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Los gestos dicen más de lo que se habla


Enviado por   •  10 de Junio de 2018  •  Ensayos  •  729 Palabras (3 Páginas)  •  100 Visitas

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Pontificia Universidad Católica del Ecuador

Facultad de Psicología

Fundamentos Biológicos de la Psicología

Michelle Pinto                                                                    

27 de noviembre 2013

Los gestos dicen más de lo que se habla

La sonrisa, la mueca, la mirada fija, la cara de pánico y el rostro iracundo (Morris, 1967: 125) son expresiones arraigadas desde nuestro antepasado simiesco. Somos capaces de comprender el estado de ánimo de nuestros compañeros, observando ciertas gestualidades faciales y corporales que los individuos pueden proporcionar. El llanto, supone un símbolo de aviso que en el recién nacido es más complicado de descifrar; la sonrisa por su parte asume una modificación del llanto. Nuestro lenguaje corporal es una fuente enriquecedora  que expresa nuestras emociones y es un remanente de la evolución humana (Coon, 2010: 346) que permite mantener la interacción socio – cultural.

El rostro y el lenguaje corporal proporcionan valiosos indicios con respecto a la actitud que tomará un sujeto en determinadas situaciones. El grito, el sollozo, la risa, el rugido, el gemido y el llanto rítmico transmiten los mismos mensajes a todos y en todas partes (Morris, 1967: 125). Somos sensibles en particular a los rostros amenazantes; los músculos faciales son capaces de producir alrededor de 20.000 expresiones distintas (Coon, 2010: 346), sin embargo, existen seis básicas que pueden ser reconocidas fácilmente y que han formado parte de nuestra evolución.

El llanto es no sólo la primera señal que damos de nuestro estado de ánimo, sino también la más fundamental (Morris, 1967: 125). En realidad, tanto en animales como en seres humanos esta reacción es un sinónimo de que las cosas no están bien. Los niños recién nacidos tienden a llorar por varias razones: por hambre, por dolor, o por temor a quedarse solos. Sin embargo, en el proceso de crecimiento, los niños inician su vida de “expresión emocional” (Coon, 2010: 347), permitiendo de esta manera entender la razón de su llanto; los adultos por su parte asumen el acto de llorar como un sinónimo de dolor, una manera de permitir expresar sus emociones y comunicarlas con su entorno. La acción de llorar, por tanto, supone una llamada de atención paternal en los niños y un enfoque de aviso que permite la interacción social.

La sonrisa y la risa son señales únicas y bastante especializadas (Morris, 1967: 126). Mientras el llanto aparece desde el inicio de la vida postparto, la sonrisa y la risa solo llegan después de un par de meses de dicha vida, esta reacción aparece simultáneamente con el reconocimiento de los padres (Morris, 1967: 127) con el afán de mantener junto a él a su madre, quien será la que proporcione los cuidados y mismos correspondientes. Sin embargo, en las personas adultas, la sonrisa existe por diversas razones, sin excluir el hecho siempre permanente de la interacción social, pues, una sonrisa implica actos de hospitalidad, amabilidad, alegría entre otras y es una señal no amenazante que perpetúa el acto socio – cultural, al tomar en cuenta, que la risa dice: “reconozco que el peligro no es real” (Morris, 1967: 128).

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