos los temas, entretejidos por necesidad, los que toca esta obra. Por un lado, la homofobia que existe en muchas partes y por el otro, la mentira que oculta la elección sexual, propia o de otros, que en este texto se extiende hasta tocar el deseo de pertenencia del citadino Tom, encantado con la sencillez del campo, mostrado en sus acciones para permanecer en la granja y dar tranquilidad a Aga-the. La mentira termina cuando la mujer se entera de la verdad por los cuadernos del hijo muerto y con ella se acaba también la sumisión y empatía de Tom hacia Francis que lo lleva a la acción final. Muchas personas de mi generación hemos presenciado en amigos o compañeros de estudio, a mediados del siglo pasado, ese ocultamiento de la elección sexual por temor al rechazo o ser tomados por enfermos, como se les consideró hasta 1973, al grado de que los hombres gay –en las mujeres era más fácil de disimular– se casaran para “guardar las apariencias” haciendo desdichadas también a sus mujeres. En la actualidad, a pesar de una aceptación creciente que incluye en varias partes del mundo las bodas de parejas del mismo sexo, la homofobia azuzada por varias religiones no ha desaparecido en mucha gente, por lo que Tom en la granja, aparte de sus virtudes teatrales, sigue siendo muy vigente.

Jorge Ballina diseñó una escenografía con una pared fija con una puerta y ventanas y un suelo y mobiliario que se transforman –movidos por los mismos actores en los oscuros– para dar cocina, dormitorio, pesebres y otros lugares, todos de madera insertados en un piso de paja. En ellos, apoyados por la iluminación de Fernando Flores Trejo y la musicalización de Rodrigo Espinosa Lozano, se van dando las escenas, algunas que se devuelven como teatro narrado en boca de Tom, sobre todo al principio y al final, y otras dialogadas, con algunos movimientos, como el de Tom trepado a la mesa mientras se viste y es llamado a gritos por Agathe, con los que el director pauta la acción escénica

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