Eje romanticismo
Enzo GardelTrabajo4 de Junio de 2020
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Eje temático 2
EL ROMANTICISMO
El Romanticismo (s. XIX) es estimado como el iniciador del arte contemporáneo.
Ya los últimos filósofos enciclopedistas del siglo XVIII atemperaban su racionalismo con el emocionalismo y el amor por la naturaleza (como Rousseau), así como los escritores de los últimos decenios de ese siglo empezaban a rebelarse contra los preceptos neoclásicos. 1815 marca la difusión del movimiento romántico por toda Europa, la década que va de 1826 a 1835, su triunfo y afirmación, y la que va de 1850 a 1860, su decadencia.
El individuo se convirtió en un objeto atractivo e importante para sí mismo, la autoexperiencia se hizo más interesante que la experiencia del mundo, y los pensamientos, los sentimientos, el cambio de los estados de ánimo, cobraron mayor importancia que la realidad exterior.
Deviene, así, el cambio de cosmovisión: para la Ilustración, la concepción del mundo y el hombre era intelectual; en el siglo XIX la cosmovisión será sentimental. La característica más importante del ser humano son la sensibilidad y el sentimiento.
La Revolución Industrial significó la promoción económica y social de la burguesía (que también comenzó a acceder al poder político gracias a la Revolución Francesa), la aparición de la economía capitalista, del empresariado, la acumulación de la población en las ciudades y una nueva clase social: el proletariado urbano. La posición social ahora no está determinada por el nacimiento y el linaje, sino por la riqueza y el éxito.
La ideología que sustenta todo este conjunto de cambios políticos, sociales y económicos es el liberalismo, también producto del pensamiento del siglo XVIII.
Políticamente, se opone al absolutismo, pues considera al hombre un ser dotado de derechos: libertad, igualdad (abolición de los privilegios de la nobleza), propiedad y seguridad. Propugna que el Estado garantice estos derechos y que el individuo pueda ejercer un control sobre la acción estatal mediante su participación en la política. Económicamente, el liberalismo propone la no intervención del Estado en asuntos económicos, pues supone que el bienestar económico que haga cada individuo para sí redundará en el bienestar económico de toda la sociedad.
Otra idea muy importante es la del nacionalismo: la idea de patria, de amor patriótico, de independencia nacional y el interés por los elementos folklóricos y populares.
Todo este panorama, entonces, configura ciertos desajustes: ruptura de la sociedad tradicional y del orden político, enriquecimiento de los más hábiles, acceso al poder de los más ricos, aparición de una nueva clase social, explotación del hombre por el hombre. Y estos desajustes producen en los más sensibles, los artistas, una sensación de permanente abandono, de fracaso, de mutua incomprensión con el mundo.
La literatura romántica
El artista romántico se cree distinto del resto de la sociedad, por la cual se siente incomprendido; siente que su enemigo principal es el burgués mezquino, avaricioso, poco sensible, mientras el artista pobre, honrado y sincero lucha contra la hipocresía de la sociedad. Aparece por primera vez la idea del artista bohemio, que se distingue de los hombres normales como un ser superior, que va contra lo establecido llevando una vida dedicada sólo a su arte.
Las características que impone la cosmovisión sentimental son:
- egocentrismo e individualismo: los sentimientos del escritor se vuelven más importantes que la realidad exterior, lo que se traduce en el auge de la poesía lírica y de las narraciones sentimentales en primera persona;
- originalidad: total ausencia de normas que reglamenten la actividad artística, porque esta solo responde a la inspiración (creencia en un espíritu trascendente –el alma del mundo- identificado con la fuerza creadora, que inundaba al artista y este producía su obra). Ya no se acepta el gusto clásico, sino que se proponen la originalidad, la intuición y la inspiración del individuo como marcas del genio artístico;
- entusiasmo por la naturaleza: el romántico encuentra en los ambientes naturales refugio y consuelo, descanso y albergue para su soledad. Se identifica especialmente con aquellos paisajes o momentos del día propicios para los sentimientos de soledad y abandono, tales como las grandes extensiones (el mar, los desiertos), las ruinas, los rincones sombríos, los crepúsculos y la noche. Atribuye a la naturaleza sus propios estados de ánimo o los del protagonista, y esta relación recibe el nombre de subjetivación de la naturaleza;
- excentricidad: se cree un ser distinto y único;
- exotismo: sienten interés por los lugares exóticos (como Oriente o África), lo cual es una fuga del presente a través del espacio y del tiempo (por ejemplo, cuando eligen los ambientes medievales en sus novelas y narraciones históricas);
- el amor está idealizado; es el sentimiento que ennoblece a quienes lo experimentan porque es una manifestación de Dios. La expresión más sublime del amor romántico está en el amor frustrado o desdichado. La mujer, destinataria del amor, cobra una gran importancia para la literatura. Se la representa como mujer-ángel, que ennoblece al hombre y con su amor purísimo lo alienta y acerca a Dios y a la naturaleza; y la mujer-demonio, que inspira pasiones funestas que hacen la desdicha y perdición del hombre que la ama;
- el costumbrismo, derivado del interés por lo nacional (se revaloriza la historia, el pasado medieval, época de comienzo de formación de las naciones europeas), implica la representación de usos, costumbres, personajes típicos y paisajes verdaderos. En la lengua literaria aparecen expresiones populares y cotidianas;
- estilo: emplean un lenguaje que sorprenda al lector: léxico sonoro, rica adjetivación, uso frecuente de exclamaciones, interrogaciones e hipérboles, es decir, todo aquello que sirve para enfatizar las emociones;
- héroe romántico: superior por la fuerza de sus sentimientos; es joven, sensible y hermoso.
El Romanticismo en Hispanoamérica
El Romanticismo hispanoamericano comprende el periodo que va desde 1830 a 1860, y que se conoce con el nombre de anarquía, pues está dominado por inestabilidad social, guerras civiles, despotismo. Es la etapa de los caudillos que luchan por imponer la supremacía regional frente al vacío político en el orden nacional. Juan Manuel de Rosas toma el poder público y domina la Argentina desde Buenos Aires entre 1829 y 1852.
La formación de los pueblos hispanoamericanos nace bajo el signo del romanticismo literario, que tiene dos grupos: el romanticismo social (1830-1860) y el romanticismo sentimental (1860-1890, intenta conmover al lector e imponer el reinado del mundo subjetivo).
En América, el Romanticismo adquiere características propias, ya que logra ciertos rasgos de originalidad. Ante la falta de un pasado medieval como el europeo, el romántico sitúa sus búsquedas de color local en lo inmediato y conocido. La idea del nacionalismo literario proclamada por los románticos coincide en Hispanoamérica con la separación y definición territorial y de gobierno de los nuevos países independientes. Aparece la preocupación por delimitar una lengua propia y buscar en el pasado americano huellas de la supervivencia de raíces autóctonas y folklóricas. Se rescatan dos tipos humanos, el indio y el gaucho.
El Romanticismo Social
Está sustentado por el pensamiento del liberalismo que nace con el enciclopedismo del siglo XVIII y con las ideas de libertad y democracia. Es, así, una corriente exterior, social, activa, liberal, progresista, nacional.
A partir de 1830 el Romanticismo argentino adhiere a esta tendencia, a medida que las condiciones históricas de esta década, regida por la figura de Rosas[1] y la anarquía, comienzan a cerrar los caminos que la nueva generación intenta abrir. Esta generación (Generación del 37), encabezada por Esteban Echeverría, aparece definida en 1837 en el Salón Literario de Marcos Sastre y se convierte en la Asociación de la Joven Argentina, en 1838. Algunos de sus integrantes son Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, José Mármol, Esteban Echeverría, Marcos Sastre. Si bien Sarmiento es contemporáneo, no formó parte de la Generación, aunque compartía muchos de sus ideales. Los escritores son poetas, novelistas o ensayistas que incorporan a las letras la visión polémica que define al ser nacional.
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