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Poema Luto


Enviado por   •  27 de Octubre de 2014  •  2.223 Palabras (9 Páginas)  •  659 Visitas

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ANÁLISIS LITERARIO DEL POEMA “LUTO” DE GABRIELA MISTRAL

LUTO

En sólo una noche brotó de mi pecho,

subió, creció el árbol de luto,

empujó los huesos, abrió las carnes,

su cogollo llegó a mi cabeza.

Sobre hombros, sobre espaldas,

echó hojazones y ramas,

y en tres días estuve cubierta,

rica de él como de mi sangre.

¿Dónde me tocan ahora?

¿Qué brazo daré que no sea luto?

Igual que las humaredas

ya no soy llama ni brasas.

Soy esta espiral y esta liana

y este ruedo de humo denso.

Todavía los que llegan

me dicen mi nombre, me ven la cara;

pero yo que me ahogo me veo

árbol devorado y humoso,

cerrazón de noche, carbón consumado,

enebro denso, ciprés engañoso,

cierto a los ojos, huido en la mano.

En una pura noche se hizo mi luto

en el dédalo de mi cuerpo

y me cubrió este resuello

noche y humo que llaman luto

que me envuelve y que me ciega.

Mi último árbol no está en la tierra

no es de semilla ni de leño,

no se plantó, no tiene riegos.

Soy yo misma mi ciprés

mi sombreadura y mi ruedo,

mi sudario sin costuras,

y mi sueño que camina

árbol de humo y con ojos abiertos.

En lo que dura una noche

cayó mi sol, se fue mi día,

y mi carne se hizo humareda

que corta un niño con la mano.

El color se escapó de mis ropas,

el blanco, el azul, se huyeron

y me encontré en la mañana

vuelta un pino de pavesas.

Ven andar un pino de humo,

me oyen hablar detrás de mi humo

y se cansarán de amarme,

de comer y de vivir,

bajo de triángulo oscuro

falaz y crucificado

que no cría más resinas

y raíces no tiene ni brotes.

Un solo color en las estaciones,

un solo costado de humo

y nunca un racimo de piñas

para hacer el fuego, la cena y la dicha.

1. INTRODUCCIÓN

1.1 BIBLIOGRAFÍA DEL AUTOR:

GABRIELA MISTRAL

Lucila Godoy, llamada Gabriela Mistral (conocida mejor como Gabriela Mistral), escritora chilena. Hija de un maestro rural, que abandonó el hogar a los tres años del nacimiento de Gabriela, la muchacha tuvo una niñez difícil en uno de los parajes más desolados de Chile. A los 15 años publicó sus primeros versos en la prensa local, y empezó a estudiar para maestra. En 1906 se enamoró de un modesto empleado de ferrocarriles, Romelio Ureta, que, por causas desconocidas, se suicidó al poco tiempo; de la enorme impresión que le causó aquella pérdida surgieron sus primeros versos importantes. En 1910 obtuvo el título de maestra en Santiago, y cuatro años después se produjo su consagración poética en los juegos florales de la capital de Chile; los versos ganadores- Los sonetos de la muerte- pertenecen a su libro Desolación (1922), que publicaría el instituto de las Españas de Nueva York. En 1925 dejó la enseñanza, y, tras actuar como representante de Chile en el Instituto de cooperación intelectual de la S.D.N., fue cónsul en Nápoles y en Lisboa. Vuelta a su patria colaboró decisivamente en la campaña electoral del Frente popular (1938), que llevó a la presidencia de la república a su amigo de juventud P. Aguirre Cerda. En 1945 recibió el premio Nobel de literatura; viajó por todo el mundo, y en 1951 recogió en su país el premio nacional.

En 1953 se le nombra Cónsul de Chile en Nueva York. Participa en la Asamblea de Las Naciones Unidas representando a Chile. En 1954 viene a Chile y se le tributa un homenaje oficial. Regresa a los Estados Unidos.

El Gobierno de Chile le acuerda en 1956 una pensión especial por la Ley que se promulga en el mes de noviembre.

En1957, después de una larga enfermedad, muere el 10 de enero, en el Hospital General de Hempstead, en Nueva York. Sus restos reciben el homenaje del pueblo chileno, declarándose tres días de duelo oficial. Los funerales constituyen una apoteosis. Se le rinden homenajes en todo el Continente y en la mayoría de los países del mundo.

La obra poética de Gabriela Mistral surge del modernismo, más concretamente de Amado Nervo, aunque también se aprecia la influencia de Frédéric Mistral (de quién tomó el seudónimo) y el recuerdo del estilo de la Biblia. De algunos momentos de Rubén Darío tomó, sin duda, la principal de sus características: la ausencia de retórica y el gusto por el lenguaje coloquial. A pesar de sus imágenes violentas y su gusto por los símbolos, fue, sin embargo, absolutamente refractaria a la "poesía pura", y, ya en 1945, rechazó un prólogo de P. Valéry a la versión francesa de sus versos. Sus temas predilectos fueron: la maternidad, el amor, la comunión con la naturaleza americana, la muerte como destino, y, por encima de todos, un extraño panteísmo religioso, que, no obstante, persiste en la

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