Una temporada en el infierno

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO

La obra una temporada en el infierno  nos relata como el poeta pretende resucitar en su unidad y totalidad, sensaciones, sentimientos, el paso y la presencia de sí mismo, al mismo tiempo, el poeta penetra en el origen de la mentalidad del artista, pero incapaz de integrarse en ella definitiva y totalmente.  

La inevitable y justa rebeldía satánica, acompañada de una condenación no menos inevitable; aspiración cristiana a la plenitud del amor humano y divino, realizada de hecho por una voluntad, por el sacrificio y el fin, condenándose sin protesta a los turbios compromisos de una vida paralizada y a los paliativos de la piedad; a el círculo infernal del sujeto y del objeto, círculo infernal del autor, encerrado en su soledad, azotado por el tiempo y la necesidad de comunicación, atrapado en el cepo de un ideal impalpable que se opone a una realidad material cerrada. A través de la experiencia de estos estados complementarios, implicados en la cultura occidental, Rimbaud llega a la raíz de los mitos, comprendiendo su interdependencia, su poder de error y destrucción.

La ambición del poeta, de ascender ordenadamente al conocimiento del alma por una conciencia activa, a través de todas las formas de conocimiento inmediato, de todas las deformaciones y desenfrenos, ha llegado a su término; mejor dicho, el propio material de su experiencia se dispersa y transforma ya al conjuro de este conocimiento vivido.

Sea como sea, de Rimbaud puede decirse que la poesía le permitió desposeerse del espíritu y forjarse una voluntad de adulto responsable, autor de su destino. Rimbaud no parece haber soportado vivir sino poniéndose a prueba y contradiciéndose sin cesar para superarse.

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