El Peso del Pasado

El Peso del Pasado

Hay dos personas en el mundo a las cuales nunca podremos engañar, la primera es Dios, que conoce todos nuestros pensamientos; y la otra es nuestra propia persona. Dicen que una mentira, al mantenerse tanto tiempo, se vuelve cierta, sin embargo, en nuestro interior, y en lo más profundo de nuestra persona, sabemos que no es así.

Son muchísimas las personas que lo han hecho. Que se beneficiaron con una mala acción, con un engaño, una traición, con haber aplastado a una persona con tal de obtener un poco más de la vida. Muchas de estas personas van por la vida gozando de estos beneficios obtenidos por su mal proceder. Sin embargo, siempre hay algo en ellas que nunca descansa. Su propia persona. Es esto una forma de saber que uno lamenta haber obrado mal y siente el peso de su conciencia, aunque esta persona seguro que nadie tomará represalias contra ella. Es el peso de un mal acto que lleva una persona. Es el remordimiento el que consume a la persona.

Me gustaría argumentar esta última idea expresada diciendo que nos sentimos mal, ya que al actuar mal y darnos cuenta de ello, comprendemos que ya estamos siendo castigados, que nos acabamos de estropear. Para describir un poco más este razonamiento, me gustaría citar al fallecido poeta inglés, Edward Bulwer-Lytton y una frase que tiene mucho que ver con esto:

“El remordimiento es el eco de una virtud perdida.”

Tal y como mencioné en el párrafo anterior, lo que hace al remordimiento, es nuestra conciencia, acerca de nuestro mal obrar. Saber que pudimos haber hecho lo correcto (según la ética humana), e hicimos lo que nos beneficia más a cada uno. No hay peor castigo para una persona que darse cuenta que con su mal obrar, está interrumpiendo la fluidez de lo que en realidad la persona quiere ser.

Algunos podrían cuestionar mi razonamiento diciendo que también están las personas de “pecho frío”. Aquellas que cuando hacen algo incorrecto suelen apoyarse en las frases: “yo cumplí órdenes de mis superiores”, “todos hacían lo mismo”, “perdí la cabeza”, “no me di cuenta de lo que hacía”, etc.  A estas personas yo les diría que a pesar que sus frases y sus rostros parezcan totalmente indiferentes en el momento, cada ser humano piensa y razona sus actitudes tarde o temprano. Y, siguiendo con este razonamiento, mientras más tarde sea la reacción, el peso será aún más grande.

Concluiría diciendo que cada uno debería estar a cuentas con su persona y vivir una vida tranquila, sin tener que pensar en el mal hecho. Sin tener que preocuparse por el peso de conciencia, y tener en cuenta siempre, que: “el que la hace, la paga”, tarde o temprano.

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