ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Libro Salvaje


Enviado por   •  2 de Junio de 2013  •  1.740 Palabras (7 Páginas)  •  909 Visitas

Página 1 de 7

Una historia de Juan Villoro

El libro salvaje

La separación

Voy a contar lo que ocurrió cuando yo tenía 13 años. Es algo que no he podido olvidar, como si la historia me tuviera tomando del cuello.

Todo empezó con un olor a puré de papa. Mi madre hacía puré cuando tenía algo de qué quejarse o estaba de mal humor. Cuando olí el vapor que salía de la cocina, fui a ver como estaban las cosas. Mi madre no advirtió mi presencia. Lloraba en silencio. Yo hubiera hecho cualquier cosa para que sea la mujer sonriente que adoraba, pero no sabía qué podría darle alegría.

De chico dormía de un tirón, pero a los 13 años empecé a tener un sueño llamado ‘‘sueño escarlata’’, una pesadilla que regresaba una y otra vez. Me encontraba un pasillo largo, húmedo y oscuro. Al fondo se agitaba una luz de una flama. Caminaba hacia ahí. Entonces me daba cuenta de que era un castillo. Mis pasos resonaban en la oscuridad y eso me hacía saber que llevaba botas de hierro. Era un soldado con armadura. El frasco de hierro Mi madre empezó a dejar cigarros por todas partes. Ni siquiera los fumaba completos. Estaba tan nerviosa y hacia tantas llamadas de teléfono que los cigarros se montaban en montoncito en el cenicero sin que ella acabara de fumar uno solo. La pinta era nuestra perra, de raza maltés, color blanco y negro. En el colegio ya estudiábamos poco. El maestro había dejado de tener prisa; nos daba un papel en el que dibujáramos cualquier cosa, durante varias horas. Mi mamá siguió metiendo las cosas hasta que llegó a un objeto muy pequeño y oscuro. Era un frasco, tenía un sabor asqueroso, pero el pediatra había dicho: ‘‘el hierro es bueno para crecer’’, como si yo fuera un puente en construcción. Odiaba es medicina que los demás creían que era buena para mí. Lo que entonces no podía comprender es que eso me iba a llevar a la mayor aventura de mi vida.

El tío tito Mi tío vivía en la parte antigua de la ciudad. En ese barrio, algunas casas eran derruidas con golpes de martillos para construir edificios modernos, otras estaban a punto de venirse abajo solas. El tío vivía con tres gatos, uno era negro y se llamaba Obsidiana, otro era blanco y se llamaba Marfil y mi favorito blanco con manchas negras se llamaba dominó. Mi tío le dio la razón: dejo la casa para los libros y se mudó con su esposa a un departamento. El tío Tito sirvió antes de que le contestáramos. El té que nos dio en efecto olía a pipa. Seguí rumbo a otra recamara, sin ver otra cosa que libros. De pronto Domino saltó desde un anaquel y se escurrió por una puerta. Lo seguí y me encontré un corredor oscuro. Trate de dar con el interruptor de la luz y de pronto creí encontrarlo. Toque una pequeña palanca y la jalé hacia abajo. Así comenzó mi temporada en el laberinto de los libros. Libros que cambian de lugar.

El tío me asignó una habitación agradable, con vista a un pequeño jardín. No padecí calambres ni soñé con el terrible cuarto escarlata.

A eso de las 8:00am oí ruidos y decidí bajar a desayunar. Tenía un apetito de 5 bizcochos pero mi madre decía que mis sándwiches de mermelada me estaban poniendo muy barrigón. Soy muy distraído, eso lo nota cualquiera. Pero luego llegué a la conclusión de que los libros se mueven solos: te buscan o te rehúyen. Pensaran que es una idea absurda, pero la he comprobado una y otra vez.

El tío Tito me mostró algunas secciones de su enorme biblioteca. Mientras recorríamos la casa, marfil y Obsidiana nos seguían a una discreta distancia. En cambio, Dominó se encaramaba en los estanques y de vez en cuando tiraba un libro tal vez era el culpable de que los libros cambiaran de lugar.

El tío se orientaba sin problemas en esas habitaciones cuyo tamaño era imposible de calcular. Nada tiene tanto carácter como un libro. Una biblioteca es un almario: una colección de almas. Los libros se mueven como las almas en los cementerios, para acercarse a alguien o para huir de él. En ese instante nos encontramos un sobre, el sobre contenía una tarjeta postal. Vi la imagen de la torre Eiffel y, al reverso, la letra de patas de mosca de mi padre y su firma de alambre retorcido. La postal decía: Hijo amado: Sé que son momentos difíciles para ti, pero te voy a querer siempre. Estoy construyendo un puente muy grande. Cuando termine, iré con tigo y vamos a ir al zoológico y al futbol. Te adora Papá En esos momentos yo no quería ir al zoológico ni al futbol.

Estuve a punto de romper la postal. La torre Eiffel me hizo recordar el frasco del hierro que yo debía tomar y que sabía horrible. Así supe que estaba en la casa del tío Tito. Lo que comienza cuando algo termina

El tío Tito volvió a conectar el teléfono para hablar con un proveedor de curry de la india y recibimos una llamada de mi madre.

Me pareció magnifico volver

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (9.6 Kb)  
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com