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Carta reflexiva a un maestro.


Enviado por   •  16 de Marzo de 2016  •  Tareas  •  1.319 Palabras (6 Páginas)  •  717 Visitas

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“Fe, esperanza y amor ingredientes indispensables en la labor de un maestro con vocación”

Paulo Freire cartas a quien pretende enseñar es una lectura conmovedora que inspiro a escribir estas líneas que se encuentran a continuación: La felicidad es algo que buscamos constantemente en la vida, y muchas veces perdemos el tiempo buscándola cuando podríamos estar disfrutándola, la felicidad son momentos que debemos disfrutarlos al máximo. Si me preguntan por mi felicidad, muy gustosa les respondería con esta frase “soy maestra”.

Cuando presente el examen de admisión al Centro Regional de Educación Normal, lo único que anhelaba era aprobar el examen, ya se imaginaran mi sorpresa al ver los resultados sobre mi aceptación sobre esta institución, todo esto fue posible gracias al apoyo de mi familia. Esto era lo que quería esta consiente de eso pero había algo que me detenía, y me hacía dudar sobre esta decisión, y quizá en determinados momentos aún se hace presente, esto es el “miedo al fracaso”, miedo a no poder con esta gran responsabilidad.

A lo largo de mi vida académica he conocido a maestros excelentes que se merecen toda mi admiración y respeto, ya que no solo se conformaron por estar ocupando un lugar al frente del salón, fueron más allá, hicieron y dieron lo mejor de ellos para explotar las habilidades y conocimientos de sus alumnos y sobre todo encaminaron a esos niños a para formarse con valores.

Los maestros tratan con niños, adolescentes, adultos, es decir, tratan con seres humanos, con los cuales no pueden estar experimentando haber como lo hacen. Ya que estos tienen la gran responsabilidad de contribuir en su formación para que su vida tenga éxitos o fracasos. Es por esta razón que los docentes deben de tener unos valores y actitudes bien definidos.

Deben desempeñar su labor con gusto y realizar sus acciones con la seriedad que se merece.

Pensar la práctica es un reencuentro con uno mismo.

La primera vez que estuve frente a un grupo fue algo maravilloso pero también algo de incertidumbre no solo con el hecho de que los niños dijeran “maestra”, sino de darte cuenta de la enorme responsabilidad que tienes frente a esos niños no solo de abordar de un tema, y llevar a desarrollar una excelente clase, no basta con saber todo y haber sido el mejor de tu clase durante tu formación, esto va más allá, que tener un título en mano, ser maestro es una acto de amor hacia la superación personal y profesional de nuestros alumnos.

ella solo se conformaba con asistir a la escuela, dar las clases sin algún objetivo, y esperando la hora salida para terminar una jornada más, algo que debo reconocer de esta maestra es que tenía mucho conocimiento sobre las reformas, los programas, autores, en general tenía una cultura general muy buena. Durante el transcurso de la jornada tuve la oportunidad de establecer una buena relación con mi tutora, y ella me menciono que ella no había elegido ser maestra por vocación, sino más bien por necesidad y por qué se vio influenciada por su familia, pero en si nunca había tenido la iniciativa propia para elegir esta profesión, y estaba consciente de lo mucho que le había costado aceptar este estilo de vida. En lo personal el primer acercamiento que tuve con mis alumnos fue algo que nunca voy olvidar debido a que aprendí mucho más de lo que esperaba, no solo de cómo desarrollar una planeación de español, matemáticas, si no de sentir y disfrutar el cariño de los niños y lo acogedor que puede llegar a ser una salón de clases más allá que solo un lugar encerrado con cuatro paredes.

Pude darme cuenta que los alumnos llegan a ser algo más que un nombre

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