¿Bisturí o Lápiz?

¿Bisturí o Lápiz?

Los dilemas son parte de la vida. ¿Existe dios? ¿Quién soy? ¿Qué es lo que me gusta? ¿Es obligatorio decidir? Interminables preguntas y conflictos propios. Los cuestionamientos, al fin y al cabo, nos fuerzan a decidir. Pero me pregunto ¿Cómo es que puedo decidir entre ambas opciones? ¿Cómo sé que es lo correcto? ¿Por qué debo decidir mi futuro tan prontamente? ¿Bisturí o lápiz? Ese es el dilema.

Empecemos descomponiendo al bisturí. Habilidoso, seguro, protagonista del año 2020, estudioso y amante del análisis, pero tremendamente desafiante y egocéntrico – ¿Quién osa a cuestionarlo? No cabe duda de que es la mejor opción. ¿Quién más salva vidas a diario? No le teme a la muerte, se enfrenta con valor ante ella cada día, admirando cómo se rinde ante sus pies. Tiene una exquisita capacidad de aprender de sus pacientes. Ayuda a personas necesitadas y conoce interna y exteriormente al ser humano. Además, cada día es un desafío, al que valientemente supera victoriosamente –El lápiz levantó su tapa y con un grito agudo exclamó

–¡Lo dices enserio! Qué es eso comparado ante el grandioso Lápiz. Él explota la creatividad, crea una conexión artística inigualable con el mundo entero. Es capaz de hacer reír, llorar, enojar, inquietar y muchas cosas más. Hace que el frío ser humano sienta. Cada palabra dibujada, forma su sello único he incomparable, convirtiendo a un simple mortal en inmortal sólo con leer sus lujuriosas palabras. Y además, también ayuda. ¿Acaso para aprender de las reglas cuánticas y metódicas no se necesita un libro? ¿Los/las profesores/as que enseñan no necesitaron leer e investigar para poder difundir sus conocimientos a otras generaciones? O más simple aún ¿Los informes después de la cirugía no necesitaron datos comparables? ¿De dónde surgió todo eso? Precisamente, las palabras. El lápiz puede crear mundos ficticios como y cuando se me de la gana, al igual que personajes fantásticos que, en muchas ocasiones, son la salvación para personas con miedo de hablar o expresarse. ¿Existe una mejor opción? –El magnífico bisturí quedó perplejo ante las observaciones de aquel grandioso lápiz. Pero conociéndolo bien, su orgullo le impedía reconocimiento alguno ante las virtudes de este. Ambos fanfarrones, discutiendo sin sentido entre sí, decidieron mirarse y enfrentarse con serenidad y admitieron sus defectos. El lápiz con la cabeza cabizbaja realizó su declaración de principios – Dependo de la creatividad e inspiración, sin su brisa motivadora, no soy nada. Además, mi voz no es fácil que sea escuchada, mucho menos conocida. Tristemente, para que mis mensajes lleguen a sus destinatarios, estos deben tener un dineral, de lo contrario la

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