ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Еl padre. Olegario Lazo Baeza


Enviado por   •  18 de Junio de 2014  •  Resúmenes  •  1.155 Palabras (5 Páginas)  •  564 Visitas

Página 1 de 5

EL PADRE

(Olegario Lazo Baeza. Chileno)

Un viejecito de barba blanca y larga, bigotes enrubiecidos por la nicotina, manta roja, zapatos de tacos altos, sombrero de pita y un canasto al brazo, se acercaba, se alejaba y volvía tímidamente a la puerta del cuartel. Quiso interrogar al centinela, pero el soldado le cortó la palabra en la boca, con el grito:

-¡Cabo de guardia!

El suboficial apareció de un salto en la puerta, como si hubiera estado en acecho.

Interrogado con la vista y con un movimiento de la cabeza hacia arriba, el desconocido habló:

-¿Estará mi hijo?-

El cabo soltó la risa. El centinela permaneció impasible, frío como una estatua de sal.

El regimiento tiene trescientos hijos; Falta saber el nombre del suyo –repuso el suboficial-…

-Manuel...Manuel Zapata, señor.

El cabo arrugó la frente y repitió, registrando su memoria:

-¿Manuel Zapata…? ¿Manuel Zapata…?

Y con tono seguro:

-No conozco ningún soldado de ese nombre.

El paisano se irguió orgulloso sobre las gruesas suelas de sus zapatos, y sonriendo irónicamente:

-¡Pero si no es soldado! Mi hijo es oficial, oficial de línea…

El trompeta, que desde el cuerpo de guardia oía la conversación, se acercó, codeó al cabo, diciéndole por lo bajo:

-Es el nuevo; el recién salido de la escuela.

-¡Diablos! El que nos palabrea tanto…

El cabo envolvió al hombre en una mirada investigadora, y como lo encontró pobre, no se atrevió a invitarlo al casino de oficiales. Lo hizo pasar al cuerpo de guardia.

El viejecito se sentó sobre un banco de madera y dejó su canasto al lado, al alcance de su mano. Los soldados se acercaron, dirigiendo miradas curiosas al campesino e interesadas al canasto.

Un canasto chico, cubierto con un pedazo de saco. Por debajo de la tapa de lona empezó a picotear, primero, y asomar la cabeza después, una gallina de cresta roja y de pico negro, abierto por el calor.

Al verla los soldados palmotearon y gritaron como niños:

-¡Cazuela! ¡Cazuela!

El paisano, nervioso con la idea de ver a su hijo, agitado con la vista de tantas armas, reían sin motivo y lanzaba atropelladamente sus pensamientos:

-¡Ja, Ja. Ja!...Sí. Cazuela…, pero para mi niño.

Y con su cara sombreada por una ráfaga de pesar, agregó:

-¡Cinco años sin verlo…!

Más alegre, rascándose detrás de la oreja:

-No quería venirse a este pueblo. Mi patrón lo hizo militar.

¡Ja, Ja, Ja…!

…Uno de guardia, pesado y tieso por la bandolera, el cinturón y el sable, fue a llamar al teniente.

Estaba en el picadero, frente a las tropas en descanso, entre un grupo de oficiales. Era chico, moreno, grueso, de vulgar aspecto.

El soldado se cuadró, levantando tierra con sus pies al juntar los tacos de sus botas, y dijo:

-Lo buscan…, mi teniente.

No sé por qué fenómeno del pensamiento, la encogida figura de su padre relampagueó en su mente…

Alzó la cabeza y habló fuerte, con tono despectivo, de modo que oyeran sus camaradas:

-En este pueblo…no conozco a nadie…

El soldado dio detalles no pedidos:

-Es un hombrecito arrugado, con manta…viene de lejos. Trae un canastito…

Rojo, mareado por el orgullo, llevó la mano a la visera:

-Está bien…¡retírese!

La malicia brilló en la cara de los oficiales. Miraron a Zapata y como éste no pudo soportar el peso de tantos ojos interrogativos, bajó la cabeza, tosió, encendió un cigarrillo, y empezó a rayar el suelo con la cantera de su sable.

A los cinco minutos vino otro de guardia. Un conscripto muy sencillo, muy recluta, que parecía caricatura de la posición de firme, a cuatro pasos de la distancia le gritó, aleteando con los brazos como un pollo:

-¡Lo buscan, mi teniente! Un hombrecillo del campo…Dice que es el padre de su mercé…

Sin corregir

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (7 Kb)  
Leer 4 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com