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Carta Al Padre


Enviado por   •  29 de Junio de 2015  •  4.262 Palabras (18 Páginas)  •  159 Visitas

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1. Escriba un resumen del libro Carta al Padre

La carta que Franz Kafka escribió a su padre Hermann en noviembre de 1919, criticándolo por su conducta abusiva e hipócrita hacia él. La debilidad del hijo frente al padre autoritario; el hijo no puede independizarse, no puede casarse, no puede formar una familia. Culpa al padre de usar el desprecio como método educativo que desemboca en un complejo de culpa y una inseguridad enfermiza, en resumen el resultado de una educación que lo limitó, condicionó y anuló hasta su temprana muerte, en todos los caminos de su vida personal.

La Carta al padre- carta que no le llego jamás a su destinatario y que la madre, Julie Löwy, no lo juzgó conveniente, se escribe en un pequeño pueblo cercano a Praga, donde acompañado de Max Brod, su íntimo amigo, ha ido a descansar una semana. En ella analiza distintos puntos de la relación entre él y su padre, retomando todos los temas que no había conseguido aliviar del todo la tensión emocional.

Deja ver la relación con su familia y sobre todo, con el padre, construye dos bandos de una misma realidad que se organiza en torno a la idea de la ley, la del Padre, y la de la autoridad suprema: inalcanzable, impenetrable, imprevisible e implacable, tiene sentimientos con contradicciones, muy parecidos a los que le inspira su padre: miedo y fascinación, atracción y rechazo, respeto y desprecio. No deja de sorprender pues es un hombre en plena madurez que muestra no haber podido crecer en el terreno emocional más allá de la infancia y adolescencia, analiza a veces con humor e ironía, a veces con rebelión, a veces con tono de reclamación, a veces con desgarro, la relación entre ambos.

Describe a su padre como grande, fuerte, ancho, de voz potente, deportista, determinado, constante, con presencia de ánimo, severo, con espíritu de conquista en la vida, en los negocios etc. Todos los atributos de la hombría rasgos de los Kafka, la parte paterna un padre muy próximo a la divinidad: “El terrible ronco tono de la ira y de la absoluta condena” “El gigantesco hombre, mi padre, la última instancia”.

Por otro lado se muestra el, como muy flaco, débil, estrecho, inseguro, asustadizo, incapaz, falto de seguridad en sí mismo, muy sensible, que interrumpe a menudo sus proyectos, que no termina nada... El se considera un Löwy, herencia por parte de la madre, hecha de: “Obstinación, sensibilidad, sentido de la justicia, inquietud”. Después de describirse los contrincantes, empieza a dejar ver una especie de combate, perdido desde antes de empezar. Y sigue una larga lista de reproches que el Padre podría hacer al Hijo. Excelente táctica ya que todo queda en la confirmación o negación, a la vez que tiende al Padre la posibilidad de una salida honrosa ya que, tal vez, podría no reaccionar así.

El como Hijo contraataca con frases de inocencia: como cuando le dice “Te ruego no pienses que te considero culpable” hace una presentación del Padre, de sus sistemas educativos (que eran los normales en la época y el lugar) para después decir que era como “Un hombre bondadoso y blando” o “El amor y la bondad superaban todos los obstáculos” y en ese mismo momento habla de la risa maligna del Padre, para después decir “Tienes una forma de reír especialmente bonita”. Habla poco de la infancia de su Padre, tal vez fue un niño tan desgraciado como Kafka, que necesito cariño pero a quien el dolor insoportable de vivencias traumáticas lo llevo a la negación como mecanismo para poder soportarla, “Tú sólo puedes tratar a un niño tal y como tú has sido educado, con fuerza, ruido y cólera”, tal vez acordándose de su propia infancia.

Kafka da dos pasos para adelante, pero inmediatamente da uno hacia atrás de esta forma vemos como, tras afirmar que el padre quizá no sea culpable de nada, vuelve hacia atrás y dice “Naturalmente no digo que me haya convertido en lo que soy sólo por tu influencia, sería exagerado” pero inmediatamente anula estas palabras con “me inclino por dicha exageración”. Fue un niño que tuvo que soportar solo, durante los seis primeros años de su vida, el choque con su padre, la ausencia de la madre, incapaz de asumir ante el padre la defensa del hijo, la muerte de sus dos hermanos pequeños, que sin duda trazo el sentimiento de culpabilidad, el nacimiento de sus tres hermanas y por consiguiente el pensar que ya no lo querían igual, una educación severa, la marginación, la decepción del padre ante su asustadizo y frágil hijo del que esperaba cosas que el niño no podía dar (“cantar canciones militares, desfilar, comer con apetito”), la falta de estabilidad que implicaban las muchas mudanzas de domicilio familiar, las distintas criadas que se encargaron de él. Esto marca y describe su infancia, los métodos educativos de su padre -insultos, amenazas, ironías, humillaciones-, la relación con sus hermanas y la de éstas -una por una- con el padre, y el papel de la madre, que no queda muy bien, pero a la que inmediatamente justifica.

Después habla del trato que dio el padre a una prima, a los empleados, su situación dentro de la colonia judía, pero enseguida se justifica diciendo que es un hombre de 36 años, con complejos de inferioridad y sentimientos de culpa, sin embargo dice que “Te has sacrificado por mí” como si fuera no valorado el inagotable trabajo del padre.

Tomo la determinación de no acercarse a sus creencias religiosas, no jugar a las cartas con su familia, quedándose siempre en su habitación, no ocupándose del negocio familiar, o a través de sus intentos frustrados de matrimonio, de su forma diferente de ver el judaísmo, todo esto lo separa de su familia, del mundo y que le impide vivir, todo lo condena como hijo.

Si vemos los hechos se sabe que en 1917, rompió por segunda vez su compromiso matrimonial con Felice Bauer, también que pocos meses antes de redactar La Carta había conocido en ese mismo lugar -la pensión Stüdl, de Schelesen- a Julie Wohryzek, una chica sencilla, mucho más joven que el, de clase social inferior a la suya, que quizá presionado por la reacción negativa de los padres al contarles su propósito de casarse con la hija del portero de la sinagoga, rompe una vez más un compromiso matrimonial. El fracaso de su vida amorosa (aunque tuvo relaciones con muchas mujeres), sus repetidos y frustrados intentos para casarse pues para el “el matrimonio, la familia, tener hijos, le parecía lo máximo en la vida de un hombre”. Sólo de esta manera se puede comprender que el no atreverse a contraer matrimonio -por el miedo a no estar a la altura, por el miedo a que la vida de casado le impidiera dedicarse a escribir, por el miedo quizá a ser como su padre y a tener un hijo

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