RENACIMIENTO EN FRANCIA
27 de Noviembre de 2013
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RENACIMIENTO EN FRANCIA
INSTITUCIÓN EDUCATIVA SAN MIGUEL
PAYANDÉ
2013
CONTENIDO
Pág.
1. INTRODUCCION 4
2. RENACIMIENTO EN FRANCIA 5
2.1. ARQUITECTURA EN FRANCIA 8
2.2. HUMANISMO EN FRANCIA 8
2.3. ESCULTURA Y PINTURA FRANCESA 8
2.4. CULTURA EN FRANCIA 10
2.5. ECONOMÍA FRANCESA 11
2.5.1 Consecuencias 12
2.6. CAMBIOS RELIGIOSOS EN FRANCIA 16
2.6.1 Las guerras de religión 16
2.6.2. El régimen de Catalina de Medici 16
2.7. ORGANIZACIÓN SOCIAL EN FRANCIA 17
2.7.1 Situación Política 17
3. CONCLUSIONES 19
4. WEBGRAFIA 20
5. ANEXOS 21
1. INTRODUCCIÓN
Durante los siglos XV y XVI florece en Europa un imponente y vigoroso movimiento artístico, literario, científico y cultural en general que también tuvo profundas implicaciones políticas y sociales, llamado “Renacimiento”. En ellos se produce la ruptura con concepciones tan típicamente medievales como la subordinación de todo saber a la teología y a los criterios de autoridad sustentados a la tradición.
La presente actividad se realiza para conocer los inicios del Renacimiento Francés, el cambio económico, religioso, artístico, cultural, literario, científico, social y político. Lograr aprender la historia antigua es decir a la mitad del siglo XV, distinguir cada una de los cambios de la historia del renacimiento.
Se elaboro mediante consultas a internet, fuentes bibliográficas, libros de historia los cuales nos sirvieron para desarrollar cada uno de los puntos del trabajo y comprender el Renacimiento en Francia y todos sus cambios.
2. RENACIMIENTO EN FRANCIA
Francia fue uno de los países que más rápido adoptó la influencia italiana que venía con las características de lo que hoy conocemos como Renacimiento, esta influencia se vio favorecida por la cercanía geográfica, los vínculos comerciales y la monarquía, la cual quería a toda costa adicionar los territorios limítrofes de la península italiana consiguiéndolo en algunos momentos.
Si bien esto fue los primeros años de esta influencia durante el reinado de Francisco I se impulsó la adopción de las formas renacentistas, se estima que esto terminó de tomar forma por los años de 1515-1547, es que este rey era un fanático de las artes que en Italia estaban en un gran apogeo siendo un aficionado de todo lo que provenía de estas tierras, protegiendo a diferentes exponentes de las artes italianos, solicitando sus servicios, inclusive con el mismo Leonardo Da Vinci, el cual hay que recordar que murió en el Castillo de Cloux.
La primera obra que se conoce del renacimiento francés es el Castillo de Saint-Germain-en-Laye, imponente fortaleza de ladrillo y piedra en la que aparecen pequeños detalles de este estilo arquitectónico, también aparecen dentro de este estilo son los famosos Castillo del Valle del Loira, el cual es un importante conjunto de mansiones que muchas se conservan hoy en día en donde podemos encontrar los rasgos más importantes de este estilo, como por ejemplo la integración perfecta de los edificios con la naturaleza circundante.
En Francia, la influencia italiana se dejó sentir desde muy temprano, favorecida por la cercanía geográfica, los vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba anexionar los territorios limítrofes de la península italiana, y lo consiguió en algunos momentos. Sin embargo, el impulso definitivo a la adopción de las formas renacentistas se dio bajo el reinado (1515-1547) de Francisco I. Este monarca, gran mecenas de las artes y aficionado a todo lo que procediera de Italia, protegió a importantes maestros, solicitando sus servicios para la Corte francesa (entre ellos el mismo Leonardo da Vinci, que murió en el Castillo de Cloux), a la vez que emprendió un ambicioso programa de revitalización cultural que revolucionó el desarrollo de las artes en el país. Conviene tener presente que Francia fue la cuna del Gótico y que por tanto este estilo estaba fuertemente arraigado y podía ser visto como un estilo nacional. De ahí que las formas góticas continuaran presentes durante un tiempo, a pesar del nuevo estilo impuesto por la Corte.
En cuanto a la arquitectura, la monarquía, fortalecida y en período de expansión territorial, había patrocinado ya desde el siglo XV la remodelación de los viejos chateaux medievales y la creación de nuevas residencias más acordes con los tiempos. Pero fue precisamente Francisco I el que dio un impulso definitivo a esta operación renovadora, que tuvo varios focos. El primer edificio renacentista en Francia fue el Castillo de Saint-Germain-en-Laye, imponente fortaleza de ladrillo y piedra en la que aparecen pequeños detalles renacientes, dentro de una general sobriedad de aire militar. De estilo más avanzado serán los Castillos del Valle del Loira, conjunto de mansiones para la realeza y la nobleza que muestran los rasgos más característicos del Renacimiento francés: decorativismo de raigambre manierista, recuerdos goticistas en las estructuras, y quizá lo más novedoso: una perfecta integración de los edificios en la naturaleza circundante, como se ve en el grácil puente del Castillo de Chenonceau. El más célebre dentro de este conjunto es el Castillo de Chambord, que presenta grandes audacias estilísticas, como una escalera interna helicoidal. Otros ejemplos de estas residencias suburbanas son los castillos de Amboise, Blois y Azay-le-Rideau.
Además de todas estas realizaciones, Francisco I se embarcó en la que quizá fue la obra fundamental de este período: el Palacio de Fontainebleau, vieja mansión de los reyes franceses que se renovará totalmente. En el edificio en sí, se aprecia ya el triunfo de las formas italianas, aunque adaptadas al gusto francés con sus típicas chimeneas y mansardas. Incluye fragmentos de desbordante creatividad, como la célebre escalera imperial, anticipo de soluciones barrocas. No obstante, quizá lo más destacado del proyecto fue que involucró a creadores de prácticamente todas las disciplinas artísticas, algunos venidos expresamente de Italia como los pintores Francesco Primaticcio o Rosso Fiorentino, el famoso escultor Benvenuto Cellini, o el arquitecto Sebastiano Serlio, importante autor de tratados de arquitectura del que apenas se conocen obras salvo este palacio. Las novedades que se fraguaron aquí trapasarían el ámbito local y darían origen a todo un estilo, el estilo de Fontainebleau, un manierismo refinado al servicio de los gustos aristocráticos.
Tras Francisco I, las formas a la italiana acabaron imponiéndose definitivamente en la arquitectura bajo Enrique II, cuya esposa pertenecía a la familia florentina más poderosa (Catalina de Médicis). Bajo su mandato (1547-1559) se reformó la antigua sede de la Corte en París, el Palacio del Louvre, convirtiéndolo en un moderno edificio de estética plenamente manierista. La reforma fue dirigida por uno de los arquitectos franceses más destacados del momento, Pierre Lescot, que diseñó el gran patio central (Cour Carrée), con características fachadas en las que utiliza el módulo de arco de triunfo clásico. Asimismo, estos monarcas iniciaron la construcción de un nuevo palacio, enfrente del Louvre, el Palacio de las Tullerías, en el que intervino el otro gran arquitecto francés del Renacimiento, Philibert Delorme.
En Francia, la influencia italiana se dejó sentir desde muy temprano, favorecida por la cercanía geográfica, los vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba anexionar los territorios limítrofes de la península italiana, y lo consiguió en algunos momentos. Sin embargo, el impulso definitivo a la adopción de las formas renacentistas se dio bajo el reinado (1515-1547) de Francisco I. Este monarca, gran mecenas de las artes y aficionado a todo lo que procediera de Italia, protegió a importantes maestros, solicitando sus servicios para la Corte francesa (entre ellos el mismo Leonardo da Vinci, que murió en el Castillo de Cloux), a
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