Éxodo de yangana análisis literario

Personajes

Físico

Carácter

Don Lizardo

 La cara es enorme, colorado y moreno ,un cutis curtido por el sol , cejas agresiva, su vos es gruesa  

Él es proveedor de una familia bíblica. Sordo como una tapia y es amigo de García moreno

Los Mendieta

El mayor

Es pequeño, de ojos achinados delgado y lampiño tiene el pelo lacio y negro , estevadura de las piernas  

Los dos son mejores jinetes , son capaces de hacer entrar al paso a una bestia  por guambi que sea  

Los Mendieta

El menor

Buena talla, barba y crespo de color levemente  aceitunado y cejas espesas y sus escandalosa estevadura de los piernas

Los dos son mejores jinetes , son capaces de hacer entrar al paso a una bestia  por guambi que sea  

Virgen del higuerón

Es alta, esbelta, tiene las carderas anchas y cintura fina ojos brillantes y profundos  

Es considerada como la muchacha más bella  de los contornos desvela el sueño de muchos hombres , de la madre heredo el ardor, a la vez su inocencia y zalamero de las miradas y la manera de hablar un poco cantarina

Doña pascuala

Mujer feroz , hablar meloso, fácil y zalamero en sus buenos momentos

La saluda todo pasajero, muy atentamente, cuando se encuentra con ella, y le pregunta cómo ha amanecido

Don Joaquín torres

Es un mestizo de exigua estatura, ya viejo y calvo, que huele apestosamente a medicamentos, a valeriana, a ruda, a izhpingo.

Médico y boticario en una pieza, Posee un inmenso surtido de hierbas medicinales y un imponente acopio de frascos empolvados. Y el complejo arte de curar, indistintamente, los males que envía Dios y los que ponen en el cuerpo de sus semejantes los prójimos malvados

Doña patrona Alcocer

Sus manos sabias, grandes, enjutas

la decano de las comadronas

Setenta años de edad y más de treinta de práctica. Se

Mueve con pasos lentos, como si su fabulosa sabiduría botánica le pesara, y llevara sobre sus espaldas anchas un hato con todos los críos que ayudara a venir al mundo.

Fermín López

A cara blanca, fina, pálida, barbada, brilla una sonrisa, s huellas que el fuego ha dejado en una de sus piernas. La carne de los dedos gordo e índice se ha fundido en una soldadura que los ha convertido en una sola pieza deforme

el hombre de la mala suerte máxima, el hombre perseguido por el fuego, El hombre ha caminado siempre con los pies descalzos, hombre de palabra fácil, hablar de lo que pudiéramos llamar su sino combustible y comburente, y ninguno de los que lo oyen pone en duda lo que cuenta

 don Patricio Aldeán

Mujer cuarentona, gorda, lenta, enfamiliada, toda ademanes y visajes, inteligente, conversadora amena y ditirámbica

La matrona más distinguida del lugar, Viste como ciudadana, entiende de corte, maneja diestramente los figurines y es capaz de confeccionar cualquier modelo de vestido con una facilidad que al coro de sus amistades le parece sorprendente.

doña Patrocinio,

La viuda, ponía su mirada vigilante y glotona. Muy de mañana, a la hora en que las gallinas empiezan a saltar del árbol, los tres sirvientes de la notable matrona empezaban a corretear, con gran estrépito, el ave de corral que había amanecido de turno para el sacrificio porque le  gustaba de prepararse platos sabrosos y le apasionaba, en general, la comida.

don Vicente Muñoz

El cuerpo es alto, delgado, un tantico cargado de espaldas. Es blanco y pálido el color de la piel. La frente es muy amplia y más clara que el resto del rostro. Se deja la barba, que es bronceada, crespa y abundante. Encaja muy bien en esa cara larga, chupada y ascética. Las cejas, un tanto hirsutas y borrascosas, contrastan con la mansedumbre de los ojos azules. En las manos largas, finas y huesudas, Huele a tabaco su aliento, y la voz, grave y sonora, se deja oír un poco ronca. Sus anchas muñecas, otro contraste con sus manos delicadas, son velludas

El hombre más ilustrado de Yangana. Contaban una romántica historia de amor truncado, que le desarraigó de la ciudad para siempre y que —sin que por eso dejara de merecer la gratitud y la admiración de la gente del poblado

Ignacio Gordillo

 Un hombre flaco, huesudo y pipón. Usa zapatos siempre, le huelen un poco mal los pies y es de una admirable resistencia para manejar el hacha.

Músico  toca el violín, El violinista es a la par carpintero y ha hecho él mismo su instrumento.

Benjamín Betancur

el guitarrista, tiene muy buena voz, es guapo y sonrosado

gustarle explotar el físico todo lo que puede, es aficionadísimo a emborracharse gratis, le han permitido llevar acabo sensacionales conquistas amorosas

Elías Gómez

Tiene labios gruesos

Completa el trío musical, soplando con sus labios gruesos en la flauta de los siete orificios ribeteados de negro. También ha sido el artífice de su propio instrumento

Jacinto Peñaflor, Jacinto Picuita

Camina a cuestas con sus dos apellidos. Uno, el que usa él y con el que gusta de ser llamado, Zapatero remendón y gallero empedernido. Es un entusiasta aficionado al deporte de golpear dominicalmente a su mujer

Ulpiano Arévalo,

Vicente Orozco

Hombre fuerte, callado y resuelto.

Antiguo soldado del ejército nacional. Llegó a ser sargento segundo, regular cocinero y excelente tirador

tenían por costumbre reunirse, la mañana de los domingos y días de fiesta de guarda, los más forzudos del poblado, para apostar en proezas de vigor físico

 don José Toro

Era un hércules que excluía, por amplio margen, toda posible competencia, quienes más cotejas rivales resultaban entre sí eran, pues, este Ulpiano Arévalo, desertor, y el Sapo Lavanda, herrero.

José Vallejo

Le nombran así por la disposición oblicua de los ojos y por la cetrina palidez del rostro.

alias «el Chino», de profesión carpintero, Tiene una bien ganada reputación de carpintero hábil e hizo en el pueblo la mayor parte de los muebles de las casas bien tenidas

José Clemente Piedra

Trae puesto pantalón de bota de color olivado, con anchos fondillos, y camiseta de juego, con mangas largas. Se ha anudado un pañuelo en la cabeza

Acompaña a la desigual pareja en su calidad de vigiladísimo pariente de la «cabezona» y anda no bien repuesto todavía de la fenomenal borrachera que comenzó con la fiesta.

Joaquín Gordillo

El mentón ancho y el entrecejo de gruesas arrugas del ceñudo futbolista, de andar firme y de grandes zapatos, vuelven a infundirle una tranquila confianza, y, por centésima vez, encoge los hombros.

ex-estudiante de agronomía, forastero también, s otro escapado de la ciudad, a quien capturó la avalancha, y que marcha con ella gustoso, emborracho, semidormido y burlón

 doña Liberata Jiménez

En los rasgos de su cara, lo negro de su grueso pelo lacio, lo bajo y rechoncho de su cuerpo y la falta absoluta de canas.

La  litigante judicial número uno, En su sangre india lleva la tenacidad y el amor al pleito civil.

 Josefina Luna

Tiene una apariencia de cuarentona, es gorda pero sus manos son muy bellas

La gorda más joven de la caravana, Llora fácilmente y se mueve con mucha dificultad. No es de ninguna manera una gorda ágil. El cuello ha desaparecido ya, rodeado por la grasa floja de sus incontables papadas. Sus manos empero son muy bellas,

don José Toro

Es un hombrón alto y fornido. Los brazos desnudos, morenos y musculosos, Las manos, enormes y callosas, Los párpados son globosos. Barba tupida. Sonrisa fácil, que enseña unos largos dientes incompletos.

Su verdadero apellido no lo conoce nadie. Toro es el sobrenombre que ha ganado por la fuerza descomunal que posee, no obstante sus cincuenta años bien bebidos y su vida crapulosa y manirrota. En el pasado, sólo un hombre ha habido en el pueblo

Carmen Valle

Es bastante delgada, la estatura mediana y proporcionada, y tiene los dientes muy blancos

Dedicada a la profesión femenina más antigua del mundo. Los notables la odiaban de día y amaban de noche. La ropa interior de seda que usaba, y el gozo impúdico con que se desnudaba eran objeto de comentarios muy reservados entre los austeros personajes de la población, que habían sido, cada uno por su cuenta, partícipes, a tanto la sesión, de aquellos encantos prohibidos.

Juan Vásquez

un hombre joven todavía, paliducho, de pecho angosto y manos siempre heladas

Ollero, poseedor que fue de un taller de alfarería instalado en un antiguo galpón donde destilaron aguardiente alguna vez.

Miguel

No tenía el dedo anular de la mano izquierda y tenía el labio leporino. Era el más moreno de los hermanos

era albañil, experto preparador de mezclas para trabajar el bahareque y el adobe

Ignacio

Era muy robusto

no era propiamente albañil: era tapialero solamente

don Eliseo Aliaga

Color tabacoso y quemado; cara tallada como a cuchillazos; nariz grande; pómulos angulosos; barba cuadrada, y maseteros apelotonados; cuello arrugado como corteza de árbol; poderosa cabeza aborigen; manos sarmentosas. Arrastra la pierna derecha, anquilosada

Gustaba hacer que los extremos se toquen, rizando el rizo, burlando los linderos señalados por la ecología subtropical.

María de los Ángeles Zaragocín

Dieciséis años de edad, bella, morena de ojos verdes y bastante tristes. El busto es alto y firme, las piernas, poderosas; los anchos talones desnudos y rosados se asientan en el suelo elástica y sólidamente.

La estigmatizada despreciada, inhabilitada, estigmatizada: vasija rota, fruta servida, paquete abierto, venía también con sus involuntarios verdugos.

Víctor Zaruma

Curtidor de cuero, donde se tonificaban en un proceso de osmosis lentas. Para asegurar la curtida uniforme de las pieles, cosían los bordes de los cueros en forma de zurrón y los rellenaban de corteza nueva

doña Francisca Aldeán

Es delgada, las piernas gruesas y anchas las caderas, y es abundantísimo su pelo rizado. La voz le suena gruesa, cálida y apasionada, un tanto ronca.

, tres veces viuda, ofrece la mano, estrecha fuertemente. Viste de negro. No ha tenido hijos. Sus carnes, que han chupado la vida de tres varones, siguen siendo duras y elásticas

doña Pancha Aldeán

mató a sus maridos no a fuerza de caricias sino valiéndose

Carlos Alcocer, alias Carlos Botado, el don Juan de Yangana

Es feo y háyase ya un tanto descalabrado por la injuria de los años y diversos maltratos:

Un hombre zarandeado, que ha permanecido en la costa durante largo tiempo, y vivido en las minas auríferas de Curipamba.

doña Virginia Correa

que trotaban, provocativas y desafiantes, cerca de sus narices ávidas, de sus labios gruesos, de su instinto de cazador

la mujer de lágrimas más fáciles que haya existido jamás

Costeña

Rompía seda, y los pliegues de su ropa de colores vivos se ceñían a su cuerpo delgado pero vigoroso. Los senos se insinuaban audazmente tras la tela delgadísima. Se pintaba los labios. Paseó por el ambiente escandalizado del pueblo su silueta en realidad soberbia, casi desnuda, grácil, de movimientos que tenían al par una como estudiada y espontánea cadencia

Y la mujer más bella que consiguió este don Juan criollo.

Serafín Armijos

Buscador de tesoros subterráneos. tembloroso por la emoción, había podido escuchar el mensaje delator de las mágicas varillas

Juanita Villalba

—Una simpatiquísima muchacha, inteligente como bonita y tan bonita como inteligente

ex-estudiante de segunda enseñanza, con reputación de atea, de envenenada y de escéptica

Melchor Celi,

piel de tambor, buen color la cara, satisfecho, risueño, eufórico,

Vagabundo, Es jefe de familia, de numerosa familia. No ha sido, con todo, este un obstáculo para que sea el hombre más andariego de la provincia y para que movilice consigo a su mujer y a sus hijos. Nada tenía de gitano y sin embargo no podía asentar sus reales en ninguna parte. Vivía viajando.

, José Manuel Medina

Su rosada y fresquísima mujer y ¡sus veinticuatro hijos! Prepara una cecina soberbia y es un tremendo reproductor. Veinticuatro hijos le han dado su mujer únicamente. En cinco alumbramientos tuvo cinco parejas de mellizos.

Sebastián Japa

Era un señor alto, piel meztisa , con una forma de caminar singular a las de mas.

Llegó a Yangana hace años, con hijos ya crecidos, que aprendieron el oficio del padre, dividiéndose el trabajo de confeccionar sillas y arreos de caballería con tan buen sentido que a poco gozaban sus obras de una reputación que rebasaba las fronteras de la provincia.

Tayta Manuel Gustán

 joven y robusto

el viejo curaca polígamo

Forastera

Pues vestía de «anacu» negro de bayeta delgada y se tocaba con sombrero de lana abatanada, bastante viejo ya. La ropa asimismo estaba muy deteriorada y olía mal.

Gustán había consentido en hospedar bajo el techo ahumado de su choza una boca más, la de la moza casi mendiga que, andando los tiempos, había de llegar a ser su segunda compañera de lecho

Agustín Labanda

Tiene un ojo dañado, tenía fuerzas en los brazos ,cabello oscuro y piel morena

El herrero. No es lo que se llama un hombre fuerte, a pesar de la tradición atlética de su oficio. En cambio, es la admiración de todos sus prodigiosas memorias. Gracias a él se recuerdan las improvisaciones de don Vicente Muñoz

  Froilán Zapata

sudamericano y mestizo, de estatura baja, piel trigueña y pelo cholo venía a ser, a este respecto

Inventor y mecánico, No trabajaba para clientela venal, pues no era sino un aficionado que hacía sus cosas por puro gusto.