Yautepec

El zarco

I. Yautepec

El pueblo de Yautepec de tierra caliente, cercano a un inmenso bosque en el que apenas y se miran las torres de la iglesia, una de las características más relevantes es, que es un pueblo mitad oriental y mitad americano, con aspecto original y pintoresco. La flora de Yautepec son naranjos y limoneros, grades y frondosos cargados siempre de frutos y azahares, dichos arboles florecen en cada estación del año.

Por otra parte el estilo americano es, por la variedad de plantas como los bananos que relucen por sus bellas y anchas hojas y los magueyes, pero a pesar de esta gran variedad predominan más los naranjos y limoneros.

En el año de 1854 este hermoso pueblo todavía pertenecía al estado de México, la gente vive casi exclusivamente de los frutos que se producen.

Las características más relevantes de las casas de dicho lugar es que la mayoría estaban pintadas de colores chillantes, estaban construidas de tejas oscuras, cercadas de paredes de adobe, de arboles o de piedra.

Cerca de allí pasa un rio tranquilo que divide al pueblo del bosque, con aguas cristalinas y su creciente es en tiempos de lluvias. La población es buena, tranquilos, laboriosos, amantes de la paz, sencillos y hospitalarios. Están rodeados de maravillosas haciendas de caña de azúcar. Al rio y los arboles son un gran tesoro para la comunidad.

II El terror.

En un día de agosto de 1861, apenas se acababa de poner el sol, y ya parecía que el pueblo estaba en las sombras y obscuridad de la noche. L silencio reinaba, era un día distinto, ya que en otras ocasiones los vecinos salían a la plaza o a bañarse a el rio, pero era todo lo contrario, ahora parecía que había una epidemia, todos se encontraban encerrados en sus casas.

Todo esto sucedía porque en el pueblo, radicaban unos bandidos crueles, asaltaban, había matanzas, raptos de personas e incendios a la gente, esto lo hacían para tener más poder sobre el pueblo y para que el temor predominara.

Los bandidos se decían llamar “Los plateados”, el carácter que tenían era de crueldad y de infamia, estos bandidos nunca se habían visto en todo México. La población quería que hubiera vigilancia en las torres para que en cuanto fueran llegando los bandidos avisaran al pueblo para que todos se ocultaran y encerraran en sus casas. Pero todos sabían que los bandidos contaban con espías dentro de la población, y esto aterraba más a la gente. Estos grupos habían crecidos y estaban formados por mas de cien personas y estos vigilaban toda la comarca.

Los bandidos establecían campamentos para planear sus próximos asaltos, etc., y mandaban cartas a los hacendados y vecinos con buen nivel social pidiéndoles dinero. Este campamento se ubicaba en una hacienda antigua en Xochimancas.

III Las dos amigas

A las orillas del pueblo había una casita humilde, pero con una pequeña huerta de naranjos, limoneros y bananos, esa casita la integraban un señora de edad llamada Antonia y dos jóvenes muy bellas, pero muy distintas entre si y con creencias diferentes. Una de las jóvenes de veinte años con características de piel blanca, de ojos oscuros y alegres, de boca encarnada y risueña, su sonrisa burlona, un poco soberbia, su cuellos robusto y su cabellos sedoso y negro, llamada Manuela, que ocultaba un secreto muy grande.

La otra joven tendría unos dieciocho años, era morena, con el tono suave y delicado, sus ojos grandes y también oscuros, en su boca siempre había triste siempre y cuando su compañera decía alguna frase burlona, su cuello inclinado, su cuerpo frágil, era muy notable ver que era todos lo contario a la otra joven. Esta joven le gustaba trenzarse su cabello y colocarse flores de azahar, ella se llamaba Pilar.

Un

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